"You are entering forbithen water" reasaba el altoparlante del otro barco.
—Bueno, parece que hasta aquí llegamos Tenea.
—No se preocupen muchachos. Solo asegúrense de estar aquí cuando yo vuelva.
"Están entrando en aguas restringidas" gritó esta vez el barco.
Luego de mirar por última vez la isla cubierta de niebla, Tenea se dejó caer al agua con su raje de buso. Unas cuantas millas náuticas más allá asomó en la playa. La niebla terminaba cerca de cien metros hacia el mar. La isla estaba cubierta por una capa de nubes bajas, creando un perfecto clima nublado, aún cuando Tenea sabía que un poco mas allá brillaba un hermoso sol tropical.
Lo primero que le llamó la atención fué la estructura metálica que reposaba sobre la montaña central. Era como si hubieran construido un estadio en la montaña, envolviendo la punta como un domo. Se quitó el traje de buso apresuradamente. Sacó la mochila de la bolsa impermeable y antes que nada buscó su cámara digital para capturar la montaña. Pero al hacer el intento de prenderla vio que no era más que un montón de chatarra inservible. Había tenido la esperanza de poder contar con tecnología mientras durasen las distintas baterías, pues no tenía pensado prolongar su estancia más de un par de días, pero en el camino desde el barco hasta la costa algo inutilizó su GPS, su cámara digital, su celular, etc. Y ni siquiera había entrado agua en la bolsa. Se quito el traje de buso y se cambió. Ahora solo contaba con su ropa y su mochila. Jeens, botas de montaña, una camisa a cuadros gris y una campera, que por la multitud de bolsillos tenia un aire militar.
—Bueno Tenea, solo contamos con la vieja y querida cámara de rollo y la grabadora—Se dijo—Todo lo demás es peso muerto. Al menos tengo bastante cinta y rollos. Bueno, y comida y eso, ¿no? Que debería ser lo más importante...
Le sacó fotos a la montaña, la niebla, y se adentró en la jungla. No dio ni una veintena de pasos que antes de ver algo que le llama poderosamente la atención: Un camino. Era obvio que era un camino por los árboles despejados. Pero era un camino de tierra aplastada por el constante ir y venir de... bueno, de algo con patas muy extrañas al parecer. No le interesaban caminos de animales de todas maneras, si bien al parecer era un camino bastante transitado, pero aún así se dejaban ver huellas individuales, y lo que fuera que caminaba por ahí tenia patas con forma de triangulo.
Sus dudas se despejaron en menos de cinco minutos. Mientras enfocaba las profundas huellas, comenzó a escuchar un ruido muy peculiar, como el gemido de algún animal herido. Repetitivo y acercándose, el ruido la puso nerviosa. Se escondió tras una peña al identificar la fuente unos pasos más allá..
—Siete de agosto del dos mil veintiocho. Once treinta de la mañana aproximadamente. Mi reloj digital no funciona y aquí no se distingue el sol. Un robot de unos tres metros acaba de pasar frente a mi con paso tranquilo. Tenía seis patas como de insecto saliendo de un cuerpo central, y una especie de cabeza que salía hacia arriba con tres tubos. Presumo que seria un juego de cámaras y sensores, o tal vez una antena. No he sacado una sola foto del terror que me provocó.
Apagó la grabadora. Iba a seguirlo y a tomar una foto con el lente de aumento. Estaba decidida.
Mohicano II
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