martes, 14 de abril de 2015

Profeta

-Probablemente se pregunte porqué lo hemos convocado Coronel.
-No es mi trabajo cuestionar, General.
-Pero siente curiosidad de todas maneras, ¿o me equivoco?
-No se equivoca, señor.
Sentados frente al coronel estaban un hombre con uniforme de general, y otros dos de traje, uno más informal y el otro de corbata.
-Permitame presentarle al señor Ministro, y al señor Doctor. Señores, el Coronel es lo mejor que tenemos.
-Y por lo que dice su archivo personal, lo mejor que hay en este hemisferio- contestó el Doctor, vestido con una camisa deportiva a cuadros, con una carpeta abierta en frente suyo, sobre la mesa oval de la sala de reuniones.
El Coronel vestía su propio uniforme de base, sin las insignia ni galardones. Estaba sumido en un expectante silencio, tanto así que si uno se esforzaba un poco podía ver un signo de interrogación flotando sobre su cabeza...
-Bueno, tenemos una misión para usted. Solo usted puede hacerla, pero es completamente voluntaria- le aseguró el General.
-Díganme en qué consiste y les diré si la acepto o no- contesto el Coronel, pacientemente.
El señor Ministro habló por primera vez:
-Necesitamos que vuelva en el tiempo y cambie la historia de la humanidad.
El Coronel se lo quedó mirando fijo, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Hasta ese momento estaba seguro de que lo iban a enviar en alguna misión suicida contra los invasores extraterrestres, algún desesperado último recurso antes de ser definitivamente convertidos en una colonia más del imperio galáctico. Ya no encontraba esperanzas en ningún lado, pero que lo llamaran a esa reunión se las había devuelto. Y ahora esto.
-¿Me hablan en serio? ¿Tenemos ese nivel de tecnología?
-Desde hace cierto tiempo ya- contestó el General- Pero las implicaciones morales nos han detenido de hacer siquiera un experimento para ver si funciona como es debido.
-A mayor "distancia" que unos minutos, por lo menos- lo corrigió el Doctor.
-El plan es simple Coronel. Usted viaja a unos cinco o seis mil años al pasado, y les da a nuestros queridos antepasados el nivel de tecnología que tenemos hoy en día, así pueden seguir avanzando para que cuando los invasores lleguen tengamos alguna chance de vencerlos.
-Pero General...
El Coronel se detuvo a media frase. La sola idea de que realmente se estaba hablando de enviarlo al pasado aún no terminaba de entrar entre oreja y oreja.
-Mire Coronel, se exactamente como se siente, porque ni yo ni el General sabíamos de esta tecnología hasta hace unas horas. Pero el Doctor aquí presente tuvo la amabilidad de ponerse en contacto con nosotros porque cree que así podemos derrotar a los extraterrestres y salvarnos.
-Permítame aclarar un par de puntos, señor- lo interrumpió el Doctor- Primero que nada, nosotros ya estamos perdidos. El Coronel lo que estaría haciendo (en teoría) es una de dos cosas: O creando un universo alterno en el que un hombre apareció de la nada en el cinco mil antes de cristo, o modificando nuestro pasado de manera que nosotros nunca existimos.
-O sea que o no salvo a nadie, o mato a todos en la faz de la tierra.
-Hablando mal y pronto, sí, pero permítame explicarle el dilema moral del viaje en el tiempo. El mismo dilema que hizo que nuestro proyecto se congelara hace años, y que nos detuvo de hacer más pruebas. El mismo dilema que hizo que varios de los involucrados en el invento se suicidaran al darse cuenta de las implicaciones...

