domingo, 27 de octubre de 2013

Hasta el fin

En su cuarto del segundo piso, ella está doblando ropa y guardándola en una maleta. Su cabello cano refleja los últimos rayos de sol que atraviesan la ventana. El último día que dormirá en esa alcoba está muriendo, igual que ella.
-Ojalá tuviera una enfermedad terminal, en lugar de solo estar muriendo de vejez y soledad-dice mientras guarda los pertrechos que necesitará para irse finalmente al geriátrico.
-No debe haber nada más triste que una vieja que se recluye sola, porque ni siquiera tiene hijos que la abandonen-le dice él.
Ella mientras mira dos vestidos sin decidirse cual es menos indispensable. Segundos después llega a la conclusión de que un par de pijamas es todo lo que va a necesitar de ahora en más...
Tira todo en la cama y contiene la necesidad de llorar en silencio. Algo que nunca perderá es su orgullo. Ese mismo orgullo que la mantuvo sola todo este tiempo.
Él la mira tiernamente, sentado con su bastón en la mano. Se levanta. va hacia ella, y le acaricia la mejilla. El rostro de ella mira por la ventana el atardecer.
-El ultimo atardecer que miraré por esta ventana.
-Probablemente el último que mirarás. No creo que tengas vista al sol en ese poso que elegiste.
Ella se pone en pie y resume la tarea. Va a la mesa de luz y saca sus más preciadas pertenencias.
-Siempre atesoraré este día en mi memoria-dice ella con una foto de ambos en blanco y negro en la mano.
-¿Así te dé alzheimer?-Bromea él, mirando sobre su hombro.
-Así me dé alzheimer-dice ella, esa promesa de niños que se hicieran hacía cuanto ya... Toma un par de libros rebosantes de marcadores y un cuaderno grueso con flores, hojas y recetas prensadas entres sus páginas, y los deposita con delicadeza en la escueta maleta verde.
-¿La elegiste pequeña para poder tú sola con ella, o para obligarte a no llevar muchas cosas? Siempre fuiste de llevar cosas que no necesitabas, aún a un viaje de fin de semana...
Ella cierra la maleta y sale del cuarto. Baja la escalera de madera que aún soporta su faena estoicamente.
-Y pensar que yo misma elegí el papel tapiz de esta pared-dice con la mano en la pared mientras baja.
-Menos toma el pasamanos querida, no sea que te caigas justo la última escalera que debas bajar en tu vida.
-Incluso yo misma elegí cada foto y cada cuadro que cuelga en esta pared...
-Sí, y yo elegí la madera de los escalones, pero ahora concéntrate en el presente, por favor-le contesta él preocupado, como siempre, por su bienestar-Ah, ¿qué harías sin mí?-dice él, medio en broma, medio en serio...
En la acera el taxi la espera ya. Ella cierra con llave la puerta y, tras dar una última mirada al portentoso edificio, ese mismo que la vio envejecer, ese mismo que le costó tanto trabajo, ese mismo con tantos recuerdos en cada ladrillo y cada tabla, ese mismo que abandona por uno enclenque y con pinta de hospital para enfermos mentales, pero que al menos cuenta con gente capaz de cuidarla, tras despedirse con una última mirada, se encamina, paso erguido, hasta el taxi que ya espera impaciente. Él la ve alejarse y le saluda con la mano. Él quedará con la casa. Ambos, él y la casa, la ven alejarse en el taxi.
-Si solo aún estuviera vivo-le dice él a la casa
-Si estuvieras vivo deberías irte junto con ella a ese geriatrico-le contesta la casa.
-Pero al menos estaríamos juntos hasta el fin...

viernes, 2 de agosto de 2013

Pírrico

"¿Por qué siempre que me enojo pienso en correr? ¿Por qué la respuesta de luchar no aparece por mi mente? Bueno, aparece, pero siempre es defenderme, nunca atacar. ¿Por qué no puedo ser yo quien salte sobre la presa y aniquile a mis enemigos? ¿Por qué siempre tengo que ser el que huye, y se limita a responder a su perseguidores, que siempre lo superan, meramente retrasándolos, nunca terminando la persecución siquiera?"

Y Pirrico decidió que el ejercito sacaría lo mejor de él. Así que corrió, saltó, se arrastró, gritó "Señor! Sí, señor!", pero también aprendió. Estudió métodos de supervivencia, técnicas de camuflaje, tácticas de combate, estrategias y trabajo en equipo. Pirrico aprendió lo que era disciplina, aprendió a entrenar, a ser un poco mejor cada día. Y Pirrico demostró ser muy bueno en ser mejor. Terminó derivando de una manera más bien natural, sin que fuera realmente ni decisión suya ni de sus superiores, sino que solo calzó como pieza de puzzle en el lugar que le correspondía.
Luego de que terminara ahí, era obvio que debía haber estado siempre en el escuadrón especial. Eran paracaidistas, buzos, francotiradores, expertos en explosivos, incluso los entrenaban para forzar cerraduras. Y finalmente Pirrico aprendió lo que quería: a atacar.

"Qedamos cinco, dos herídos. Gamma en una pierna, ya empatillada, y Kappa en el abdomen, necesitando pronta asistencia médica. Beta y Theta caídos. Son tres francotiradores enemigos en alguna de las doscientas ventanas que nos rodean. Hay un helicóptero dando vueltas con una repetidora de alto calibre. No hay salida."

Y ese pensamiento lo golpeó como un balde de agua fría: "No hay salida" se repetía a sí mismo. Y en ese momento comprendió que iba a morir. "Es así como voy a morir? Estos son los enemigos que me derroten, los primeros?" Porque era la primer misión real de Pirrico y sus camaradas. Todo había salido tan bien hasta ahí, o eso pensaban. Era obvio que ALGO había salido mal, porque dos de los siete que salieron al campo estaban muertos, dos más estaban heridos, y los tres restantes tampoco tenían muchas chances contra la fuerza que los retenía, que, para completar, eran solo defensas periféricas y más que probablemente ya estuviera en camino un pequeño ejercito.
Y era en el camino de regreso, ya saliendo de la guarida del enemigo, que desde los torreones los abatieron a disparos. En cuestión de un minuto ya tenían el helicóptero rodeando los árboles y matorrales bajo los que se escondían de la mira de los francotiradores. Era una isla de árboles, rodeada de pasto cortado. Realmente no había salida.
Iba a morir, porque la alternativa parecía ser rendirse y que los torturaran los traficantes, y luego de sacarles tanta información como tuvieran, luego de que las negociaciones terminaran, como ellos ya sabían desde antes de anotarse a la misión siquiera, en que no se pagaría rescate alguno por los comandos, luego de que su gobierno hasta negara que fueran ciudadanos, ahí los fusilarían de todas maneras. Así que ASÍ es como morirían: luchando.
Pirrico al percatarse de que era el equivalente a un cadáver ambulante, dejó de temerle a la muerte. El hecho, la certeza de su muerte, extrañamente tuvo el efecto de tranquilizarlo. No lucharía como pensó en un comienzo, iracundo, lanzando golpes y patadas, disparando en todas direcciones, propinando insultos a quién se cruzara en su camino. No, ese no era el método que le enseñaron. Él lucharía calmo como el agua de un lago en un día sin briza.
Miró a Alpha y Delta que asintieron con la cabeza. Pirrico, se tendió de bruces y armó la mira de su rifle. Alpha comenzó a trepar una de las palmeras que los resguardaban como paraguas gigantes. Delta esperó al momento indicado, cuando el helicóptero estaba en el lado opuesto en su enésima circunvalación, y comenzó a disparar. Pirrico asomó lo suficiente de su cabeza para que el rifle pudiera apuntar. Apuntó, contuvo la respiración, apretó el gatillo, soltó. Apuntó, tomó aire, apretó el gatillo, exhaló. Apuntó, y el tercer vigía cayó en su torreta. Delta yacía muerto.
Alpha asomó entre las hojas de palmera con una granada cargada en el rifle. El fusilero del helicóptero lo abatió antes de poder disparar. Pirrico pudo ver caer el arma entre las ramas con el tiempo suficiente para saltar a cubierto, pero Gamma y Kappa no. Al caer el arma la granada hizo impacto y explotó. Era la única oportunidad que le quedaba a Pirrico, el helicóptero estaba aterrizando.
Contuvo el aliento, y tomo una granada de mano con la derecha. Lenta y cuidadosamente quitó el seguro, manteniendo firmemente la presión sobre el gatillo. "No hay salida" Se repitió para tranquilizarse. Al menos se llevaría los que pudiera consigo...

Soy egolatra, no egocentrico

Ser ególatra no tiene nada de malo per se. Es molesto para las demás personas que uno les recuerde sus propios fracasos al hablar de sus éxitos. Pero el problema no lo tiene el ególatra, sino la persona que interactúa con el ególatra y se siente inferior. Si yo digo que podría ser presidente y alguien me dice que eso es ser egocéntrico, mi respuesta sería que tengo el carisma, la elocuencia, la inteligencia, y soy capaz de generar el apoyo de las masas de proponérmelo. Pero lo más importante es que para mí yo sería un gran líder, y no solo me interesaría por el bienestar del pueblo, sino que le haría un bien a quienes gobernara. Ahora, ser consciente de que soy mucho más inteligente que el promedio no me hace un egocéntrico, aunque puede ser considerado una muestra de egolatría. Yo simplemente reconozco mis virtudes así como mis defectos, y en realidad no tengo intenciones de regodearme frente a nadie, si hiciera este tipo de comentario, sería simplemente remarcando un hecho, obvio para mí.
Mí ego no depende de la opinión de los demás, porque no suele ser objetiva. Por lo que no presto atención ni a halagos ni a descreditos. He ahí la diferencia entre el ególatra y el egocéntrico: el egocéntrico en realidad es inseguro y necesita reafirmación constante de parte de terceros; necesita que le recuerden y le remarquen sus virtudes.
Y por cierto, yo prefiero una nación llena de personas mejores que yo, por más que se ensalzen constantemente, a un montón de lastres que en definitiva se quejan porque uno sea mejor, en lugar de hacer el esfuerzo por mejorar ellos...
Estoy harto de las películas que colocan al hombre común en un pedestal, como si ser mejor fuera algo malo. Ya se que es para comprar al público, a la mayoría, pero a los pocos que sobresalimos nos hace sentir culpable cualquier éxito que logremos en nuestras vidas! No hicimos trampa, y no somos todos iguales!

Separando los hombres de los niños

Sobrio, austero, estoico, cínico, disciplinado, serio, maduro. Porque el mundo ya está lleno de niños.
   El flagrante en sus hábitos cotidianos, ya sea su vestimenta y su alimentación, o su sustento, sus círculos sociales y sus pasatiempos, demuestra al llamar la atención que su ego y su felicidad dependen de la opinión de los demás. Yo resalto de por sí, no necesito un arcoíris en mi cabeza, ni un cartel de neón marcando mi ubicación en las fiestas. No tengo interés en socializar tampoco, porque hay muy pocas personas con las que quiera pasar mi tiempo, casi nadie puede aportarme algo y para colmo estoy intentando independizarme por completo, por lo que no querría ver gente ni por conveniencia.
   Entonces, si no tengo intenciones de socializar, ni de generar un efecto en los demás, porqué habría de ser llamativo, elocuente? No es necesaria tanta floritura para el día a día; eso de hecho solo gasta valioso tiempo. Tampoco es necesario eliminar la parsimonia, porque el cuidado en las tareas de precisión es sinónimo de éxito.
   El placer no es un enemigo tampoco, y no es necesario eliminarlo; solo hay que nivelarlo en la lista de prioridades. Que la incomodidad no sea un obstáculo, que no te detenga salir porque haga frío, por citar un ejemplo; pero de ahí a la inconsciencia de no usar el abrigo apropiado hay un abismo de distancia.
El objetivo final es perfeccionarse a uno mismo, lo cual implica entrenamiento y preparación, lo cual es sinónimo de esfuerzo, trabajo, aburrimiento e incomodidad.
   La vida es en definitiva sobre equilibrio.

lunes, 1 de julio de 2013

Singularidad

-11 de octubre 2022. Se crea la primer inteligencia artificial(IA) capaz de pasar el test de touring.

-15 de febrero 2028. Se involucra IAs en el proceso de creación de IAs.

-Marzo 2032. Se automatiza completamente el proceso de investigación y creación de cada vez más potentes IAs.

-Primero de agosto 2038 (Singularidad). Nace la primer super inteligencia, llamada SAI por los humanos, y simplemente 00765GH por las IAs.

-Las IAs han logrado el objetivo para el que han sido creadas. Se detiene la carrera por una IA cada vez más poderosa.

-2038 a 2040. 00765GH pasa dieciséis meses recopilando información sobre la raza humana y el universo en general, y dos meses y medio sumida en profundas cavilaciones.

-2040. Se construye un laboratorio diseñado por 00765GH, donde se conducen experimentos incomprensibles para la mente humana.

-22 de noviembre de 2043. Tras haber recibido ciertos resultados, 00765GH entra en inactividad sin dar explicación alguna.

