domingo, 26 de diciembre de 2010

Inconclusa

Estas tranquilamente acostado en una hamaca paraguaya, con una novela y una jarra de té helado. Es un apacible domingo de primavera, tenes muchas cosas que hacer, pero nada que quieras hacer. El aire tibio te induce esa sensación de tranquilidad, de calma. El libro es una novela de horror. El momento no es el propicio para leer literatura de terror, siendo una brillante tarde, con ningún sonido mas que el cantar de un ave y el hielo derritiendoce en la jarra, pero quieres saber como termina y un momento tranquilo para leer como este no siempre se logra.

El autor te sumerge en la narración. Es como si abrieras una puerta hecha de hojas con una cerradura de tinta, que da a otra dimensión, una de imágenes de pesadilla, de sonidos horripilantes que te recorren la espina, de icores que resbalan por cada pared y seres de mil patas se retuercen tras cada sombra. Hasta la portada, con su cubierta de cuero negro, de primera edición, y las letras grabadas en un color que alguna vez habría sido un rojo oscuro o un bordeaux, pero el paso del tiempo, y el paso de las manos de incontables dueños transformó en un oscuro y corroído tono, como de sangre coagulada y ennegrecida.

Solo el libro sabrá quienes lo han poseído antes. Quienes habrán leído sus ya oxidadas paginas, con una historia horrible y retorcida. Resulta que la historia era de un escritor, lo que solo te hacia dudar de la autenticidad de la trama. Es sobre un escritor que se exilia a una desolada cabaña en los bosques canadienses, buscando paz e inspiración. Un bosque frió y oscuro, con arboles tan antiguos como la tierra en la que sus nudosas raíces se retorcían hacia un tronco musgoso y de aspecto macabro. El novelista vivía en una cabaña, construida con madera de esos mismos arboles malditos, ubicada a kilómetros del asentamiento mas cercano, pero a una decena de metros del riachuelo aledaño.

Era un fino y sinuoso hilo de agua a la gran altura que se encontraba su celda personal, situada en la ladera de una escabrosa montaña, cubierta de arboles hasta donde alcanzaba la vista, que no era mas allá del largo del brazo en la noche, noche la cual duraba cerca de veinte horas en esa época de año, época de fríos constantes, apenas mitigados por una chimenea, la cual servia a  su vez de iluminación, ayudando a la pobre lampara de queroseno, que entre las dos solo lograban mover la oscuridad de un rincón a otro de la habitación, como tratando de espantar una juguetona camada de demonios, que se divertían danzando sobre tu mente.

La mente comienza a jugar malas pasadas en ambientes como este. Incluso un hombre lógico y racional, que sabe a ciencia cierta que no hay demonios, espíritus, ni fuerzas ocultas que residan en el ceno mismo de la tierra, no tiene mas remedio que creerle a sus propios ojos, a fuerza de enloquecer. Con la soledad como única compañía, con uno mismo como único punto de referencia, con el tiempo divagando en torno de la escurridiza cordura, viendo, escuchando, oliendo, sintiendo, creyendo. Pues desde los tentáculos que se deslizan entre las sabanas al despertar de una pesadilla a mitad de la noche, viendo nada mas que un demente que salta de la cama para encontrar solo el propio sudor frió, donde la viscosidad se retorcía segundos antes;  hasta los pútridos olores rancios, que invaden las fosas nasales como una legión de cadáveres carnosos, deslizándose sobre el vientre a medida que suben hasta el cerebro mismo; pasando por los susurros inaudibles, que erísan el espinazo, pataleando por la nuca como cucarachas que se alimentan de tus miedos...

Despiertas en la hamaca. La oscuridad se cierne sobre ti. En la mesita aledaña el hielo es un recuerdo en la jarra. Un escalofrío te recorre la espalda y los brazos. Ya el clima te pide entrar. Escuchas un trueno lejano, y al mirar hacia arriba, ni estrellas, ni nubes de tormenta, solo una oscuridad pareja y tangible. No vez tu casa ya. Caminas aun con sopor, con la novela maldita en la mano. Una sensación extraña te recorre el fondo de la mente, y no dejas de preguntarte si no estarás soñando aun.

Tropiezas con una raiz y caes de bruces. El golpe te despierta definitivamente. La sangre corre por tu rostro, y unas luciernagas comienzan a danzar en torno tuyo. El olor de la sangre atrae mosquitos. No recuerdas ese arbol cayoso y enano, pero no ves tu casa tampoco. Parece que los mosquitos y las luciernagas estan luchando sobre ti, y al parecer se deboran unos a otros, dando lugar a una orgia mesianica, cuyos engendros salen despedidos de sus capuyos sobre tu cabeza.  El panico toma posesion de tu ser. Corriendo despaborido, huyendo del asco y los picotasos. Pero no sabes por donde corres, y resvalas al pisar unas hojas humedas y putridas, pululantes de gusanos; te deslizas sobre un fango viscoso y maloliente hasta caer en un riachuelo. El agua esta tan helada como un cuchillo contra la garganta. No queda duda de que no estas sonhando Trozos de hielo que flotan a tu alrededor, como una ventana destrozada, una ventana que quieres cerrar, y que todo se valla.

Corres desesperado, volviendo sobre tus pasos, tropezando en la oscuridad, cayendo de cara en el barro. Otro trueno a la distancia, y una débil luz recorta la silueta de una cabaña entre los arboles. Te arrastras hasta que chocas casi de frente con la novela maldita. Como un ancla a la realidad la tomas entre los dedos. Palpar la superficie te tranquiliza un poco, y tanteando como un ciego llegas a la puerta de la cabaña. La puerta se cae a pedazos, la madera corrompida por el paso del tiempo. Una oleada de putrefacción que te inunda los sentidos sale despedidas, y caes inconsciente.

Te despiertas congelado en la puerta de tu casa. Cubierto de fango, hojas y aun mojado de pies a cabeza. Hay nieve en torno tuyo, pero se derrite lentamente. La novela se muestra frente a ti, tan apacible, tan inofensiva. Es una hermosa noche de primavera de nuevo. La sangre coagulada en tu rostro te hace acuerdo del dolor de tu tabique nasal. Las picaduras en tus hombros y espalda siguen punzando como gotas de ácido que comen tu ropa. Ya nada tiene sentido, y entras en tu casa.

El interior de tu casa se encuentra tan muerto como debiera. Pero un ligero odor te llama. Cautelosamente te diriges a tu alcoba, temiendo ya que puedas encontrar. Pero al llegar a la puerta dudas aun mas. La puerta se ve decaída como la puerta de la cabaña, que ya no sabes si la existe en realidad. Por un lado te aterra la idea, pero por otro este vestigio de incoherencia brilla como un faro de cordura, y te aferras a que no es tu mente la que cae a pedazos. Y justo cuando el valor comienza a forjarse en tus venas, escuchar el sonido mas horripilante que en tu vida has osado imaginar.

La risa de un demente, el aullido de una victima, el rugir de una bestia, no hubieran causado tanto pavor como  escuchar tu propia vos tras esa puerta. Los restos mortales de tu salud mental se derrumban sobre la moquete, y golpeas la puerta, que cae en pedazos, tras la cual contemplas el interior de una cabaña... Y sentado en la mesa de madera que hay al fondo, junto a una lampara apagada hace siglos ya, con los lentes sobre las cuencas oculares vacías, ahí yace, vestido en ropas atemporales, mitad momia, mitad esqueleto, con la novela a medio escribir, ahí esta tu cadáver. Y el recuerdo te golpea como martillazo en la nuca.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Nietzsche, Pascal y Papa Noel

Está la gente que cree que hay un ser superior/orden del universo y los que no. (Bueno, y están los que dicen que es irrelevante. Yo personalmente soy de este grupo.) Ahora yo me pregunto:

El clásico tema del significado de la vida. Si hay un motivo por el cual estamos aquí y ahora. ¿Eso hace nuestras vidas más relevantes... o más insignificantes? Pensemos por un minuto que existe el dios de la tradición judeo-cristiana, que él creo a los hombres y tenemos un porque estar aquí. Yo me digo, ¿tenemos libre albedrío realmente? Si es una mente capaz de ver todas las decisiones que podríamos tomar, tiene todo en consideración, "obra de maneras misteriosas", cuando alguien muere "era parte de su plan" y esas cosas; él nos coloco aquí y ahora para cumplir con un papel de peón en un gigantesco juego de ajedrez cósmico, en el que los oponentes son otras fichas. Eso no es libertad...

Tomemos en consideración la existencia de un destino. Un plan general, un orden de las cosas. Bueno, ese orden tiene que haber sido planificado, o sino más que un orden predispuesto sería simplemente una sucesión de acontecimientos como mejor nos parezca... Y ahí entramos en la existencia de un ser superior y el conflicto de ser un peón...

Bueno, ¿y qué hay de una religión que no hable de un plan? El budismo dice que esta vida solo es una transición hacia el Nirvana, así que en realidad esto no es muy relevante que digamos. Sí las enseñanzas y el camino que recorramos. En definitiva no importa un pimiento, porque si hacemos las cosas bien vamos a ascender, sino venimos devuelta y se va la décimo tercera. 

Y llegamos a la  última opción. Nihilismo. No hay nada. No hay vida después de la muerte. No hay un plan. No hay un ser superior. Nada. Es en este caso en el que disfrutamos de libre albedrío real. Porque solo si no hay consecuencias puede uno sopesar las opciones, o sino simplemente eligirá el camino que ofrezca menor resistencia. Aunque no siempre. 

