Era el cumpleaños de Aracne. Por eso no le sorprendió que llegara un paquete con una muñeca de regalo adentro. Pero le llamo la atención que no dijera quien la enviaba. Después de todo los regalos se hacen para quedar bien con la otra persona, ¿no? ¿Cual era el punto de regalarle esa hermosisima muñeca, si no sabia quien la enviaba? Bueno, una opción que se le cruzo por la cabeza era, alguien que no quería que supiera que era él quien mandaba el regalo, porque Aracne no lo aceparía. Así ella demostraba que le encantaba el presente y luego anunciarse como el perpetrador del hecho. Pero no solo dicha persona no podría probar que el regalo fuera suyo, sino que un impostor podía reclamar el gesto como suyo, y seria la palabra de uno contra la del otro, y a Ricardo PREFERIRÍA no creerle, por más que supiera que era él. Bien, estaba conforme con eso. Si Ricardo llegaba a decir que fue él quien mando la muñeca, solo le diría que no le creía, porque... ¿Agustín? ¿Sergio? No importaba. Alguien mas la envió y punto.
Pero era tan hermosa... Se veía tan delicada en el fondo de esa caja. Con la mirada perdida, la larga cabellera, el vestidito blanco, pulcro, impecable, como esa piel inmaculada. Parecía leche de tan suave. La levanto delicadamente. Aracne no pudo precisar que material era, pero parecía piel al tacto... Solo que fría. O a temperatura ambiente al menos... Empezó a dudar si no fuera el cadáver de una niña... No, no podía ser.
Mira las cosas macabras que pasan por esa cabecilla tuya Aracne. Simplemente es otro regalo de Ricardo. Piensa que por gastar dinero en estas cosas me voy a casar con él. Viejo verde. Bueno, se esmeró para mi cumpleaños, eso se lo concedo. Parece real... Demasiado real...
Se fue a dormir esa noche con la hermosa muñeca junto a la cama. Fue un hermoso cumpleaños. Y Ricardo no desistió. No solo no admitió que la muñeca fuera suya, sino que le hizo otro regalo para cubrir las apariencias. Igual no le mostró la muñeca a nadie. Por si las dudas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario