jueves, 4 de agosto de 2011

Encuentro... fortuito?

Paró. Respiró hondo. Dio dos pasos y paró en seco. Dio media vuelta y paró una vez más. Apretó los puños. Cerró los ojos. Frunció los labios. Se volvió. Caminó con paso decidido hacia ella. Vio como conversaba con un par de profesoras. Siguió firme. Vio como un hombre alto y fornido se le acercaba. Apretó el paso. Vio como se saludaban con un beso. Siguió de largo.

— ¡Joselo!

Paró en seco, apretó los puños, cerró los ojos, frunció los labios y se volvió con cara de distraído

—Ah, Dalila. No te había visto.

— Ven que te presento a Sansón, el nuevo profesor de educación física.

"¿Cómo puedo ser tan buen actor y tan tímido a la vez? ¿Será que me han maldito las musas?" Pensaba Joselo al tiempo que saludaba con una sonrisa a Sansón, Dalila flamante profesora de biología, la cincuentona profesora de geografía, la sesentona de literatura y la ochentona de historia, que conservaban por sus conocimientos de primera mano...

"Salvado por la campana" Se dijo al tiempo que saludaba con la mano con gestos apurados, mientras subía la escalera del instituto. 

—Buen día clase. Soy José Luis Pereira, su nuevo profesor de matemática. Voy a proceder a pasar la lista. ¿Aguirre? ¿Astori? ¿Bertalmio...?

Terminó de pasar la lista, poniendo llegadas tarde a un par de desafortunados, faltas a los de siempre y la dejó sobre el escritorio. Sacó un libro del maletín. Se sentó. Apoyó los pies en el escritorio y se dedicó a leer un libro de una autora que ni sabía el nombre. El aula continuaba vacía.
Cuando escuchó ruidos tras la puerta entró en pánico, tomó sus cosas y se escondió bajo el escritorio.

— ¿No hay nadie en este salón?

Al escuchar cerrarse la puerta suspiró aliviado, pero al escuchar taconazos contra las baldosas contuvo el aire un poco más, y al ver un par de piernas femeninas, enfundadas en medias de nailon, paradas frente al escritorio, abrió los ojos como un conejo encandilado por los focos de un camión, que sabe no puede esquivar, por mucho que toque el claxon. 

Quien quiera que fuera se sentó. Y cruzó las piernas, acomodandose la falda inconscientemente. Joselo desvió la mirada inconcientemente. Escuchó un tamborileo. Escuchó un par de golpecitos secos y un suspiro, señal segura de que la clásica postura "antebrazo izquierdo y codo derecho en superficie, mentón en mano derecha" había sido adoptada. Quizá solo tuviera que esperar cosa de una hora arrollado para que no halla contacto... Su celular comienza a sonar en su bolsillo. Cierra los ojos. Aprieta los puños. Frunce los labios.

El grito que propinó ella, o no fue demasiado fuerte, o fue en una frecuencia ultrasonica que los humanos no pueden oír, pero nadie apareció para rescatar al pobre Joselo de dos o tres tortazos. Aparentemente la señorita Popins era profesora de física y despistada. Se equivocó de salón, Joselo le explicó porqué estaba donde estaba, y la señorita Popins le permitió el beneficio de la duda.

— ¡Ay, discúlpeme señor Pereira! ¡Es que soy tan inocente a veces! ¡ Déjeme compensarlo de alguna manera!

—Pero no diga tonterías que cualquiera se confunde en esa situación.

—Ay, no déjeme ver que tengo en la cartera.

— ¿Eh? "Y yo que pensé que se refería a otro tipo de compensación"

—A ver... Tengo esta agenda que viene con un bolígrafo que hace juego, aunque es del 2008 y el bolígrafo ya no escribe... Tengo esto, que no se que es, de hecho. Puede ser una gallina de hojalata o un reloj a cuerda. Y tengo- ¡ASCO! No se que es eso, pero está pegajoso y tiene envoltorio de colores—Dijo camino a la papelera—ESPERO sean unas pastillas viejas... ¡Uh! Esto es perfecto: tengo estas dos entradas para ir al teatro este sábado, ¿que le parece?