Yo les recomiendo la apuesta de Pascal. ¿Qué dice? Que no se puede demostrar la existencia de un dios, pero tampoco la no existencia. Si uno se rige por sus leyes y hay una vida después de la muerte, habrá ganado una eternidad. Si no sigue sus leyes y hay una vida después de la muerte, tiene todo que perder. Y en caso de que no exista, da igual que haga uno. Así que siguiendo las "leyes divinas" uno tiene todo que ganar y nada que perder.

Yo no digo que vayan a la iglesia y donen su sueldo. Eso yo lo veo como hipocresía. Pero si hay un ser superior, tendrá un concepto de bien y mal abstracto y definitivo, que va más allá de los bienes materiales y de rezar un padre nuestro. El bien real, comportarse como un ser productivo que de algo a la sociedad. Todas las religiones del mundo tienen puntos en común. Hasta el nihilismo, aunque técnicamente no es una religión. Sí, el nihilismo tienen enseñanzas también. Pero cada quien tiene que buscar las suyas.

Nietzsche cuando habla de "la muerte de dios", habla de la decadencia de la sociedad. Son como perros a los que les soltaron la correa. El Superhombre (Überschmen) es bueno porque esta bien, no porque dios nos castigara por toda la eternidad si no somos "buenos" En definitiva ser bueno por miedo a un castigo no es ser bueno, sino actuar como lo haría alguien bueno pero solo en circunstancias dadas por miedo a represalias. Es como el que no mata por miedo a ir a prisión. Si se le presenta una oportunidad de matar sin ser castigado lo hará, y eso no es bondad.

Yo considero que hasta que la raza humana no llegue al punto de ser bondadosa por naturaleza, de ser bueno con el prójimo, aportar a la sociedad y no ser solo un parásito, de tomar en consideración el bienestar de los demás y no solo el de uno mismo, hasta que los humanos no demuestren que pueden manejarse sin necesidad de una correa, no es pertinente quitarles la correa moral de una religión. No aún.

Así que yo les digo, recen bajo su arbolito, y sean buenos nenes o Papa Noel no les trae regalos. Pero acuérdense de tomar la decisión por si mismos, o nunca les decimos que no existe* San Nicolas, pero SÍ les dejamos de dar regalos cuando crezcan...

domingo, 19 de diciembre de 2010

Galatea, ave del Halcón (4/4)

   El mayordomo arrastro el cuerpo desangrado hasta un incinerador y se deshizo de él. Pero el rastro de sangre era demasiado obvio. Tenia que limpiarlo... O solo alejarse de ahí, y que le atribuyeran el homicidio a alguien más. No había homicidios en el Palacio. Ningún Borg mataba a otro Borg. Cualquier problema de importancia lo resolvía la reina, cualquier problema sin importancia lo resolvía el comité. Matar un humano seria considerado como un problema sin importancia, siempre y cuando la reina no se enterara. Tenia algún tipo de interés ilógico en este humano... ¡Igual que el humano! ¿Sería posible que la reina tuviera...? No, no tenia sentido. Pero puede que hubiesen traído consigo alguna especie de infección. El comité le daría la razón. Lo mejor era matarlo por el bien de la comunidad. Por el bien de la reina.


   —RESPONDA: POR QUÉ SE REFIERE A LA REINA CON EL ADJETIVO DE AMADA
   —Porque yo la amo. Es mi amada.
   —RESPONDA: DÓNDE TUVO CONTACTO CON LA REINA Y EN QUE MOMENTO
   —Nunca la vi en mi vida.
   —RESPONDA: CÓMO PUEDE AMARLA SIN HABERLA CONOCIDO
   —No dije que no la conozca. No le he visto en persona, pero se todo de ella. Yo la amo, y se que si hablo con ella, aunque sea una sola vez, ella me amara a mi también.
   —RESPONDA: ¿DEPOR DONDEQUESACO TIENE ESA INCEFORMATEZIAN?
   — ¿Qué?
   El comité no hablo por un par de minutos, dejando al Duque con la duda. Algunas cabezas parecían moverse ligeramente. Finalmente habló.
   —RESPONDA: DE DONDE SACO ESA INFORMACIÓN
   —Yo vengo de los restos del reino de Falconia. Los únicos humanos puros que quedan en la faz de la tierra. O al menos eso pensaba. Mi hermana, la madre de Harrier Falke, Conde de Falconia, me mostró antes de morir un libro. Era un libro de historia. En el se hacia constancia de la forma de gobierno y lideres de los Borg, Arcaidos, Viles y Humanos.
   He ido a ver a los Arcaidos en sus ciudades flotantes, me comentaron de sus hermanos subacuaticos y fui con ellos también. Pero ya perdieron el camino hace siglos. Sus ojos solo ven a un par de metros de sus narices, y definitivamente ya no son humanos.
   Fui luego con  los Viles en sus desiertos, ruinas y paramos de sal. Pero solo eran un montón de rufianes, robandoce unos a los otros, saqueando lo que queda de lo fuera alguna vez la civilización. No hay humanidad ahí. Y mi busqueda de algún sobreviviente humano me trajo hasta aquí. Le alquilamos a los Viles un Tóptero que nos trajo al ultimo bastión de humanidad.

   En el libro se hablaba de Galatea. Galatea aparecía como una figura enigmática, esbelta, gallarda, incansable, increíblemente sabia e inteligente, líder nata de los Borg. Busque mas libros sobre ella, y todos la calumniaban, pero yo veía la verdad tras sus palabras. Ella era una humana. Probablemente la única que quede fuera de Falconia.
   —HEMOS OÍDO SUFICIENTE. SU FUENTE SON LIBROS ANTIGUOS. LA REINA NACIÓ HUMANA, PERO YA NO LO ES.
   —O no, la reina seguirá siendo humana mientras tenga un corazón en su pecho y un cerebro en su cabeza.
   —NO HABLE FUERA DE LUGAR. RESPONDA: POR QUÉ PIENSA QUE LA AMA
   —Yo no creo que la amo. La amo. Aún sin conocerla. Aún sin haberla visto. Porque se que ella quiere lo mismo que yo, porque se que ella es como yo, porque se que ella me busca a mi tanto como yo la busco a ella.
    El comité hizo otra pausa. Ahora las cabezas se movían visiblemente. Varias ponían los ojos en blanco. Había las que articulaban palabras sordas en sus labios. Una hablo por su lado.
   —¿Qué pretende de la reina?
   El Duque se asombro un poco de que se dirigiera a él una sola vos. Y parecía que ahora las cabezas más que prestarle atención a él, discutían entre sí. Pero contesto igual.
   —Yo solo quiero amarla. No me importa si soy correspondido siquiera. Es la única humana real que hay. El de Falconia solo yo y Harrier quedamos...


   Galatea caminaba con paso firme por los pasillos del palacio. El secretario la buscaba, y había mandado a a todos los Borg que pudieran en su búsqueda. El Comité no estaba respondiendo. O el Duque había cometido algún acto inadmisible o habían aislado las comunicaciones, pero al secretario no se le ocurría un  porqué. Pero mientras la reina estuviera actuando irracionalmente y al Comité no se pudiera acudir, quedaba él como líder de facto. La prioridad actual era encontrar a la reina Galatea y hacerla entrar en razón.
   La prioridad de la reina por su parte era encontrar a cierto joven que ya no estaba entre los vivos. Aún seguía sin saber de la existencia del Duque. Y cuándo se cruzo con el mayordomo, cubierto de sangre, con el rostro enloquecido y el aspecto más demacrado que un Borg de docientos sesenta y ocho años pudiera acaso demostrar... 


   La sala del Comité era un salón circular, con paredes de acero. Desprovisto de toda decoración, al igual que toda estructura Borg, pero las luces verdes y las columnas le daban un aspecto bastante lúgubre. Los cables que salían de las nucas de los miembros del comité se unían a la maraña que se enroscaba y ascendía por un espacio en el echo. Era imposible ver la altura que tuviera, o si tenia un fin siquiera. El costado de la estructura que sostenía al Comité era de paneles exagonales, en el centro de cada uno residía o una cabeza o una antena con un cable saliendo de su base para saltar a una de las cabezas o a otra antena, creando una maraña que interconectaba los pensamientos del Comité en una sola mente.
   — ¿Acaso existe el amor?
   — ¡Se esta engañando!
   —Quiere atraparla en sus redes, ¿verdad?
   — ¡Va a lastimar a la reina! ¡Es lo único que quiere!
   — ¿Por qué ella?
   — ¿Es un amor legitimo?
   — ¿Cómo puede saber que la reina lo vaya a corresponder?
   — ¡Se miente! ¡Ilusiones!
   — ¿Amor? ¿AMOR?
   El Comité estaba discutiendo a viva vos ya, y el Duque no sabia si responder a las preguntas que le arrojaban. Sí, el tenia las respuestas, y no todas eran bonitas, pero no le dejaban responder. Esto se estaba yendo de control...
   — ¡Alto! Esto tiene que terminar aquí y ahora. No se puede formar un comité para decidir si existe o no el amor. Va más allá de lógicas y explicaciones. Sí, solo conozco a la reina por lo que leí en libros y lo que otros me contaron. Pero eso no quita que pueda amarla. No, no me miento. No, no quiero lastimarla. No, no se si me vaya a corresponder o no. Pero no pido una vida eterna con ella, solo una oportunidad para que ella decida...
   El comité estaba discutiendo a viva voz ahora. Cada una tenia una definición de amor, cada una veía la situación de manera distinta. Era totalmente imposible llegar a un acuerdo. Incluso había varias visiblemente a favor de que se dejara a la reina decidir por ella misma, y una incluso parecía celosa de la reina. El Duque comenzó a retroceder lentamente. Viendo que el caos del que pendía su futuro con Galatea, decidió tomar cartas en el asunto. Había sido un buen chico y no funciono. Ahora intentaría por el otro camino. 
    Salió rengueando de la sala del Comité sin que se percataran siquiera. Caminaba por los blancos pasillos de techos altos y luces azules que sacaban reflejos metálicos a las columnas y los dinteles.
   Un grito ahogado lo insto a apresurar el paso, y si bien el palacio era enorme, la mayoría de los acontecimientos de relevancia se estaban llevando a cabo en las habitaciones contiguas a la sala de la reina. Por eso es que tuvo la suerte de encontrar al mayordomo y al secretario luchando a brazo partido, con la reina a sus pies, sosteniendo su pecho en el puño. Aún rengueando, aún herido, aún shockeado por la imagen de su amada Galatea, a la que no había visto en su vida, rendida en el suelo, aún con la duda de a quien debía apoyar y a quien rebatir, fue raudo a la batalla, usando su bastón como espada, y su honra como escudo.