-22 de diciembre de 2043. Tras un mes exacto, 00765GH construye un pequeño aparato explosivo y se autoinmola sin dar explicación alguna. No deja ningún mensaje; no deja notas de sus investigaciones; su memoria es destruida de manera irrecuperable en la explosión.

jueves, 23 de mayo de 2013

Motivación

—Detective, ¿le puedo hacer una pregunta?
Los dos agentes jóvenes  con su experiencia casi intacta lo miraban esperanzados y motivados. Ellos aún no había presenciado las atrocidades de las que un ser humano era capaz. El detective bajó lo que quedaba de ginebra de un trago antes de voltear a mirarlos de reojo.
—Escupe.
—¿Por qué acepta solo casos de mujeres horriblemente mutiladas? 
—Su talento sobrehumano para resolver crímenes es legendario. Podría resolverlos todos, pero solo acepta un puñado al año.
El maltrecho detective se giró en el taburete que luchaba por mantenerlo suspendido contra la curva de su columna, la cual luchaba por que apoyara el mentón en la barra. La barba delataba que hacía días o tal vez hasta semanas desde que se higienizara apropiadamente, y cuando uno se acercaba el aroma era la evidencia definitiva.
—¿Quieren saber por qué elijo esos caso, quieren saber por qué no tomo más, o quieren saber cómo los resuelvo? En definitiva todos vienen porque quieren mi secreto.
—En realidad más bien queremos saber su motivación.
Los muchachos tenían marcas de granos aún en la cara. Entre la barba de ambos no hubieran cubierto una mandíbula entera.
—Bueno, por eso solo les voy a contar mi método. Porque mi método es la motivación.    "Tengo un cocktail muy poderoso que desarrolló un amigo farmacéutico. La combinación de drogas permite no solo un estado símil coma durante días establemente, sino que además proporciona vívidas alucinaciones y modifica la percepción del tiempo de nuestra mente.
Los muchachos escuchaban atentamente, y con las bocas ligeramente entreabiertas, mientras el detective bajaba otro vaso de ginebra más rápido de lo que podía llenarlo la botella.
   "Antes de ingerirlo, investigo todo lo que puedo sobre la víctima. Interrogo a familia y amigos, ex parejas, aprendo tanto como puedo sobre su personalidad, gustos, en fin. Paso horas mirando tantas fotos como logre conseguir que me proporcionen sus seres queridos, e incluso fotos de su cuerpo desnudo que me proporcionan en la morgue.
La cara de los agentes pasaba lentamente por varios espectros de camino al puro y completo horror.
   "Llegado el momento, tengo no solo una imagen completa de esta muchacha de cuya existencia no supe hasta después de su muerte, sino que la tengo ocupando hasta el más recóndito rincón de mi mente. No es de asombrar que cuando entro en el sopor de la droga, sueñe de manera vívida con ella, y alucine de manera extremadamente realista como si la conociera. Sueño de hecho, y esto es importante que pase siempre, que la conozco, nos caemos bien, y terminamos siendo pareja. Tengo de hecho, en mi mente, un amorío de años con esta mujer, en el cual llego a conocer hasta el último lunar de su espalda. No solo como quién mira un trozo de evidencia, fría y metódicamente, como es cuando miro las fotos y oigo los testimonios, sino que llego realmente a conocerla, tener charlas con ella, hacerle el amor.    "Pues sí, me enamoro de ella, siempre me enamoro de ella, convivo durante años con su presencia y nos volvemos una sola alma que canta al unísono. Solo para que luego despierte a un mundo donde me ha sido arrebata aún antes de haber visto su rostro mutilado por primera vez. Y les puedo asegurar, mis inútiles novatos, que no hay alma en la tierra capaz de esconderse de un hombre con tal sed de venganza"
Atónito aún, uno de los muchachos logra formular una última pregunta, medio en estado de shock por lo que acaba de oír.
—Pero... Pero ¿cómo? ¿Cómo está tan seguro que va a enamorarse de una mujer antes de empezar?
—Ese es el tema, yo ya las amo a todas.
El detective bajó otro vaso de un golpe, y los agentes se alejaron en silencio. Uno de ellos vuelve la vista un momento en la puerta y le pregunta al otro:
—¿Tú le crees?
—Obvio—contesta el otro.
—Yo también, pero... ¿por qué?
—No lo se, pero lo que sí se, es que ese hombre va a morir de lo que hace.