—No, si compró dos seguro que era para ir con alguien más.

—No, si mi hermana me las consiguió gratis—Bajó la vista y cambió el tono—Y yo le dije que iba con mi novio, porque me trajo dos y no tuve el valor de decirle que no tengo con quien ir.

—Mmm... Lisístrata... Bueno, en vista que no le costaron nada... Y  a mi Aristófanes me encanta... Hagamos esto, yo la acompaño para guardar las apariencias con su hermana, y quedamos a mano. ¿Qué le parece? ¿Trato?

Y estrecharon las manos sonrientemente al tiempo que sonaba la campanada.

Joselo caminaba malhumorado por el pasillo. El manotazo colorado del cachete fue motivo de risitas y comentarios a escondidas en su segunda clase, y no le gustaban las insinuaciones que entre veía en los pasillos. Sobretodo de las alumnas... Subió una escalera que no debía para alejarse del tumulto, y encontró a la señorita Popins con cara de desconcierto y un papel en la mano.

—Se perdió de nuevo.

— Ay, sí. ¿No me podrá ayudar a encontrar el salón 213?

— ¿213? Dejeme ver... Salón 2 B, ese justo ahí.

— ¡Ay, perdone usted, pero puedo ser tan boba a veces!

—No, el la B parece un |3 en esa fuente, es entendible el error—Y le sonrió.

Bajó por la escalera que tampoco le correspondía bajar, y pasó frente adscripción. Y ya que estamos...

—Hola Olga.

—Hola Joselo. ¿Placer o negocios?

—Información. ¿Qué me podes decir de la nueva de Física? Popins.

— ¿Eh? No tengo ninguna nueva de Física. Y menos con ese nombre.

—Es el apellido... Ahora mismo tiene clase en la 2 B.

—No, con ese apellido no tengo a nadie Joselo. Y te digo más: la 2 B no tiene grupo, la van a pintar ahora más tarde.

Subió corriendo por la escalera, trotó por el pasillo, y bajando la velocidad se detuvo frente a la famosa puerta 2 B. Entró y encontró en efecto los pupitres tapados y hasta los tarros de pintura, pero ni rastro de ninguna Popins. Pero sobre el escritorio vio un sobre blanco. Sobre la tela blanca que cubría el mueble parecía puesto a propósito para que nadie lo viera, pero sabía que iba dirigido expresamente a él.

"Estimado señor José Luis Pereira:
Queda usted invitado cordialmente a un almuerzo romántico, este mismo mediodía, en el restaurant "Lo de Julia" Se que le queda conveniente, por encontrarse a meras dos cuadras de su hogar.
Sin más lo espera, siempre suya:
Julia Popins."

Y todo muy bonito si no fuera que la carta estaba "escrita" con todas y cada una de las palabras recortadas de revistas y pegadas minuciosamente para formar las frases...

4 comentarios:

  1. mmm...ud, ¿no desconfiaría? :P

    Le agregaste el "+1"; estás hecho un googleplusfanático total :P

    ResponderEliminar
  2. ¡Ponle tilde a la primer palabra de este escrito! ¡Hazme el grandísimo favor! :P
    Siempre tengo que estar corrigiéndote...tch tch tch...

    ResponderEliminar
  3. Amigo, un par de críticas solamente.
    Cuesta mucho seguirle el hilo a la narración, tanto así, que la misma exige una segunda lectura casi obligada.
    Y segundo, la narrativa esta en tiempo verbal pretérito, cito: "... Paró en seco, apretó los puños, cerró los ojos, frunció los labios y se volvió con cara de distraído..."
    Pero una parte, cito: "...mi hermana me las consiguió gratis—Baja la vista y cambia el tono—Y yo le dije que iba con mi novio..." La aclaración que va entre las rayas este en presente. Supongo que fue un error ese desfasaje temporal, o si lo hiciste a propósito no logro descubrir con qué fin.

    ResponderEliminar
  4. No, lo que pasa simplemente es que no edito nada nunca XD Yo lo iba pensando en presente, y lo terminé escribiendo en pasado. Gracias por las correcciones. Saludos desde la Blogosfera!

    ResponderEliminar