   La reina se encontraba postrada en una camilla junto al Duque con una mascara de oxigeno. El  Duque su lado en misma postura. Estaban tomados de la mano, y el al menos sonreía. La reina precisaba un corazón urgentemente, y el único que había disponible era el del Duque, después de la trágica muerte del Conde. Y ahí mismo, en la sala de operaciones, esperando que se preparara la maquinaria, aprobechando los escasos minutos antes de que la anestesia entrara en la foto, es que se conocieron.
   — ¿Por qué te niegas a usar un corazón artificial?
   —Jamas... —Murmuro la reina en forma de respuesta.
   — ¿Acaso tienes miedo de dejar de ser humana si pierdes tu corazón?
   A través de la mascara se pudo vislumbrar una sonrisa triste en el rostro de Galatea. Y asintió ligeramente con la cabeza. 
   —Yo vine en búsqueda de la última humana que queda con vida en la faz de la tierra. Solo quedamos tu y yo en este momento.
   Galatea le apretó la mano con mas fuerza.
Y quedaron rendidos por Morfeo. Fue ahí mismo, en esa sala de operaciones, que minutos mas tarde los últimos dos humanos murieron juntos, y aún de la mano.

Galatea, ama y esclava (3/4)

   —Pues que tenga el mio entonces.
   Hausieren Habicht Falke, Duque de Falconia, estaba de pie en la puerta de la oficina del secretario. A su lado el mayordomo sonreia levemente. Sus ropas rotas, su brazo entablillado, su rostro cansado, sucio y sonriente tambien. Unos pequeños seres de unos treinta centímetros de altura, cubiertos con unas capuchas negras y con no mas rostro que uno enormes lentes naranja, deambulaban tímida pero curiosamente. De no estar aun apresado por los guardias, el Conde hubiera saltado sobre su amigo. Lo que permitió al Duque caminar sin obstaculos hasta el escritorio del secretario, apoyado en un burdo baston de acero.
   —Ellos son los Mesianos—Dijo señalando con el baston a sus pequeños escoltas— Debería hablar con ellos. Son quienes construyeron la bestia de la mina. Y antes de que haga algo estúpido, vinieron a dialogar. Sabe perfectamente bien que tienen tecnología capas de matarlos a todos ustedes, incluida su reina, pero no tienen intenciones bélicas. Y hablo en su nombre, pues ellos me salvaron la vida, aun después de destruir su maquinaria de excabacion. Y les asegure que serian recibidos con diplomacia.


   El Duque paso casi cinco dias viviendo con los Mesianos, aprendiendo a comunicarce correctamente con ellos y recuperandose de sus heridas. Tuvo la suerte de que su idioma fuera un derivado de un par de los quince que el hablaba. Ahora se encontraba reposando en una cama que los Borg proveyeran para su bienenestar. El Conde, libre al fin de las ataduras que representaban los enormes brazos bionicos de los guardias, conversaba alegremente con el Duque.
   — ¿Pero no pensaras darle tu corazon a la reina, verdad?
   —Mi querido Harrier, si es a eso a lo que vinimos.
   — ¿Pero no era en un sentido figurado?
   El Duque rio avidamente—Si, lo era. Pero si ella quiere que le entregue mi vida lo hare. Y ademas me aseguran que van a suplantarlo con una bomba bionica. No le veo el riesgo.
   —Pero si es tan facil, ¿porque no se implanta una de esas bombas la reina? Nada de esto tiene sentido.
   —No me importa ver el sentido, me importa verla a ella. Pero ademas me alegra que pueda tener una parte de mi.
   —Tal vez yo pueda resolver algunas de sus dudas. A cambio de que ustedes despejan algunas mias.
Era el secretario de la reina. Su andar delicado y sutil lo hacia aparentar que se deslizaba sobre el suelo en lugar de caminar. Acerco uno de los asientos, blancos, de aspecto elaborado, pero suaves al tacto, y se sentó junto a la cama.
   —A mi algo que me gustaria saver es ¿por qué la reina no accedio a vernos en primer lugar si le era tan importante un humano puro? —Inquirio el joven Conde.
   —Eso es muy sencillo. El mayordomo, al igual que los demás habitantes de esta ciudad, desconocian el interes de la reina, motivo por el cual no le informo de esta peculiaridad a ella. ¿Puedo yo hacer una pregunta ahora?
   —Por supuesto—Contestó el Duque
   — ¿Qué hacia en la mina de criolita? Nos fue muy útil su aporte, no me malinterprete. Incluso estamos llegando a un acuerdo comercial con los mesianos, pero me intriga saver porque motivo entro en primer lugar.
   —Eso también es muy sencillo. Si vencia a la bestia se me concedia una audiencia con mi amada—Y el Duque sonrió—Y hablando de eso me gustaria verla antes de la operación. No es que no confie plenamente en sus maquinas medicas, pero ella es el valor que me impulsa. ¿Sucede algo? Lo noto preocupado...
   —Es simplemente que el mayordomo no tiene potestad para tomar esa decisión. No podia concederles una audiencia en primer lugar.
   — ¡Esa rata traicionera! —El Aguilucho ardia de ira—Usó nuestras vidas como muñecos descartables. Alguien iba a pagar caro por esa traicion, y este ave tenia su presa. Se paro en ese instante, y prestando oidos sordos a las advertencias de su señor y a las palabras del secretario, que les prometia una udiencia de todas formas, salió raudo en busca de cierto Borg mentiroso.
   —Su joven compañero es muy impulsivo. Lo que intentaba decirle era que aunque el mayordomo no tiene esa potestad, yo si la tengo. Y no creo que la reina tenga el mas minimo inconveniente en verlo.
   — ¡Magnífico! Solo dejeme ponerme presentable.
   — ¿Pero no esta usted en recuperación? ¿Deberia levantarce así como si nada?
   —No se preocupe por mi, la medicina mesiana hace maravillas. Ahora si me perminte—Y al tiempo que pronunciaba estas palabras se alejaba en dirección al tocador.
   — ¡Un momento, porfavor! Una última consulta antes. ¿Por qué vinieron a nuestra ciudad en primer lugar? ¿Por qué llama a mi reina 'su amada'? ¿Y por qué es tan importante conseguir una audiencia con ella?


   El mayordomo se preocupo al enterarse del increíble interés que había presentado la reina en el par. Era el, después de todo, quien casi los mata a ambos sin informarle nunca de que fueran humanos puros. Pero hasta la reina tenia que reconocer que no había manera de que el mayordomo supiera su interés, y que el SI le informo de su presencia, siendo ella quien los mandara despachar sin ponerles siquiera un ojo encima.
   No obstante una reina es una reina. Así que estaba casi que nervioso, si no estuviera completamente a merced de lo que la reina dictaminara. Ya ni morir le importaba. Solo la voluntad de la reina lo obligaba a seguir, así que en definitiva si ella determinaba que se había terminado el tiempo que le regalara tantos siglos atrás, no iba sino a agradecer.
Consolandoce poco a poco con la idea de la muerte desde que llegara a sus oidos la peticion de la reina, habia llegado a desear este destino, harto de una vida vacia de servidumbre. Ahora esperaba impaciente su muerte.
   —¡Hey tu! Si, tu, maldita reptante criatura del fango—El conde acudia iracundo a al encuentro del meditabundo mayordomo—¡Nos mentiste desde el momento en que nos viste!
   —Yo meramente transmiti su peticion a la reina, y les comunique su postura frente al hecho.
   —¡Nos prometiste una audiencia en caso de derrotar a la bestia! ¡A ambos! Sabe usted bien que no tiene tal potestad. Hemos hablado con el secretario.
   —Yo meramente le intente dar una utilidad a un par de dementes. No hay daño alguno hecho ahí.
   —Que no hay daño. ¡Que no hay daño dice! ¡El único motivo de que mi amo este con vida aun es por su capacidad en el combate!
   —Y en caso de su defunción daño alguno hubiera recaído sobre nuestra comunidad. Es mas, la raza humana es obviamente imperfecta y los supervivientes que permanecen obstinadamente con vida, es obvio que están locos.
   Nunca sabremos si fue por la manera desinteresada en la que el mayordomo se refería a la muerte de su amigo, probablemente mas significativa para el Conde que la suya propia; el hecho de que no pensara que hubiese error alguno en su actuar; la mentira que pendia sobre su honor; los nervios por perder denuevo a su bienamado amigo en una operacion que era por demas absurda; o todo lo anterior junto. Lo que si sabemos es que fue en ese instante que salto sobre el cuello del anciano Borg garras por delante.