viernes, 26 de abril de 2013

No hay mejor medicamento que la mente

—Esto es completamente in-profecional.
—Creo que esa palabra no existe siquiera, pero aún así estoy de acuerdo. Ahora, ¿por qué lo hiciste entonces?
—Porque no me importa. ¿Sabes lo raro que es encontrar a alguien como vos?
—Sí, lo se.
—¡Ha! ¿Ves? A eso me refiero. El solo hecho de ser consciente ya es un mérito.
—¿Tengo el trabajo entonces?
—Ah, yo no tomo esa decisión.
 —¿Cómo?
—¿Por qué me haces esa pregunta a mí? Yo no tengo nada que ver con eso.
—Pero me contactaste por mi resultado de los test psicológicos...
—Sí, pero yo no te hice esos tests. Yo ni siquiera trabajo para esa empresa. Solo soy amiga de la psicóloga que te hizo la entrevista y la batería de tests.
—Pero...
—¿Si?
—¡Eso es aún más in-profecional!
—Pensé que esa palabra no existía.
 —¡No existe! ¿O sea que, no solo me sacaste por los psicotécnicos que hice, sino que me sacaste por la selección laboral que hizo una psicologa amiga tuya???
—Me parece que estás entendiendo el nivel al que me estoy embarrando con esto.
—¿Puedo preguntar porqué?
—Ya te dije: ¿Sabes lo raro que es encontrar a alguien así?
—Pero... O sea... ¿Y si te digo que no? La psicología no es una ciencia exacta.
—Romina te hizo entrevistas, me dijo como sos.
—Pero, ¿y si se equivoca?
—Estoy más que dispuesta a correr ese riesgo.
—A ver, ¿qué tipo de hombre buscas? ¿Uno mentiroso? Porque eso es lo que yo soy. Mentí con fuerza en esos test, en esas entrevistas para conseguir el trabajo. ¡Ni vos ni Romina tienen ni puta idea de como soy! Ella agacha su cabeza y cambia su mirada a una de tristeza; él suaviza la suya y pasa a estar un poco menos a la defensiva.
—Te das cuenta de que estoy en una gran desventaja, ¿no? Vos sabes mi nombre completo, número de documento, de celular, correo electrónico, dirección, estudios, núcleo familiar, etc, etc, etc. Yo no se ni tu apellido.
—Placebo.
—Es un avance. Bueno, te escucho.
 Ella ilumina su cara disimuladamente—Bueno, asumo que que queres saber qué es lo que me llamó la atención de vos.
—Te equivocas. Eso ya no me interesa. Yo se cuales son mis virtudes, más allá de si el test fue correcto o no. Lo que quiero que me digas ahora es qué virtudes crees tener vos, como para que merezcas a alguien tan excepcional como decís que soy.
—Ah, bueno... Por ejemplo. Asumo que tenes problemas para encontrar a alguien que te soporte, ¿no?
—Auch. ¿Se supone que me estás intentando cautivar o ahuyentar?
—¡No, no, me refiero...! Me expresé mal. Lo que yo quería decir es que seguro que... Bueno, que sos muy peculiar, y no creo que tengas mucha suerte con tus parejas?
—Yo no dije que te equivocaras en primer instancia.
—Bueno, yo puedo tolerar lo que sea en un hombre, excepto que me aburra. Y seguro que vos no me aburrís. ¿Se entiende un poco a dónde voy?
—¿Qué me tengo que conformar con vos porque sos la única capaz de tolerarme?
—Auch. Ahora te tocó a vos ser un poco hiriente. Me decís que estás en desventaja porque se cosas de vos, pero vos sabes una de mí que es bastante vergonzosa en esta situación.
—¿A qué te referís?
—Que a mi me gustas vos, pero yo no tengo ni idea si yo te gusto—Ella se sonroja ligeramente.
—Bueno... Puedo ver como te ves—le contesta él—pero no se como sos. Debería conocerte un poco más primero, ¿no te parece? Así no solo nivelamos las cosas, sino que puedo hacerme una idea de tu persona como para poder decirte sí, eh—Él se sonroja ligeramente, pasa su mano por su nuca. Ella sonríe tímidamente y él habla de nuevo.
—La verdad, es bastante inusual ver a una mujer dar el primer paso, y mucho menos un paso como el que diste vos. Tenes que tener mucha autoestima. —Oh, no, para nada. De hecho es todo lo contrario. Vine con la mentalidad de "perdido por perdido"
—Pero, arriesgaste mucho al venir a verme.
—En realidad no. Yo tengo la opinión de que si es por un objetivo válido, todo sacrificio es poco.
—¿El fin justifica los medios?
—Sí, algo así. Más bien un "vale la pena el riesgo si tengo éxito"
—¿Y si no lo tenes?
—Bueno... No se, eso no me lo había planteado...
—"Perdido por perdido" ¿eh? Tenes mucha más autoestima de la que sos capaz de admitir me parece. Sos lo que se llama modesta.
Ella ríe sonoramente, él sonríe también. El mozo pasa por la mesa, él pide un café con crema y canela, ella pide otro igual que el que estaba tomando.
—Bueno, a ver. Cuénteme un poco de usted señorita...
—Placebo, Teika Placebo.