"Resulta que si yo viajo cinco minutos al pasado, solo van a haber dos Doctores en este mundo durante cinco minutos, hasta que mi otro Yo viaje en el tiempo y listo. No es algo que vaya a afectar el futuro de la humanidad, ¿no? Bueno, pero digamos que hago algo más "clásico", de esas cosas que figuran en la cultura pop cuando se habla del viaje en el tiempo. Digamos que viajo al 1930 y mato a Adolf Hitler. Y digamos que el impacto es que no se da la segunda guerra mundial, ni el holocausto judio, ni el baby boom de los americanos, ni la guerra fría, ni el muro de berlín, ni corea del norte y corea del sur, ni las bombas atómicas, ni los cohetes, y cambio la faz de la tierra completamente. Al principio nadie se enteraría, excepto los más cercanos al finado, pero a medida que pase el tiempo todos se verían afectadas a una escala cada vez mayor.
Empezando por el circulo de amigos de Hitler, tal vez una mujer que el presentó con un hombre nunca se conocen, nunca tienen hijos juntos; años después, con todos los que se hubieran conocido en el las reuniones del partido nacional socialista ocurre lo mismo; ya fuera de Alemania, la segunda guerra mundial cambió el mapa demográfico del planeta entero, y todos esos hijos de inmigrantes no existirían. Pero ni siquiera hay que ir tan lejos como que dos personas no se conozcan, con el solo hecho de que tus propios padres tuvieran sexo un día más tarde de lo que lo hicieron cuando te concibieron, el espermatozoide que fecundó el ovulo del que naciste hubiera sido otro, y tu no estarías aquí, sino que otra persona hubiera nacido en tu lugar; tal vez incluso se perdía la ventana de la ovulación y tu "otro yo" nacía tres meses más tarde, de otro ovulo distinto, con genes diametralmente opuestos a los tuyos.
A medida que avanza el tiempo, los cambios se ramifican más y más: como tal persona no nació, no hizo tal cosa, que hace que tal otra persona no nazca cinco años más tarde. Antes de llegar a los 60, calculamos que un 95% de los niños nacidos tras la segunda guerra mundial no hubieran existido. Y al llegar a hoy en día, la población de la tierra sería diferente casi en su totalidad. Y los que ya estaban tendrían vidas muy diferentes casi en su totalidad.
El Coronel guardó silencio mientras el Doctor hablaba. Las caras del general y el señor ministro se ensombrecían cada vez más y más a medida que el relato se prolongaba. Ya habían escuchado esto, y no hacía mucho.
-Bueno, ahora imagine que nadie viajara en el tiempo, sino que simplemente Hitler hubiera muerto en la primera guerra mundial cuando lucho como soldado; o cuando casi se ahoga de niño; o en alguno de los 42 atentados que hubo contra su vida; o que fuese aceptado en la academia de arte y dedicara su vida a pintar y tener sexo bohemio con jovencítas. En este preciso instante se puede estar evitando o gestando la tercera guerra mundial y no lo sabríamos. Y cada acción que hace cada ser humano en su vida, puede llegar a cambiar la faz de la tierra, afectando en mayor o menor medida, la vida de todos y cada uno de los seres humanos de un futuro más o menos cercano.
Entonces, si haciendo cualquier acción, siempre, sin necesidad de viajar en el tiempo, estoy "matando", o por lo menos evitando su nacimiento a miles de millones de personas del futuro, por más que también esté asegurando el nacimiento de otras tantas, me parece que es moralmente aceptable que usted viaje al pasado para modificar la historia de la tierra de la manera que estamos hablando.

Este último argumento no parecía ser suficiente para paliar lo antes dicho, pero desesperados por evitar caer en el nihilismo, se aferraron a él tanto el Doctor, como el General, el señor Ministro y finalmente el Coronel. El primero tras mucho tiempo pensando, los otros para evitar eso mismo...
-En fin- dijo el General- no es una misión suicida en el sentido tradicional, pero no volvería a ver a nadie que usted conozca, ninguno de sus seres queridos.
-No hay una manera de traerlo devuelta- aclaró el Doctor.
-Y aún si usted tuviera una manera de volver a nuestro tiempo, ellos no existirían- agregó el señor Ministro- Queremos que entienda los... riesgos, por más que usted sea el único capaz de llevar a cabo esta misión. No podemos a obligar a nadie a llevar en su conciencia tal acto si no cree que sea lo correcto.
Al cabo de un par de minutos de reflexión el Coronel dijo:
-Hace tiempo que estoy dispuesto a dar mi vida por mi país. No me parece que me estén presentando un destino peor que la muerte, y es por la mejor causa que se me ocurre. Y en cuando al destino de todas las personas que hay en la tierra hoy, usted Doctor dijo algo de que la tercera guerra mundial se podría estar gestando en este preciso momento, pero como están las cosas a la fecha, no va a haber tercer guerra mundial, ni va a haber una humanidad dispuesta a dar guerra a nadie de acá a un mes.
-Menos tiempo incluso Coronel. Por lo que estimamos, de ahora a una semana.
-Bueno, entonces no hay nada más que discutir. El tiempo apremia. ¿Cuál es el plan?

