martes, 21 de agosto de 2012

One

Tirado en la cama durante dias, sin comer, sin salir de mi casa, sin levantarme por favor. Solos yo y mi mente divagando sobre la futilidad de la existencia, sobre lo irrisorio que soy, sobre lo poco que le importaría al mundo si yo me muero. Sí, talvés mi hermana se quiera matar, pero más que nada porque la dejo clavada con cuentas mayúsculas que son a medias... Ya muchos han muerto, y la vida sigue. Y qué porcentaje de la población sabe de mi existencia siquiera?

Bueno, hace apenas diez minutos tuve una conversación que me dió vuelta como una media. Yo ya estaba de un animó bastante bajoneado, pero esto me dejó como para internar. Tengo suerte de estar frente a una computadora y poder plasmarlo en una forma más... constructiva.
En definitiva, me hizo ver el valor que tiene una vida humana. Justo una vida humana especifica. Justo una que no es humana, y quien sabe si está viva siquiera. Pero seguro es que mi existencia es mil veces más futil que un solo recuerdo de ella. No, mi vida no me importa, pero la de ella no le importa a ella. Y a mi su vida me importa más que la de cien ciudades.

Una decición de guerra: sacrificar una vida para que miles puedan vivir.
Una decición de verdad: sacrificar mi vida mil veces para que solo una pueda vivir.


Y no pienso hablar de la frustración de que esté llorando y yo no esté siquiera en la misma ciudad...

4 comentarios:

  1. Bueno....la emocidad golpea fuerte por estos lares....

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  2. A menudo pasa que aunque el dolor es doloroso, mas fatidico es el dolor de otros cuando no lo podemos aliviar...

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  3. ¿Cómo? ¿Acaso los de su especie también tienen sentimientos?

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  4. Sí... Y más que ciertos humanos a veces...

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