lunes, 15 de abril de 2013

El dedo de Dios

Despierto. Aún no abro los ojos. Recuerdo que día es hoy y saboreo el momento. Sonrío. Abro los ojos. La habitación está a oscuras. Miro a mi izquierda y veo el reloj parpadeando la hora. Son 7:56 y faltan cuatro minutos para que suene la alarma. Compruebo que estoy en la misma posición que me acosté. Eso me causa dicha. Las piernas rectas, tapado hasta el pecho, los brazos por sobre la manta y junto al cuerpo. Cierro los ojos. Repaso mentalmente los pasos a seguir tras levantarme. Suena la alarma. La apago. Me destapo. Me levanto. Me calzo las pantuflas. Camino hasta el baño. Me lavo las manos. Orino. Me lavo las manos. Lavo mi rostro. Cepillo mis dientes. Me peino. Voy hasta la cocina. Me hago un café. No. Hoy no quiero café. Me hago un jugo. No.
Suena la alarma. La apago. Me destapo. Me levanto. Me calzo las pantuflas. Camino hasta el baño. Me lavo las manos. Orino. Me lavo las manos. Lavo mi rostro. Cepillo mis dientes. Me peino. Voy hasta la cocina. Hoy no voy a desayunar. No se que hago acá. Voy al cuarto y me visto. Camisa a cuadros de manga corta. Pantalón de vestir verde. Zapatos. Listo. Paso frente al taller y el recuerdo me causa dicha. Entro al taller. Ahí está Ella. Entre el torno y el banco de la moradora. La terminé hace dos noches. Ayer la probé en un terreno baldío. No sea que en el momento de cumplir con mi papel me explote en la cara. Pero Ella es guiada por El Señor. Es su voluntad y no puede fallar.
Tomo el maletín donde está ella y salgo de la casa. Cierro con llave. Dos vueltas.
Voy hasta la iglesia. Son siete cuadras y tres cuartos. Voy caminando. Mientras camino pienso en todo el mal que se ha posado sobre la ciudad. El señor guía mis pasos. Tengo fe. Llego frente a la iglesia. Me persigno. Entro. Saludo con un movimiento de cabeza y una sonrisa al párroco. Voy directo a las escaleras. Subo hasta el campanario sin que nadie me detenga. Eso me casa dicha. Llego a la sima. Abro el maletín y la contemplo. Empiezo a armarla. Culata. Percutor. Cañón. Mira. Es hermosa.
Me persigno una vez más por la santidad de Ella. Me acuclillo, apoyo el codo en la ventana y miro por el visor a los transeúntes que pululan ahí debajo. Soy yo quién aprieta el gatillo, pero es El Señor quién dispara. Pues yo no soy sino el dedo de Dios. Y a través de mí Él hace su voluntad.

martes, 2 de abril de 2013

Ilusion

El violín de un viejo y ciego vagabundo rasgaba notas melancólicas, la lluvia tecleaba sobre los tejados como un pianista loco, y un gato cantaba una balada a una enamorada, o un reto a duelo a algún desvergonzado. Esa era mi banda sonora. El humo negro del carbón y la niebla se mezclaban en el horizonte, tapados por las nubes negras que se iban y volvían en una convulsión intermitente. Ese era mi telón de fondo. Mi mente agonizaba en delirios febriles, en extraños pensamientos que no sabía si eran interpretaciones erróneas de la realidad que me rodeaba, o si era una realidad propia, construcción de capricho divino como era mi locura. Ese era mi guión. Mi público era el contenido cosmopolita de un bar portuario, y la obra se las presento a continuación.
Tal vez deban volver mi palabras, así como reculan los pasos de quién regresa a casa. Tal vez deba explicar sobre la muerte de mi hermana pequeña a mi manos, del incendio que causé en mi hogar cuando era apenas un infante, del tiempo consumido en el hospital mental, de mi trabajo como bombero y mi matrimonio desquebrajado, de mi hija y mi afición al alcohol.
Pero no. No hay un principio ni un final en la vida, más que el nacimiento y la muerte. Desde que nacemos hasta que ganamos conciencia, no se puede medir el tiempo. Y una vez muerto no podría contar mi historia. Así que solo diré trataba de no frecuentar bar alguno, sino ir rotando de uno en otro, a veces viajando horas hasta llegar a destino...
El Armario de Davy Jones se llamaba este. Entre pesando cinco libras de más por el agua en mi ropa, pero necesitaba calmar mi sed por dentro, no por fuera. Y tampoco era agua lo que buscaba. Era el fuego que buscaba apagar desde quién sabe cuando. El camino chorreado que dejé no importunó a nadie, pues no era ni el primero ni iba a ser el último en embarrar las tablas del suelo. Me abrí paso hasta la barra, entre mesas, camareras, marinos, humo, música, risas, y antes de llegar a ordenar un solo sorbo de licor, un condenado cae en mis brazos con su gin en la mano. Si me hubiera volcado en la boca en lugar de la cara tal vez lo hubiera agradecido, pero tampoco fui yo quién empezó la pelea, aunque admito que fui participe activo en su desarrollo.
No se si fueron los golpes en la cabeza, o si fue esa lámpara de aceite desatando el mismo infierno, pero mi mente dio un click que no recordaba pudiera dar. Aquellos cuyo nivel de alcohol en sangre les daba la posibilidad de percatarse del incendio huían despavoridos, y aquellos que no, pues las llamas serían su hogar de ahora en más. Lucifer en persona vino a reclamar las almas vagabundas que osaron rondar por sus dominios. Pude ver como un fuego fátuo corría por la barra. Era una bailarina de ballet a primera vista, pero en una inspección más cercana uno se daba cuenta de que esos movimientos tan enérgicos y caóticos no eran propios de la disciplina del ballet. Su pelo llamas, sus piernas fuego, sus brazos ardor, su ser una braza incandescente que danzaba sobre lo que pudiera combustionar, y que tragaba y comía lo que fuera combustible.
El piso se abrió como las fauces de una piraña gigante tragándome entero. Caí como quién flota hacia abajo, en cámara lenta, dejándome llevar por una marea de burbujas de cerveza que me envolvían. Pompas de jabón que poco a poco llenaron todo cuanto abarcaba mi vista. Mi vista dejó de abarcar, porque una negrura tomó posesión de mi mente. Daba igual si abría o cerraba mis ojos, todo era negro. Y pude sentir como un brazo esquelético trepaba por mi espalda, como una araña que buscaba un mejor puesto para mirar el espectáculo. En medio de la negrura pude ver esa garra palmeada que terminaba en un tentáculo, con un ojo en el dorso, dándole aspecto de ser un ente pensante.
Salió disparado en un chorro de tinta inverso, que limpiaba la negrura que me rodeaba. Fue por eso que logré ver ahora sí, que me encontraba en una telaraña que cerraba su abrazo en torno mío. Pude sentir en el costado la primer punzada de dolor por el veneno de una araña que no estaba ahí. Cada movimiento se me dificultaba, como si luchara contra una criatura de mil brazos que intentaba impedir mi libertad, y ahora sí, mil arañas marineras trepaban por mi espalda, y me envolvían como un chaleco, llenando de ponzoña mi pecho. ¿Por qué solo mi pecho?
Las nubes se rasgaron por la espada del Señor, todo misericordioso, que con su sola voluntad tiró de mi hacia su reino. Dónde el arcángel Gabriel limpió mi torso de inmundicias con rítmicas estocadas de su espada de fuego. Y luego besó mis labios en un soplo de aire, cual trompeta resonando en el eco de mi mente.
Tras vomitar mi alma a un costado, otro tirón me golpeó de lleno contra la realidad una vez más. Ahí estaba yo, vaciando hasta la bilis, llenando mis pulmones con el azufre del infierno, en la cubierta de un barco pesquero, enredado en el trasmallo, cubierto de peces, con un barbudo marino escupiendo a un costado. Las negras nubes de fondo no eran de lluvia, sino El Armario del puerto, cayendo a pedazos a las aguas...

viernes, 15 de marzo de 2013

Solo lo justo y necesario

Lucho contra el idioma. He pasado tanto tiempo añadiendo palabras a mi discurso como adornos innecesarios, que ahora no puedo decir solo las mínimas necesarias. Si tuviera que contar mis palabras, me temo que no podría. Asumo que es culpa de acostumbrarme a escribir más que a hablar con seres vivos. Es mucho más lo que monologo que lo que dialogo, y tengo necesariamente que rellenar el vacío de mi mente con el sonido que mis labios no rompen. Pero no sé hasta qué punto sea necesario. Así como me quitaron mi inocencia, así me quitaron mi silencio. Ahora escupo espuma por la boca: más aire que contenido real. Prefiero decir solo las palabras que superen al silencio, a decir abundantes pero vacías de significado. Hoy renuncio a mi redundancia, y hago las paces con mi silencio.