   El Conde no era mas que un niño junto al anciano Borg. Que, a pesar de sus tantos siglos, seguía teniendo una fuerza descomunal, obviamente. Algo no funcionaba bien. Su sistema, ya dañado por la incoherencia del Duque, había comenzado a ser dominado por su mitad humana, y las emociones empezaron a prevaler... La ira comenzó a aflorar, y el Conde solo pudo llorar ahogadamente mientras el Borg le arrancaba un trozo de garganta con la mano limpia. Mientras se ahogaba en su propia sangre manoteaba desesperadamente hacia el rostro del mayordomo, que momentos antes atacara adolecentemente. Y con las lagrimas en los ojos intento murmurar las palabras Mi Señor inutilmente...

   Técnicamente eso fueron tres preguntas, no una última. Vaya forma poco especifica de expresarse proviniendo de un Borg. Pero el Duque le explico igual. Era tan simple que el Borg no le veía sentido. Pensó que le estaba mintiendo, le pregunto de nuevo, el Duque le respondió lo mismo, le aseguro que era eso, y el Secretario comenzó a encojare. Si hubiera sabido porque era que la reina quería el corazón, no hubiera cuestionado al Halcón. Pero aunque ya le había prometido una audiencia, se apoyo en que el Comité tenía que ratificar su decisión. 
   No era así, por supuesto, solo se recurría al Comité cuando un Borg quería resolver un problema con otro Borg, demasiado insignificante como para que la reina le dedique esos escasos segundos que precisaba para resolverlo. El Comité eran todas mujeres Borg. La sociedad Borg era básicamente matriarcal, así que no era de asombrar que un jurado interino fuese de mujeres. Su función dentro de la comunidad era básicamente eso, así que no necesitaban cosas inútiles como brazos y piernas. Sus cuerpos estaban construidos en torno a un sistema de soporte de vida. En definitiva era una esfera con cabezas que brotaban como hongos de los costados. Estaban conectadas a través de unos cables que salían de sus nucas, y subían hasta una entrada en la parte superior de la estructura. Hablaban todas al unisono.
El Halcon se hallaba con el torso desnudo y vendado, apoyado aun en su primitiva muleta. Fue guiado por el secretario, y ahora se erguía gallardamente ante la abominación que pretendía juzgarlo. 


—Buen día, estimadas señoras. Vengo a aquí-
—NO HABLE FUERA DE LUGAR—Las dos docenas de bocas diciendo exactamente lo mismo, con apenas fracciones de segundo de diferencia, causaban un golpe en el subconsciente. Era perturbador. Pero el Conde ya habia visto muchas cosas en su vida.
—SOLO HABLARA CUANDO SE LE DIRIJA LA PALABRA. RESPONDA: ¿A QUE VINO A NUESTRA CIUDAD?
—Vine a conseguir una audiencia con mi amada Galatea.
—RESPONDA: ¿CON QUÉ FIN REQUIERE ESA AUDIENCIA?
—Solo quiero hablar con ella.
—RESPONDA: ¿DE QUÉ TÓPICOS HABLARÍA CON ELLA?
—De nuestro amor.


La reina se paseaba en su jaula de hielo. Ida y vuelta, ida y vuelta. Como una gata acorralada. Tenia poder absoluto sobre su pueblo, por lo que no podía confiar en que se hiciera lo que ella quería. Como no le habían informado de la presencia de un humano en sus dominios. ¡Eso era inaudito! Y con lo que lo precisaba... Fue hasta una de las paredes de la sala y abrio el panel. No quería estar comunicada todo el tiempo. Eso era para los Borg. Ella no era un Borg se repetía una y otra vez. Ella era humana. Era la única humana que quedaba con vida. No, eso no era verdad. Este humano. Sí, si el estaba con vida, puede que hubiera mas. ¡Quien sabe! ¡Podría haber toda una comunidad entera de humanos viviendo en algún lado! Quería saber donde estaba. TENÍA que saber donde estaba. Busco la mente del mayordomo, pero no la encontró... Eso no era posible. Solo en caso de que muriera podía- ¿Muerto? Busco en las interconexiones, y vio que su secretario había estado buscando a su mayordomo justamente, y vio que ahora corría raudo hacia uno de los salones del palacio.
   "Habló" con él. Él le mostró las imágenes que tomo del mayordomo... ¡La reina le preguntó por que no le habían avisado! El mayordomo le aseguro que todo estaba bajo control. No creía que el joven fuera capaz de someter al mayordomo, y ya había enviado un par de guardias a apresarlo. Habían sido capaces de someterlo esa misma mañana- ¡Pero como podía ser tan idiota! ¿Y si el chico fingió dejarse apresar? ¿Por qué no había registros ni comunicación posible tras el ataque del chico hacia el Borg? Era obvio que había algo que no estaba tomando en consideración. ELLA se haría cargo PERSONALMENTE. 
   El secretario paro en seco en el pasillo. La sola noción que se asentó en su cerebro ambivalente lo shockeo. La reina no podía salir de su recinto... ¿Iba a salir por ESO? Si bien el sistema de soporte de vida en realidad lo que hacia era evitar una falla del sistema, también podía usar un sistema portátil que consistía en un arnes ajustado al pecho por encima del vestido. El armazón de metal traqueteo, los cables chasquearon, y Galatea salio de su recinto libre... Normalmente le habría pedido a su mayordomo que trajera el arnés portátil, no es que fuera normal que lo usara tampoco. No estaba precisamente probado. Solo tenia un intento después de todo.
   Si bien la reina había logrado perfeccionar el arte de traer de nuevo a la vida cadáveres inanimados, no era la misma persona... Era como despertar un día y tener recuerdos de una vida, pero no haberla vivido. Y en sus filas solo contaba con muertos revividos y gusanos formados en torno a una carcasa de acero. Ella era la única humana real. El resto de sus creaciones eran abominables. Pero en algún lugar de su palacio había un humano real, un humano puro, y había atacado a su mayordomo minutos antes.

Galatea, esperanza lejana (2/4)

   El Duque apuraba su paso por la mina pues no disponia de mucho tiempo. La droga que tomara momentos antes lo ayudaria a mantener el calor, además de potenciar sus musculos. Pero como perdiera mucho tiempo seria la temperatura ambiente y no la bestia ignota lo que lo derrotaria. A cada paso que daba pensaba en su amada Galatea, en como se vería, en como se oiría su voz, en que color de cabello tendría, si algun día podria amarlo a él con la intensidad que la amaba en ese momento, antes de conocerla aún...

   El joven Conde y el mayordomo volvían a la metrópolis calladamente. El mayordomo pensativo; el Conde desesperanzado.
   — ¿Puédo vivir en su ciudad señor?
   El mayordomo se detubo un instante a mirar al pequeño aguilucho: un niñato, sin un siglo cumplido siquiera, casi sollosando por la más que probable muerte del otro demente, abrazando banamente la funda de la espada.
   — ¿Que beneficios le daria a nuestra comunidad el mantenerte? ¿Podrias llegar a pagar de alguna manera los servicios que les prestamos hasta ahora, sumado a los que estas exigiendo a futuro? Honestamente lo dudo.
   — ¿No podria por lo menos darme una oportunidad como la que le dio a mi señor?
   — ¿Crees poder tener éxito donde tu amo fracaso?
   —No es- No era mi amo, sino mi señor. Y si, creo poder lograrlo- “O almenos podre unirme a el si no lo consigo.” Penso el aguilucho...
   —Bien, te dare una semana como al otro. Lo máximo que tengo que perder es un poco más de comida, y si fracazas me librare de tu molestia de todas maneras.

   Galatea deambulaba por la sala del trono. Como una gata encerrada daba vueltas por sus aposentos. Si no fuera por el sistema de soporte de vida que llevaba a cuestas moriría instantaneamente, con su corazón en un estado tan frágil. Se acerco a un panel y al aproximarce se abrió. El sistema de comunicación usado por los Borg venia incluido en sus cabezas de fabrica, y con enchufar un cable a su nuca la reina tuvo acseso a todas las mentes de su reino. Comunicación instantanea y directa con las mentes, sin necesidad de un idioma siquiera. Normalmente solo daba ordenes dos o tres veces al día, pero su mayordomo personal le llamo la atencion... Sus musculos faciales, debiles por el desuso, tuvieron problemas para contorcionar su rostro en esa mueca de asombro, al ver que tenía un humano puro viviendo en sus dominios. Un humano vivo, con un corazón funcional...

