sábado, 12 de marzo de 2011

Death

El pueblo no era más que una docena de casas amontonadas normalmente. Pero por culpa de la plaga ni pueblo era un termino apropiado. Las pilas de cadáveres en descomposición, algunas casas en llamas, en un desesperado intento de purga, y los muertos que no se conformaron con quedarse muertos...
Sentada sobre un barril, tomando de una botella Slither admiraba la escena. Velvet caminaba entre la carroña admirado del trabajo de la peste. Era obvio que el destino iba a unir sus caminos.

—Me llama la atención que estés sentada tan calma entre el caos reinante a tu alrededor

—He visto peores escenas. Y varias las he causado yo misma.

—Por algún motivo me das la impresión de ser una Assassin...

—Bueno, yo no tengo dudas de que eres un Nigromante. La armadura de hueso te delata...

Se midieron a unos pasos de distancia, pero Slither le señaló otro barril con la cabeza. Velvet no tomaba, pero sacó una pipa, tallada en un fémur humano y comenzaron a conversar animadamente. La escena estaba teñida por el olor a putrefacción, la muerte que los rodeaba en forma casi que tangible. Pero justo eso era lo que tenían en común: la muerte.

— ¿Te molestan los Nigromantes?

— ¿Y por qué habrían de molestarme? Yo los mato, ustedes los usan después. Ni interfieren en mi trabajo ni lo deshacen como los malditos Bendecidos...

—Ah, ahora entiendo un poco más la mentalidad del Assassin. Compartimos el odio por los Bendecidos, pero asumo que a ti lo que te molesta no es que mancillen a un cadáver con nueva vida, sino que deshagan algo que debería ser definitivo... ¿Me equívoco?

—Has dado justo en el clavo. Todos vamos a morir, la muerte es una sola. Cada quien recibió dos regalos: una vida y una muerte. Y los malditos Bendecidos (que irónicas mis palabras, ¿no?) le quitan el valor a ambas.

—Sí, es cierto. Es totalmente antinatural revivir a alguien que ya ha muerto. Además los estúpidos se creen más poderosos que el destino mismo, decidiendo QUIEN recibe el regalo que es estar vivo por segunda, y en algunos casos tercera y hasta cuarta vez.

— ¡Exacto! ¿Y nos juzgan a nosotros por terminar una vida "antes de tiempo"? ¿¿Y quienes son ellos para prolongar una más de la cuenta?? No saben apreciar el fino trabajo que hacemos. No es simplemente cercenar una garganta, hay que darle un final digno. Sí vas a matar a alguien más te vale hacerlo bien.

—Nunca van a entender la deshonra que provocan constantemente... ¿Puedo preguntar que haces en estos lares?

—Sí, puedes. Pero antes dime que haces tu aquí.

—Bueno, esta plaga extraña está diezmando la población del reino. Pero lo interesante es que mucha gente se transforma en muertos vivos de manera espontánea. Como Nigromante es obvio que quiero aprender el porqué. Después de todo mi existencia se basa en crear y controlar muertos vivientes. Tu turno.

—Sí, asumí que sería por algún motivo de esa índole... ¿Y no te preocupa que la gente piense que eres el responsable de la muerte andante?

— ¿Y tú me piensas responder con evasivas toda la noche?

Las llamas de la casa que los iluminaba danzaban al par de los gritos agonizantes. Un Zombie pasó a su lado sin prestarles atención siquiera. Slither sacó una ballesta de bajo su capa, le disparó entré los ojos y le respondió a Velvet:

—La gente me paga por matar. Lo que esta peste cambió es que me pagan los que quieren morir. No quieren convertirse en muertos vivientes, así que me piden que les de un final digno. Y ese es justamente mi trabajo. Aquí saben apreciar una muerte bien lograda.

—Entonces te interesará mi propuesta. Yo justamente tengo la intención de convertirme en un Lich, y tus servicios me sirven como anillo al dedo. ¿Quien mejor que una Assassin para terminar mi vida mortal?

Los ojos de Slither se iluminaron como las llamas de la ya silenciosa vivienda. Alguien que comprendía su forma de arte, y le pedía que la aplicara a su existencia. No se iba a negar. Era exactamente lo que ella quería.

—Dime cuando y donde. Y no, no voy a cobrarte. La primera es por cuenta de la casa por saber apreciar mi trabajo—y le guiñó un ojo.


Han pasado semanas. Slither y Velvet están en una oscura y fría cripta. Es el laboratorio personal de Velvet. Este está ataviado con una ceremoniosa bata negra. Para convertirse en un Lich, un mago muerto viviente, tiene que hacer la ceremonia de una manera especifica: Tiene que morir de cierta manera para que su alma se aprisione en la filactería y pueda seguir morando en la carcasa hueca en la que se irá transformando su cuerpo. Ella es justamente lo que el busca: alguien que entienda la importancia de una muerte bien hecha, alguien en quien confiarle el hecho de matarlo.

Velvet se acuesta en el altar de piedra para sacrificios. Slither toma el puñal con el placer anticipado de una muerte. Pero Velvet también la espera: para el no es un final, sino un comienzo; es el momento de su apoteosis. Velvet no percibe la emoción en el rostro de Slither. Nunca comprendió que su arte no es seguir una serie de pautas preestablecidas al dar una muerte. No entendió que su arte es creativo, su arte no es destructivo, su arte implica a veces incluso hacer sufrir tanto a la obra que la muerte llegue como un alivio.

Recién al momento en que el puñal penetró la carne Velvet pudo leer en sus ojos algo que ella le había dicho, pero el no supo escuchar.

—Me pagaban para que les diera muerte, porque lo que yo mato se queda muerto Nigromante...

4 comentarios:

  1. Excelente Dario, muy, muy bueno, no como esa 'cosa' de la escritura automàtica, ESTO tiene futuro.

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  2. Eh... Este post lo hice como una critica a los Posers Goth/Emos/Metaleros/etc...

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  3. Quisiste tirar mierda y terminaste tirando diamantes.

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  4. Gueno, me alegro de haber hecho algo de agrado, aún sin intención XD Y no me alagues que voy a terminar pensando que es verdad y todo :P

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