sábado, 4 de diciembre de 2010

Música que se siente

Alimento del alma. Increíble como en un instante se pueden evocar tantas sensaciones tan dispares. Como una sinestesia tan acoplable se desvanece en el aire. Quien pudiera oír colores, oler sonidos y sentir en lo mas profundo del ser esos que alimenta el artista al universo. Lastima da que no se pueda plasmar como un cuadro, dejándola clavada a la pared, como una foto secando en un cuarto oscuro. Pero es parte de su encanto su efimeridad.
Como un lamento evoca una lágrima, y como un llanto llama al oído, pidiendo un ambiente especifico. Como la risa evoca un tiempo de alegría, y el repiqueteo mueve los pies, y una energía recorre el cuerpo, y hasta la noche parece brillar. Como el tronar de los relámpagos, emula la furia de un martillo, y uno descarga hasta la punta de los dedos. Como el calmo arrullo de una cascada tranquiliza los párpados, y uno se deja llevar por Morfeo.
Sucumben el cuerpo y la mente ante las sensaciones que escupen los instrumentos, que aunque no son quirurgicos, te toquetean la mente y uno siente. Sí, siente. Porque eso es en realidad. No es una aglomeracion cacofónica de ondas armónicas, sino un simposio de sensaciones.
Hay quienes se hacen llamar músicos, cuando en realidad no son mas que vendedores de bijouterie. Apelan a la falta de oído de los interlocutores, y las masas los aclaman. Pero un músico de verdad, de esos que te hacen erisar los pelos de la nuca, de esos que arrancan chispas al piano, y lagrimas al publico, y se emocionan cuando tocan, y uno lo nota, ah, de esos hay bien pocos. Pero mierda que lo valen.
Toda una terapia. Relajación, distinción, desestres, catarsis, ernergizante, catalizador para mil estados. Y aun así hay quienes tienen tan entrenado el ceso, que solo requieren de una partitura. Envidia es lo mio, de aquel que con solo ver las notas, ya escucha, directo de la pluma de compositor, sin la sucia intervención de un instrumento.
Pero hay por otro lado, cada movimiento de manos, y cada fuerza de pulmón, y cada giro de muñecas, que improvisado aun, parece planeado con semanas de antelación. Talento natural, como la armonía de un batir de alas contra un sol mañanero. A no olvidarce de la música universal que inunda cada espacio que nos rodea. Esa música cotidiana, irrepetible, como la banda sonora de una vida. Y aunque la vida sea de bajo presupuesto, vaya banda sonora que le consiguieron...

1 comentario:

  1. Me pareció genial. Y la frase final resume tantoo.
    Nos hemos perdido amigo. Espero te encuentres bien.

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