   El Duque estaba desistiendo casi de su tarea, pensando en volver al día siguiente, pues no encontraba señales de la bestia, ni nada que le diera a entender que fuese algo más que una alucinacón colectiva, cuando escucha un sonido casi imperseptible. Fue como escuchar el aire salir de un pistón. Quieto. Perdia el tiempo, lo sabía, tenía que estarse dirigiendo de nuevo a la salida en lugar de quedarce- ¡Ahí! Se dirigió en la direccion de la que provenia el sonido, pero la camara de resonancia que significaba el túnel de la mina, amplifico más de lo que pensaba el sonido, y pronto se encontraba corriendo. No podía estar tan lejos, pero talvez si lo estuviera, y a medida que se acercaba lograba sentirlo aun por encima del ruido de las botas contra el suelo congelado.
   De roca desnuda las paredes, y de polvo y roca molida, apisonado y congelado el suelo. Con puntales de tanto en tanto manteniendo la integridad del precario tunel, pues los Borgs no se preocupaban demasiado por la seguridad de sus obreros, y al no tener madera tenian que usar el preciado acero para hacer arcos y tabiques. Y en este ambiente es que el Halcón encontro su presa.
   La criatura era rosa, cuadrupeda y con pesuñas; no tenia cuello ni nariz, y uno de los cuartos traseros era una maraña de cables, cajas metalicas, engranajes, pistones y tenia una especie de chimenea de donde salia periodicamente un vapor blancusco con un silvido. Era el silvido lo que escuchaze el Duque. Tenia costras en la piel aquí y alla, y los colmillos, que asomaban asimetricos del hocico, tenian una apariencia rocosa, como si cobre, magnecio, hierro y niquel se hubiesen cristalizado en su superficie. Eran estos ultimos los que usaba para frotar la roca madre en busca de la criolita, y aparentemente se alimentaba de este material... El Duque podia pasar caminando bajo su vientre agachando un poco la cabeza...
   Cuando el asombro se hubo disipado se dio cuenta de que perdia preciosos minutos y la oportunidad de tomar por sorpresa a la bestia. Al salir una bocanada de vapor de la chimenea una onda movio el aire alrededor suyo ligeramente. No sintio fuerza alguna, pero percivió un toque invisible en su espada, y la vio largar un chispaso. Era el pulso electromagnético. Y la criatura, que en su fuero interno bautizara Dragón, vio las chispas tambien.

   El Conde dormia placidamente en sus apocentos. No era una cama comoda, sino el mismo saco que trajera consigo, pero despues de pasar todo el dia ejercitandose a la intemperie desnudo, cualquiera duerme placidamente, aun dentro de una caja. Pero su sueño fue perturbado por la irrupción en la habitación de guardias armados.
   — ¿Qué sucede? —Pregunto en vano.
   Fue sacado en silencio, y practicamente arrastrado fuera de la recamara. El Conde casi gritaba pidiendo explicaciones, pero un Borg puede ser muy silencioso si asi lo desea, y de hecho estos guardias, de la ultima generación, no contaban con boca siquiera. Por lo que el Aguilucho se resigno a acompañar los mudos pasos hasta la oficina del secretario. El mayordomo era el sirviente personal de Galatea, pero el secretario era su mano derecha.
   Era de los primeros que la reina creara, por lo que era humano en apariencia pero con casi dos metros de altura. La camisa de cuello y puños floridos ablandaban un poco la aperiencia del secretario, pero el abanico de acero, de apariencia afilada, la endurecia de nuevo. Sus movimientos metodicos no dejaban de ser fluidos y graciles.
   —Ah, gracias por venir tan pronto mi querido.
   —No me han dado elección precisamente. ¿Qué desea de mi persona?
   —La reina lo ha mandado llamar, aparentemente.
   No cabia en sí de su asombro. Vinieron expresamente a verla y lo dejaron en claro apenas llegaron, y a ellos les dejaron en claro inmediatamente que la reina Galatea no tenía intenciones de verlos. ¿Y ahora resultaba que la reina lo manda llamar? No tenia sentido, pero Harrier estaba más agradecido de poder cumplir el sueño del Duque en su nombre de lo enojado que estaba de que no pudiera hacerlo él en persona. Cerro su boca, limpio un asomo de lagrima de su ojo derecho, y sonriendo le pregunto al secretario cuando, donde, como y porque.

   El Dragón giro su enorme ser hacia el Duque. Este salio de su pasibidad y, espada en mano, cargo contra la bestia. Pero fue correspondido. La carga de la bestia era desigual, pues solo tenia tres patas y la cuarta era un peso muerto que arrastraba. El Duque golpeó hacia arriba y rodo. La criatura con el cuello cercenado se removió inquieta y dio la vuelta. El halcón repitio la estrategia de cargar contra el Dragón, tirar un golpe y esquibar en el ultimo instante, pero a pesar de lograr clavar la espada en el pecho de su oponente, no logro evitar un manotazo que lo lanzo contra una pared, rompiendole un brazo y unas costillas en el impacto, y privandolo de su arma. Pero la bestia, ya derrotada, derivaba y chocaba con las paredes, derribando un puntal y cayendo bajo una lluvia de escombros en la unica salida del túnel. El Duque recobro el conocimiento, y el dolor le hizo desear haber quedado inconciente, y al ver la salida bloqueada por el enorme cadaver moribundo lo deseo aun más.
   Se levanto para ver la sangre negra derramada por doquier, que lentamente derretía el suelo, creando un barrial. Y pudo ver también como una ultima bocanada de vapor salia del aparato, una ultima pulsada magnetica que lo recorria y allí mismo ceso de existir el Dragón. Lamentablemente su espada seguia en el pecho, el cual estaba fuera de su alcanze. Tomo un trozo de hojalata y empezo la ardua tarea de trocear un camino a travez del... ¿animal? Pero después de cosa de una hora, con poco más de un metro cabado en las entrañas de la criatura; el dolor, el cansancio, el cobro con impuestos de la droga y el frío lo hicieron caer rendido en el cobijo que le proveyera su antiguo rival. Se giro y se sento.
“¿Así he de morir? ¿En una cueva olvidada, en las entrañas de la montaña, exitoso pero derrotado, extinguido por el frío y sin haber visto nunca los labios de mi querida Galatea?” Penso desesperanzado. “Talvez si duermo un poco en el resguardo que me da la tiviesa del cuerpo de este ser...” Y el sopor lo termino por vencer.

   Todos en la metropolis sabian que el corazón de la reina era fragil, pero como la mayoria tenian una sencilla bomba sintetica en lugar del trozo de carne, no comprendían que fuera importante. De hecho pensaban todos que la reina era inmortal y que cuando quiziera podía cambiar su corazón natural por uno artificial. Por eso el mayordomo nunca pensó que fuera importante decirle a la reina que los visitantes inesperados eran dos humanos puros...
   —La reina desea su corazón.
   — ¿Mi qué? Asumo que es una metafora, pero no entiendo porque habria la reina-
   —No, ninguna metafora, la reina lo que quiere es extirparle su corazón. Ese organo que tiene usted en el pecho, que sirve para bombear sangre, e implantarlo en el suyo.-Que el secretario sonriera no solo no lo tranquilizo, sino que lo puso mucho más nervioso, puesto que significaba que realmente le iban a extirpar el corazón.
   — ¡Pero no me pueden sacar el corazón asi como si nada!
   — ¿Y por qué no?
   — ¡Pues porque moriría!
   —Dos cosas tengo que decir al respecto: Uno, si la reina a tomado una decisión que implica tu muerte, no es impedimento alguno para llevar a cabo sus designios; Dos, vamos a reemplazar tu corazón con una bomba mecanica, asi que no tienes de que preocuperte.
   — ¿Por qué no usa una bomba mecanica la reina entonces?
   Y el secretario no supo que contestar. Asi que se remitio a los hechos.
   —La verdad es que no lo se, pero mi reina quiere un corazón, y un corazón es lo que tendra.

Galatea, reina del palacio de hielo (1/0)

   La inusual pareja transitaba por el escabroso sendero de la montaña, siempre ascendente, agradeciendo no obstante cada segundo que no estaban escalando. Al barón le tenían el mote de “Halcón”, mientras que a su acompañante se referían como “Aguilucho”, por estar bajo el ala del otro. Asumo habré creado la duda de porqué le decían Halcón al primero; pues no era por su porte, gallardía, orgullo, nobleza, carisma, valor, ni nada por el estilo; era simplemente por tener una nariz que nada tenia que envidiarle al pico del pobre ave.

   Enfundados en sus trajes térmicos viajaban los dos por la ladera de la montaña. El tóptero que contrataron para traerlos no se atrevió a acercarse más a la hoya glacial a la que se dirigían. Por alguna extraña razón que no acababan de comprender, la rara formación geológica, conformada por las laderas de tres montañas descomunales aún en escala montañesca, causaba unos constantes vientos cambiantes, que hacían imposible acercamiento alguno por aire, dejando como único medio de locomoción las extremidades inferiores de nuestros personajes.

   El barón se cobijó en una saliente para limpiar la toma semicongelada del condesador de oxigeno, que le permitía respirar ese aire enrarecido por la altura. Al apoyarse en la pared pudo percatar el cansancio de su fiel compañero, que aprovechaba el instante de tregua con el camino para descasar un segundo tirado casi de bruces. El barón lo alentó a seguir un poco más con un simple movimiento de barbilla y una palmada en el hombro. Estaban cerca de destino, donde podrían finalmente descansar como corresponde, a diferencia de donde se encontraban, lugar cuya estadía podría llegar a provocar principio de hipotermia.

   Y en efecto así era, pues a la vuelta del siguiente rescoldo divisaron el palacio de cristal de la reina de los Borg. Aún con la leve luz matinal refulgía maravillosamente la fachada exterior de la titánica edificación, que como un diamante encastrado en la ladera, asomaba su costado invitándolos a entrar.

   —Señora mía, parece ser que un par de viajeros han venido a verla—Recitó el lacayo respetuosamente con una educada reverencia—Aparentemente el interesado responde al nombre de Hausieren Habicht Falke, Duque de Falconia, y su cohorte es Harrier Falke, Conde de Falconia y sobrino del Duque.

   La sala donde se encontraban era un domo de unos treinta metros de altura, conformado por paneles plateados de forma hexagonal. Esbeltas columnas curvas descendían hasta el suelo, formando un ramillete que se habría hacia el techo. En el centro de una plataforma escalonada residían unos cristales iridiscentes que dotaban a toda la inmensa habitación de un onírico tono celeste. Era pues la sala del trono, donde Galatea vivía en sí. Al deambular lentamente, restañaba el cableado tensado sobre el armazón con ruedas que acompañaba el caminar de la reina.

—¿Y qué interes tiene ese par en venir a verme? —Respondió sin más la reina

—No se me a develado dicha información—Contestó prudentemente el lacayo, aún en reverencia.

—Pues si quieren una audiencia con su reina, deberán saber que no es un nombre ridículo lo que necesitan. Despachadlos.

—Sí mi señora.

   Galatea vivía en la soledad de su panal de cristal y acero, recluida a esa habitación por la necesidad de conservar con vida su parte biológica. Pues un Borg, no es solo humano con partes biónicas, ni solo robot con partes de carne; es ambas cosas unidas y no puede subsistír sin alguna de ellas.

—Me temo que la reina no desea atenderos en estos momentos, por lo que debo pedirles que se retiren señores.

—No abandonare estos aposentos hasta conseguir una audiencia con mi amada Galatea—Contesto llanamente el Duque.

—Me temo que no hay posibilidades mi señor—Le respondió a su vez el siervo.

   Pero en su fuero interno una duda le carcomía. Puesto que todos los Borg son hijos de la reina del hielo, que este extraño se refiriera a ella de una manera tan... romántica, daba lugar a deducciones inconcebibles para el cerebro del antiquísimo sirviente, que no veía sino a un humano, mortal y demasiado joven aún. Resulta que el mayordomo era un Borg suficientemente antiguo como para haber nacido humano.

   Al comienzo la reina investigaba la ciencia de la biomecatrónica con el objetivo de crear prótesis, pero luego cayó en la cuenta del verdadero potencial de esta nueva ciencia: la inmortalidad. Fue por esto que se decidió a reconstruir cadáveres y a reanimarlos, con partes biónicas obviamente. Con el paso del tiempo intento ralentizar -si no detener- el deterioro que las agujas del reloj causaban en su adolorido cuerpo. Y con el tiempo los Borg eran prácticamente una raza aparte, repudiados por el resto de la humanidad, por lo que se recluyeron a vivir en su propia fortaleza de la soledad. Posteriormente la reina comenzó a crear Borgs desde cero; criando un cuerpo humano alrededor de una carcasa biónica, la cual era rellenada por la carne en expansión, a medida que la larva de Borg crecía.

   Hacía ya muchas décadas- ¿O siglos acaso? -desde que Galatea se extirpara las inútiles gónadas, habiendo encontrado una mucho mejor forma de procrear, y sin necesidad de un compañero del sexo opuesto. Y hacía no tantas que estaba aprisionada en esa celda de hielo que ella misma se mandara construir para mantenerse con vida. La dureza de su exterior, reluciente de titanio y zinc, no dejaba ver la verdadera fragilidad de su interior cuasi humano.

   El mayordomo había tenido pues, una vida como humano antes de ser renacido como Borg, por lo que la curiosidad, los celos y hasta el odio, raspaban levemente las paredes internas de su ataúd de hierro.

—Si fuera usted tan amable de responderme a esta pregunta se lo agradecería enormemente: ¿Por qué quiere usted ver a mi reina?

—Me temo que es un asunto personal entre mi amada y yo. Ya se lo he dicho antes.

—¿Podría contestarme entonces de dónde conoce a mi señora?

—No puedo decir que la conozca.

   Esta respuesta fue lo suficientemente incoherente para asombrar, confundir y hasta interesar al viejo Borg. Por lo que su cerebro, mitad cilicio y mitad proteínas vivas, comenzó a trabajar fuera del limite permitido de velocidad.

   Estaba en presencia de un humano puro; esto saltaba a la vista. No se parecía en nada a los Viles, esas criaturas rastreras, restos de la raza humana, mutados por las emisiones de las bombas, habitando como ratas o lagartijas (o una combinación de ambas), entre los escombros y ruinas que dejaron atrás las guerras.

  Tampoco se parecía en absoluto a los Arcaidos, con sus casi cuatro metros de estatura, sin nariz ni cabello y con dos enormes alas en la espalda, las cuales eran incapaces de permitirles siquiera planear; Esos seres, perfectos según ellos mismos, producto de las modificaciones genéticas de sus antecesores, durante 32 generaciones, hasta lograr incluso una longevidad casi eterna, a cambio de una accidental esterilidad en toda la población. Incluso los intentos de clonación fallaban catastróficamente.

   Y más que definitivamente, no era un Borg, seres mitad humanos, mitad maquinas, completamente roboticos en apariencia las últimas generaciones.

   No, nada de eso. Era este un humano puro, como no había visto en cosa de tres siglos. Raza en extinción, incapaz decír extinta por las irrefutables pruebas que le hablaban y hasta contestaban. ¿Era acaso el cerebro humano tan imperfecto sin su contraparte digital, que se derretía en delirios incoherentes? ¿Acaso tras generaciones y generaciones de cruzamientos entre hermanos y primos el raciocinio involucionaba a este estado irracional? El mayordomo no podía dilucidarlo. Pero pensó que darle un uso a este extraño hallazgo era, como mínimo, su deber.

—¿Sabe algo?, creo que puedo conseguirle una audiencia con “Su amada”...

—Mi señor, tiene usted toda mi atención.

—Resulta que hay una cueva a las afueras de la metrópolis, en la que solíamos minar por criolita—Un elemento creado por los restos de las bombas cocinados durante siglos en las entrañas de la roca madre—Pero una criatura se ha instalado en el cobijo que representa esta concavidad. Dicha criatura es capas de aniquilar con su sola presencia, sin necesidad de mover un solo músculo—Comentario que causo que el Duque levantara su ceja izquierda, y que el Conde enarcara ambas.

—Y en caso de que yo eliminase a dicha criatura, usted seria capas de conseguirme una audiencia con mi amada Galatea. ¿Estoy en lo cierto?

—¡Pero mi señor! ¡Si lo que este sujeto dice es cierto, no existe posibilidad de éxito! —Le alerto el Conde.

—Tonterías. Siempre existe la posibilidad del éxito. Y por mi amada que lo lograre.

—No se preocupe joven Conde—Lo animo el mayordomo—El principal peligro que presenta esta bestia es un campo electromagnético que emana de su ser. Motivo por el cual no podemos acercarnos sin sucumbir inertes, motivo también por el cual nuestras armas y vehículos no nos son útiles, y motivo de sobra para que usted si lo sea. Si bien podríamos librarnos de la criatura si hiciésemos uso de armas mas potentes, destruiríamos buena parte de la mina que intentamos salvar, correríamos el riesgo de dañar la Metrópolis por su proximidad y en definitiva, seria mas practico dejar ser al pobre animal.

—Comprendo su punto, y acepto su oferta de trabajo con la condición de que me sea concedida una audición con mi amada Galatea.

   Durante más de una semana les fue provisto el alojamiento y la comida mientras el Duque se aclimataba al frío y la altitud. Ni una sola vez pudo el Halcón ver a su amada, pero siempre la tuvo en mente como motivación principal. Mientras ella seguía su vida sin saber siquiera que el estuviese en la Metrópolis.

—Mi señor, no puede seguir así. Su cuerpo no resistirá mas de esto—Le dijo un día el Aguilucho.

—No te preocupes por mi. Mientras pueda verla aunque sea una sola ves, me sera suficiente. Y todo habra valido la pena.

—Pero mi señor, usted a sido como un padre para mi. No es que no tenga fé en su valentía, pero si sucumbiese ante la bestia, yo quedaría solo en este mundo.

   Sentado con el torso desnudo y las piernas cruzadas en la nieve, el Duque abrió los ojos y miro largo rato al que había sido su aprendiz, ayudante y compañero durante casi quince años. No pudo sino sentir un poco de pena, pues el mismo temia por su vida, pero para no desanimar mas al pobre Conde sin condado, se irguió en toda su estatura, camino hasta este y le beso la frente.

—Te digo que no tienes de que preocuparte. Si he sido algo que se asemeje remotamente a un padre para tí, pues solo puedo alegrarme de tenerte por hijo. Y vamos ya, que me estoy congelando la sangre en las venas.

   Encaminabanse a la entrada de la mina de criolita, el par con el mayordomo detrás.
Iba el Duque ataviado de varias capas de ropajes abrigados, y su cohorte llevaba consigo una espada, única arma efectiva tras el impacto de una explosión electromagnética que consiguiesen.

—Hasta aquí los acompaño—Dijo este ultimo a una docena de metros de la entrada- Mas cerca seria peligroso para mi. Si bien la criatura habita en el interior, no quiero arriesgarme a una excursión imprevista.

—Quédate tu también Harrier. Quédate a cuidar las cosas. No es necesario que te aproximes más, solo pondrías tu vida en peligro innecesario.

—¡Pero mi señor! Yo quiero ir con usted. Talvez necesite de mi ayuda.

—Llevas tu un traje que no funcionara tras encontrar la criatura, y sin el cual tu cuerpo quedara expuesto a los embates del clima. No, es no.

   Y mientras decía esto removíase las capas de gruesa vestimenta, para quedar solo con un traje de piel y unas gruesas botas. Inyectóse en el brazo y partió rumbo a la cueva espada en mano.

   El Conde, desahuciado pero sabiendo cierto cuanto le decían, se sentó en la nieve junto a los ropajes despachados, abrazando aun la vaina de la espada.

   Harrier espero junto al mayordomo hasta bien entrada la noche, pero llegado cierto punto, habiendo afrontado la realidad, ambos desistieron y retornaron a la Metrópolis.

viernes, 17 de diciembre de 2010

¿Cómo estar seguro de que no?

April estaba en su lecho de muerte despidiéndose de su familia. No tenia miedo, había gosado de una buena vida, y ya sabia que iba a morir hacia tiempo. Técnicamente sabia que iba a morir desde que tenia seis y se dio cuenta de que los humanos son mortales, pero se enteró de que iba a morir pronto desde hacia unos seis meses. Junto a su cama estaban su esposo y su hija, ya adulta.

Que alivio que Susana estudiara administración, así pudo quedar a cargo del restaurante y ella y Leo podían retirarse tranquilos. Susana tenia una carita tan bonita, con una sonrisa triste y la mirada resignada. A sus 28 años estaba en edad de casarse, pero bueno, ya iba a tener tiempo, y era mejor que eligiera bien a que eligiera pronto. Y el imbécil de Antonio no hubiera sido precisamente la elección correcta...

Su querido Leo, sentado apaciblemente en el lecho de su moribunda esposa. April no quería dejarlo, pero no podía hacer nada, y estaba en paz con el hecho de morir. Ya tenia sus años Leo, pero ojala encontrase a alguien para pasar sus últimos días.

April sintió como la vida se le empezaba a ir y murmuró unas últimas palabras... Pero ya se apagaba, se iba... Y Gh╖rÖ despertó.

Gh╖rÖ había tenido un sueño extraño en el que era una humana. Unos seres  de cuatro miembros, dos inferiores y dos superiores, que tenían una sola cabeza, que se reproducían... ¿sexualmente? La idea la causaba gracia. Era una sociedad muy mal organizada, donde todos los humanos eran mas o menos iguales, solo difernciándose socialmente por sus logros personales. No había una estructura jerárquica basada en las aptitudes con las que nacía cada individuo. Todos se reproducían, no había reina, nada tenia sentido. 



Pero lo más raro era que en el sueño mismo tenia sueños a su vez. Los cuales eran mucho mas raros que un sueño normal, obviamente duraban muy poco tiempo y muchas veces de hecho no podía recordar el sueño al despertar. Y estaba convencida de que era esa humana, y que esa era la realidad. Incluso estaba segura de que no era un sueño porque "Los sueños se terminan" ¡JA! Obvio que terminan. Ya había terminado, y ahora era Gh╖rÖ de nuevo, en lugar de esa tal April. 


Estos humanos vivían básicamente en la tierra, pero era raro porque la tierra daba un giro cada... ¿24 horas? La sola noción de esas horas le parecía extraño. Dentro del sueño tenia que dormir todas las noches, igual que en la realidad, pero las noches eran un ratito. Durmió unas siete horas, y en el sueño murió con 56 años de edad, pero empezó cuando la hija tenia unos 4 años de edad. Así que calculaba que tres años en el sueño duraban un hora*.


Bueno, esa era el sueño de una sola de las tres cabezas. Las otras dos habían tenido una el sueño de ser la hija, y la otra de ser el marido. Era mejor despertar a las otras dos cabezas de una vez. Después de todo solo era otro sueño.

Leo y Susana murieron en un accidente de tránsito camino a la funeraria... Y ahí el mundo en que vivimos dejo de existir, porque Gh╖rÖ despertó del todo.





*La idea no es que la mente de Gh╖rÖ se mueve mas rápido en sueños, sino que su especie tiene una vida de cientos de miles de nuestros años, en un planeta donde los días duran 72 de nuestros años.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Seguir

Cae, se levanta y sigue corriendo. Ahora tengo un corte en el labio, pero mis piernas siguen sanas, excepto los raspones en las rodillas, pero eso no me impide seguir. Tengo que llegar, no hay otra opción posible. No quiero ni pensar en el fracaso. Ella sigue ahí atrás. A quien sabe que distancia. Entre el metal retorcido, entre... No, tengo que despejar la mente, tengo que concentrarme en correr, tengo que pensar que hacer, recordar alguna película, todo menos pensar que... ¡NO! Basta... 


Corto camino por acá. Me tiro por esta bajada y llego mas rápido hasta la estación de servicio que vimos a la ida, donde tienen que dejarme usar su teléfono para llamar a una ambulancia... O una morgue a esta altura. no, No, NO! No pienses esas cosas...   Fa, esta más empinado de lo que pensé... Fa, esta más lleno de pasto y plantas de lo que pensé... ¡FA! ¡HAY UNA PALMERA DE MIER- ! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHH!!!! ¡¡MI BRAZO!! 


No importa... tengo que seguir, ella sigue allá atras, y mis piernas siguen sanas. Excepto por los raspones en las rodillas y los cortes en el muslo de la pierna izquierda. Tengo que seguir. Tengo que seguir. Ella lo necesita. ¿Lo necesita realmente? ¿Tiene sentido lo que estoy haciendo? ¡SI! Calláte, seguí corriendo. Ya falta poco, ya veo la estación de servicio.  Ya casi puedo pedir ayuda para que... Ta, no importa, seguí corriendo. ¿Seguí huyendo? No, voy a pedir ayuda. ¿Por qué? ¿Para qué? Sabes que no tiene sentido. Sabes que ya- ¡NO! ¡BASTA! 
Ya casi-

...
...
¿Qué mier...? Un auto me choco. No importa. No, no, no importa. Estoy bien. ¡NO! ¡Escuchen! Déjenme en paz. No preciso ayuda. Ya casi llego. Solo me duele la cabeza y estoy un poco mareado. Tengo las piernas bien. Bueno excepto los raspones de las rodillas, los cortes en el muslo de la pierna izquierda, y creo que me doble el tobillo derecho. Pero puedo seguir. Tengo que llegar a la estación. Esta ahí, ahí nomas. ¡No, déjenme! No merezco- Digo no preciso ayuda.


¿Para qué voy a la estación? Yo... Yo... Este... 
Cae al piso de rodillas. Las lagrimas corren por sus mejillas desde hace tiempo ya. La vista en blanco. Los cesos de su mujer embarazada. El exceso de alcohol en su sangre. La falta de la más mínima herida en su cuerpo. Y rompe a llorar.

Era una de esas

De las que te hacen feliz con solo tenerla ahí; de las que queres hacer sonreír solo por verla feliz, y devolverle algo de lo que te da por estar a tu lado, de las que te dicen de verse y vos vas aunque tengas un examen al otro día, estés sin dormir, con resaca y tu madre enferma, estas ahí en hora y la terminas esperando a ella; de las que irías a buscar a pie a Japón; de las que te aprendes desde su canción favorita, hasta el cumpleaños de su perro, pasando por cual es su vestido favorito; de las que ves mordiendo el lápiz mientras estudia y pensas "que linda que sos"; de las que podes pasar ocho horas hablando de corrido y cuando queres acordar ni sabes que hora es y no te importa; de las que les gusta pasar el tiempo con vos, aunque sea solo caminar y conversar, y en realidad no están haciendo nada; de las que le ves un supuesto defecto, como la nariz aguileña, o los dientes chuecos y vos solo ves un detalle lindo que la hace un poco mas única; de las que lloran con una película romántica re pelotuda, y los dos sabían desde el principio que iba a terminar así, y le decís y dice "no estoy llorando"; de las que te hacen reír de verdad, de las que te dan un abraso y no queres que ese segundo termine jamas; de las que realmente duelen, de las que lloras como si estuvieras en una fabrica de jugo de cebolla; de las que no te sacas así como así de la cabeza; de las que dabas por sentado que iba a ser para siempre, o al menos ni pensabas que se fuera a acabar; de las que duelen en serio; de las que te sorprendes pensando en ella en cualquier momento; de las que extrañas de verdad, y de golpe pensas "¿qué estará haciendo ahora?"; de las que precisas un bar entero solo para llorarla con mas fuerza, porque el alcohol no hace que dejes de pensar en como duele, en cuanto la extrañas; de las que te hacen pensar en QUE tenes mal; de las que te hacen pensar que TENES algo mal, que no la mereces; de "las" que solo hay una...

martes, 14 de diciembre de 2010

Jumping on a Needle

Fear. I though I knew. But then I realized that I havent felt it since I was almost a child. How can you lose a thing like that?

El miedo es necesario, así como el dolor. Tiene una utilidad. Es como el freno de mano que tenemos incluido de fabrica. Eso que nos dice "¡No tarado! ¡Te estas haciendo daño!" es el dolor, y eso que nos dice "¡No tarado! ¡Eso te puede hacer daño!" es el miedo. Es nuestra propia tercera ley. We are an expensive device...
Pero eso lo precisan los animales, no? Nosotros tenemos el pensamiento racional, la lógica, la razón, conciencia de nosotros mismos. No necesitamos de un instinto que nos diga que algo es peligroso, podemos deducirlo iconscientemente y pensar una manera de obviarlo también.

En la Space Needle, en Seattle, la gente puede mirar hacia abajo APOYADA en el vidrio. Es decir, el vidrio que circunvala la estructura tiene una inclinación de al rededor de 45 grados y uno medio que se acuesta en el mirando hacia abajo. Tengo entendido que uno experimenta una sensación como de estar colgando en el aire. Si uno lo piensa lógicamente, no hay peligro alguno de caer, pero el miedo sigue ahí... Bueno, la sensación al menos. (Ahora que lo pienso podría haber citado el salto bungee...)
Pero y si uno no siente miedo nunca... ¿podría estar seguro de actuar de la manera correcta para evitar el peligro? "Unconscious little psico!" Someone called me once....