El plan era sencillo. El Coronel viajaría en el tiempo a la edad de bronce e introduciría tecnología mucho más avanzada que la que se disponía en la época. Grandes aportes como el hierro, pero incluso aportar cosas tan elementales como hervir el agua antes de tomarla, o que la tierra gira en torno al sol y no al revés, harían hacer avanzar miles de años el progreso humano.
El problema real iba a ser como llevarlo a cabo. No existían autos, aviones, mapas, teléfonos, televisión, gobiernos centralizados, ni siquiera existían el ingles o el español. ¿Cómo iba el Coronel a comunicarse con toda la humanidad, o al menos con alguien?
¿Y si solo viajaba unos cientos de años e introducía tecnología más avanzada? No había tiempo de enseñarle al Coronel como funcionaba un espectrómetro de masa, tenía que ser en la antigüedad porque era donde la mayor cantidad de tecnología elemental que una sola persona podía comprender, cambiaría toda una civilización, que podría luego avanzar a pasos agigantados.
Ya cuando existiera una población con tecnología de la edad media, por lo menos, el siguiente paso sería mucho más difícil: crear una cultura de avance, progreso, pensamiento científico, investigación, descubrimiento, exploración. De manera que el avance prosiguiera durante los siguientes milenios.
Hay un mito de que el avance tecnológico se estancó a tal escala en la edad media que, si no hubiera existido, hoy ya estaríamos colonizando otros planetas habitables. Esto es completamente falso de pies a cabeza. Es una idea romántica y antireligiosa, pero sobre todo es europeocentrista. Porque la edad media como la conocemos solo ocurrió en Europa. Ese "estancamiento" solo pasó en Europa. Así que si esa teoría es cierta, entonces en Japón deberían haber estado usando computadoras en el 1900, o Europa llevaba una ventaja desproporcionada frente al resto del globo.
Hubo una perdida de los conocimientos de los griegos y los romanos, sí, durante el caos tras la caída del imperio de estos últimos, pero cuando se calmaron las aguas hubo la llamada revolución del siglo XII, cuyos avances lamentablemente se perdieron en la peste negra y la propaganda del "oscurantismo"

El coronel estaba sentado en una silla plegable. Llevaba su uniforme de combate, botas, hasta el casco táctico. Tenía su mochila con herramientas, raciones, una laptop, una pequeña plancha de paneles solares, y un disco duro externo con planos, matrices, videos explicativos, libros de texto, manuales, formulas, técnicas, traductores electrónicos y diccionarios de lenguas antiguas, un saco con semillas de ciertas plantas seleccionadas, como el trigo moderno, muy superiores a las versiones salvajes de la época, y otras como el algodón, que no existían naturalmente en Europa, incluso un rifle de aire comprimido, un paquete de chumbos de cerámica y un molde para fabricar más.
Esto último era más bien por si necesitaba cazar su propia comida al quedarse sin raciones, pero siempre podría verse en la necesidad de tener que defenderse de un hombre con una espada de dos metros...
La silla plegable estaba en el centro de una habitación esférica, con solo una puerta curva rompiendo la monotonía, cuya pequeña ventana circular permitía ver al exterior, o que se viera el interior desde la sala de control. No había ni siquiera una luz, aparte de la que entraba de ahí. El Coronel respiraba profundamente con los ojos cerrados, como preparándose mentalmente para dar un salto en paracaídas, y recordaba las palabras del señor Ministro el día anterior mientras repasaban el plan de acción una vez más.
-Señor Ministro, ¿por qué en la reunión me dijeron que solo yo podía llevar a cabo esta misión? No está el Doctor más familiarizado con este conocimiento?
-Sí, pero la misión no es ir a un salón de clase Coronel, sino a una Europa virgen y salvaje. La misión también es sobrevivir hasta poder transmitir todo ese conocimiento.
-De todas maneras, ¿no hay acaso cientos de soldados que podrían llevar a cabo esta misma misión?
-Sí, y no. Hay cientos de oficiales que podrían llevar a cabo la parte de mantenerse con vida, pero no creo que haya alguien tan calificado como usted para hacer las dos cosas. Usted es un cosmonauta después de todo, es la elite de la elite y es tanto científico como soldado.
-Con todo respeto señor Ministro, pero que sea el más idóneo no es lo mismo a que sea el único capacitado.
El ministro inspiró hondo, como si temiera ese momento, pero tuviera la certeza de que iba a llegar.
-Usted, Coronel, es el perfecto ejemplo de lo que queremos lograr. Usted ES como DEBERÍA SER el resto de la humanidad. Usted no solo es inteligente, no solo es físicamente apto, sino que es moralmente un modelo a seguir. Usted está en el cruce entre los emprendedores y despiadados lideres industriales, los incansables atletas, los brillantes ingenieros de la NASA y los altruistas doctores voluntarios. Es la única persona que tenemos capaz de sobrevivir, hacer contacto con las poblaciones autóctonas, transmitir el conocimiento, moldear la sociedad y ni teñir todo con su visión personal, ni ser corrompido por el poder que sin duda va a gozar. Piense que cuando llegue a una aldea y les enseñe a hacer en un día el trabajo de un mes, lo van a ver como a un dios, y el poder personal que eso implica. Piense que lo que usted implante va a verse desfigurado por cinco mil años de historia antes de que lleguen los invasores. No tenemos a nadie más. Yo mismo se que no sería capaz de hacerlo. Pero me siento orgulloso al menos de no haber hecho nada por salvar mi pellejo en lugar de hacer que esta misión llegue a buen término. Así que no nos defraude Coronel.

-¿Coronel?
-¡Sí!
-¿Está listo?
-¡Tanto como voy a estarlo!
-Buena suerte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario