martes, 13 de marzo de 2012

Anubi's Watch


Un hombre mayor espera sentado en un banco solitario en la estación de tren de un pueblo apartado. Su única compañía es un hombre alto y fornido, con una larga gabardina y un sombrero ancho sobre sus largos cabellos negros. Aunque la ropa es del mismo tono marrón oscuro contrasta con el sencillo traje del hombre que espera tranquilamente apoyado en su bastón.
—Tranquilizate Adolf. Podemos estar seguros hasta llegar a Londres. Es ahí que precisare de tus servicios.
—Tanta tranquilidad me pone nervioso Doctor. Estoy acostumbrado al peligro contante, no a la calma antes de la tormenta.
El Doctor lucía un par de gafas circulares que enmarcaban unos ojos marcados por el cansancio. Un prolijo bigote reposaba bajo su pequeña nariz, y un bombín cubría sus encanecidos cabellos. Una enorme bolsa yacía junto a las rusticas botas de Adolf, era su equipaje. El Profesor por su lado llevaba una pequeña y modesta maleta revestida de verde.
—No me malinterpretes. Fui yo quien te contrato después de todo. El peligro ES constante, es solo que realmente no espero ningún intento de parte del General hasta llegar a Londres. No debería saber que estoy aquí siquiera.
—No le puede decir a un lobo que se tranquilice Doctor.
El profesor saco su reloj de bolsillo de su chaleco y miró la hora. Era un bonito reloj que su hermana le había regalado poco después de la muerte de su esposa. Había tomado todas las precauciones que se le habían ocurrido para que nadie supiera de su presencia allí. Lo que menos quería era poner en peligro a su hermana, pero no podía irse del país sin antes despedirse, y no confiaba en que una carta llegara sin ser interceptada. El General tenia muchos recursos.
En la taquilla dormía el anciano vendedor de boletos. Probablemente ni se despertaría cuando el tren llegara. Solo un gato caminaba por los andenes vacíos de la pequeña estación y unas hojas de periódico movidas por el viento movían la paz que reinaba.
—Ya es hora Adolf.
—Lo sé. Escucho llegar el tren.
Lentamente, de manera casi imperceptible, una niebla empezó a aparecer a su alrededor. Adolf pudo ver caer inconsciente al gato antes de notar el olor. Para cuando cuando se reactivo, el Doctor ya estaba dormido. Saco su hacha-escopeta, pero no había a quien apuntar.Adolf intentó levantar al Doctor entre la espesa humareda que los rodeaba a esa altura, pero el esfuerzo, por más que Adolf podía con el peso de ocho Doctores, solo logro que cediera ante el gas.
Para cuando el tren llego a la estación, solo encontró a Adolf tendido junto al banco y un humo blanco que se dispersaba...

2 comentarios:

  1. ¿Sabés porque tu blog es exitoso? Porque actualizas seguido. Así que trata de escribir más seguido. Escribí, escribí, escrbí. (no tengo vida, sorry)

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  2. Alguien que actualiza seguido tampoco tiene vida xD Y no, no es seguido. Cuando empecé escribía en promedio un pos por cada día.27, actualmente escribo seis tres por mes ¬¬
    Igual gracias por decir que es exitoso ^^ Saludos!

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