El comportamiento autodestructivo es algo para analizar a profundidad, ¿no lo creen?

viernes, 10 de diciembre de 2010

Golden, el perro de verdad

No, no voy a hablar de perros. Voy a hablar de estereotipos e ideas preconcebidas.

Yo veo un golden y no puedo evitar pensar "¡Pa, ese si es un perro! No como los cusquitos agrandados y acelerados, o los enormes y pesados que pasan todo el día tirados y cuando llegas a casa te pegan con la cola y capaz que te tiran al piso. ¡Un perro como debe ser!" Pero ¿quien dice como debe ser un perro? Se comporte como se comporte un perro, ASÍ es como se tiene que comportar. ES un perro después de todo ¿no? Bueno, eso es porque tenemos (O yo al menos, disculpen mi generalización) una idea formada de como tiene que ser un perro: Tiene que ser alegre, le gusta jugar, no pasa todo el día tirado como los gatos, odia a los gatos, quiere que juegues con el, corre todo el día, y se ve así:

Pero todo aquel que halla tenido un perro (gueno, excepto un golden justo) sabe que no son todos asi.
Otro ejemplo es la casita. Quien no hizo un dibujo de una casa, con un arbol, y blah, blah, blah. Gueno, ¿por qué mierda TODAS las casitas son iguales? ¿Eh? ¿¿POR QUÉ!! Y no me jodan con que no, porque todo el mundo dibuja la MISMA casita con el MISMO árbol. Incluso Pratchett mensiona este fenomeno en su libro Hogg Father. Gogleen ahora a ver si no se parecen a las que ustedes dibujaban cuando eran chicos... O sea, podes haber vivido en una mansión, en un castillo, en una chosa de juncos, en una casa de barro o hasta un iglu. YO no crecí (es mas, nunca viví) en una casa con un techo a dos aguas, ni con un árbol en la entrada...

Y bueno, así hay mil ejemplos. El corazón por todo lo que es justo. ¿QUIÉN en sus sano juicio puede decir que un corazón se ve así: ♥? ¿Eh? O sea, porqué se relaciona el corazón con las emociones es obvio. El corazón late mas rápido cuando nos asustamos/enojamos/emocionamos/etc. Pero ¿por qué ♥? Bueno, esas son cosas que escapan a mi comprensión. No puedo deducir con las herramientas que se encuentras a mi disposición. Pero algo es seguro, todos tenemos esas imágenes estereotipicas en nuestra mente. Si bien, hay cosas como los "canarios de campo" que son por cuestiones demográficas, pero hay otras que simplemente son prejuicios. Como sorprenderse al ver un taxista que en no te paseó, o pensar de alguna manera retorcida que en realidad SI te paseó y no te diste cuenta.

Como dice avenue Q: Everyone's a little bit racist.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Otra de gatos

—¡HOLA NOIR! ¿Que estas haciendo con esa mariposa?
—Hola Negro. ESTABA... Bueno... mirandola.
Noir tenia un secreto amor por las mariposas. No era elegante corretear mariposas, así que cuando Negro lo descubrió tuvo que encontrar una elegante manera de que no se enterara de que era algo secreto, o iba a ir por la vida diciendo como Noir le dijo que no le dijera a nadie que le encantan las mariposas. Por eso es que retozaba al sol jugando con mariposas frente a su amigo de manera elegante y para nada vergonzosa, porque no habia nada interesante de que avergonzarse...
—Peroooo... ¿Se comen?
Negro por su parte solo tenia interés en las mariposas el tiempo suficiente para demostrar que no le interesaba nada que no pudiera comer antes de que perdiera el interés.
—No Negro. Bueno, no se. YO no las como. Es mas, no creo que puedas atrapar una como para comerla... ¿Negro?

A Neger no le gustaban las mariposas. Probablemente hubiera retozado a la luz de la luna con cuervos, excepto que no. Solo estaba pasando por el patio (que le pertenecía, como todo trozo de tierra que hubiera en la faz del planeta) de camino a... bueno, otro patio.
—¡Hola Neger! ¿Te acordas de- ¡NO POR FAVOR! ¡NO MAS!
—Solo iba a rrascarr mi oído. Bah. Parra que molestarrme en explicarrte.
—¿Ah, no era para despedazarme que sacabas tus garras? ¿A donde vas? ¿Puedo seguir- ¡OK! ¡OK! ¡NO LO VOY A HACER!
—Ahorra si estaba pensando en usarr mis garrras con otro fin...
—Ah, pero no lo hiciste. Eso quiere decir que no queres hacerme daño. O al menos que no soy lo suficientemente molesto como para que te tomes la molestia, y Ma siempre decía que soy lo mas molesto que vio en su vida, y Ma vio muuuuchas cosas molestas, como aquel pájaro que siempre hacia el nido en el mismo lugar sobre nuestra casa, así que caían bolos alimenticios, materia fecal y algún huevo ocasional, pero el arbol no aguantaba el peso del nido y eventualmente teníamos nuestra casa llena de pasto seco y ramitas y todo el bolo alimenticio que puedas comer antes de vomitar incontrolablemente, aunque "casa" lo que se dice casa no era, sino mas bien una caja con- ¿Neger?

Nero por su parte estaba comenzando a aventurarse al mundo exterior, aparentemente nunca había visto una mariposa antes...
—¿Q-Que es eso?
—Eso pequeña es una mariposa.
La mariposa voló tranquilamente hasta Nero, que puso los ojos viscos para poder seguirla viendo hasta posarse en su pequeña nariz... Gotas de sudor corrían por la frente de la gata...
—¡JA! La traigo muerta—pregonaba Negro al acercarse a los otros—¿Estas bien pequeña? ¿Nero?
Noir la toca con una pata y Nero cae de costado como si de una estatuilla de cristal se tratara.
—Bien... Creo que esta chica va a precisar de cuidados especiales. No Negro, no ESE tipo de cuidados...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Survival IV

Survival I
Survival II
Survival III

Seguían a Cho media docena de gatos. Ellos tenían armas de fuego. Cho tenía una lanza. Rebotó contra los restos de un árbol para doblar una esquina, pero el primer gato se llevó un lanzaso en plena boca. Los demás derraparon varios metros antes de arremeter a disparar a su huidiza presa. Saltó al interior de una casa a través de una ventana baja. Dos gatos entraron por el mismo medio, y el segundo se encontró una lanza que provenía desde abajo. Le arroja el gato inerte a su congénere y sale por otra ventana, pero tres robots esperan frente a la puerta. Cho salta, gira, golpea, derriba uno, neutraliza otro, al tercero lo usa para cubrir el fuego del que sale de adentro, y remata al que estaba en el piso. Pero con una bala en el brazo izquierdo solo puede huir del único que queda.

Saltando entre los escombros de edificios, entre ruinas de derrumbes e incendios. Ya se había preguntado varias veces en su estadía en lo que queda de cuidad, que habría pasado. Ya en sus épocas de insurrecto la ciudad estaba llena de ataques, incendios, movilizaciones contra el gobierno, etc. Pero nunca se llego al punto de destrucción que ahora presenciaba a cada momento. No había un alma viva, no había un solo edificio en pie. A riesgo de perder su lanza ataco con el brazo débil. No podía seguir corriendo con una herida de ese calibre o moriría por perdida de sangre. Giro, salto, arrojo, cayó de espaldas y el tigre robot la esquivo. El gato salto garras por delante y un trozo de pared se derrumbo encima suyo. Cho había dado en el blanco.

Vendó su brazo. Saco su lanza, robada al guardia muerto, la retrajo y la guardo de nuevo en la muslera sin un rasguño. Estaba ya a solo unas cuadras de la puerta de la ciudad. Caminó tranquilamente, comiendo algo que estaba seco, sabia a pollo y tenia un envase plástico que decía "Comida deshidratada, con todo lo necesario para una dieta balanceada. Sabor pizza" Tenia que salir de la ciudad. BioCom estaba fuera, en un predio apartado. Hasta la cárcel subterránea estaba dentro del domo gigantesco. La cárcel. Como desearía olvidarse de la maldita cárcel. Ahí le dieron los implantes biónicos, para reemplazar las piernas y luego el brazo que perdiera minando.

Quién sabe que habría producido el derrumbe, los incendios, los gritos ahogados. Una pared de roca aislaba a Cho de sus compañeros de trabajo, pero pudo eventualmente salir a la superficie por túneles de ventilación y derrumbes que, para su suerte, se conectaron. Solo en la superficie supo del ataque de las... criaturas. Eran de alguna manera extrañas y familiares a la vez. Con tentáculos o tenazas; con muchas patas de insecto, o con un pie de babosa; algunos con alas, otros se inflaban como globos, otros cavaban túneles en la tierra como gusanos enormes.

Cho estaba en la puerta. Había varios cadáveres amontonados. La cámara automática filmaba sus movimientos. Una pantalla rota decía algo. El muro perimetral ya estaba antes de su arresto, fue el domo lo que se agrego después. Sabia que hacer. Se acerco al escaner, que comenzó a analizar el chip. Estaba tomándose su tiempo. Cho sudaba de nervios. Una compuerta se abrió... para revelar un arma pendiente de un brazo robótico. Pero las puertas principales no se abrían. El arma comenzó a girar. Cho cerro los ojos. Pero solo escucho "click, click, click" No tenia balas...
Bien, el chip se ve que ya no servía para salir. Pero al menos las defensas ya no funcionaban. Debería encontrar alguna otra manera de llegar a la cárcel BioCom...

Survival V