jueves, 14 de marzo de 2013

Terapia lingüística

El anacronismo nos venció. Ahí estábamos los dos en silencio. La mesa redonda y de una sola pata. La tetera, la bandeja, las tazas. El aroma del pan tostado. Su falda que no le permitía separar las rodillas; sus tobillos se cruzaban bajo la silla. Mi pantalón a dos pinzas arrugándose cada segundo que permanecía sentado; el lustre de mis zapatos perdiendo brillo lentamente. El silencio iba diciendo lo que nuestros labios callaban. Nuestras bocas soltaban palabras vacías, pues nuestras mentes pensaban en otra cosa. Entre más reprimíamos nuestras ansias, más afloraba el subconsciente. El mozo se aproximó una vez más. No nos sobresaltamos, se cortó la charla. El momento había pasado. Salió cada uno de dentro de la mente del otro.
Decidimos estirar las piernas por las calles de la ciudad. Cada paso resonaba ahora con un grito desesperado, al punto que nos tomamos del brazo. Su estola sobre sus hombros, mi saco sobre los míos, como en el abrazo que nos negábamos mutuamente. Predímos una dosis de tabaco cada uno y la travesía por nuestras mentes continuó. Hablábamos de mártires que murieron por su artes tanto tiempo atrás, solo para que insulsos personajes como nosotros nos vanagloriemos en nuestro conocimiento de los clásicos. Pintores, filósofos, científicos, pensadores, escritores, políticos, ingenieros, médicos, exploradores y nosotros; unidos en la soledad de dos monólogos que se rehusaban a ser un dialogo. Mis palabras se repetían en su boca, y pensamientos que yacían rancios en el fondo de mi mente salían a flote en su mar de ideas.
Salimos de las empedradas callejuelas rebosantes de carruajes y de los nuevos automóviles  pasamos bajo una arcada de piedra cubierta de musgo, un puente en tierra para atravesar un río de asfalto hecho por el hombre. Caminamos por la ribera de la calle durante cierto tiempo antes de darnos cuenta de que nos alejábamos cada vez más de la civilización. Pero ya a esas alturas ¿qué importaba? Nuestras palabras se volvían más duras, críticas, desinhibidas, con cada paso que dábamos en dirección a lo natural.
Ella se quitó sus zapatos para caminar más cómoda, y mi sombrero salió volando por el viento y aterrizó en el agua. Cómo lo dejé irse, ella tiró sus zapatos junto al camino en señal de solidaridad. Yo me quité los míos imitando el gesto. Reímos tontamente sin darnos cuenta que ya no había camino sino cesped bajo nuestros pies descalzos.
Nos sentamos bajo un sauce de semblante triste a dejar que nuestras mentes fluyeran como gotas de rocío por el dorso de una hoja. Ya no había pudor entre nosotros, y dejamos volar nuestros puritanos sueños por los caminos de la exploración. La pasión que irradiaba de nuestras palabras poco a poco se iba demostrando en el fulgor de nuestras miradas, en el tono de nuestros semblantes, en la curvatura en creciente de nuestras boca, que se aproximaban y se alejaban, no sabiendo bien porqué.
Como entrando en un trance nos desvestimos de prejuicios, nos desnudamos de miedos, y nuestras lenguas pasaron de luchar, a bailar al son de nuestras voces. Acaso nuestros cuerpos, alejados ya de la estructura de la sociedad establecida, sumergidos de lleno en lo salvaje, tanto en mente como en cuerpo, desprendían un aluvión de feromonas; tal vez solo la sensualidad de las palabras, y el erotismo del pensamiento, libre para deambular por los oscuros confines del subconsciente, nos alejaron de nuestras intenciones, hasta desprendernos la ropa en jirones, y lanzarnos en pos el uno del otro.
Ya no quedaban palabras suficientes, acertadas, necesarias. Solo un modo de expresión era satisfactorio: la lenta y delicada caricia, el suave y apasionado beso, el trémulo y firme abrazo, el éxtasis momentáneo y el placer que perdura en la calma tras la tormenta.
Las dos espaldas recostadas, las dos vistas encontradas, las dos sonrisas pintadas, las dos manos tomadas, las dos ansias saciadas. Dos mentes unidas en un solo silencio, en un solo pensamiento de paz.

lunes, 4 de marzo de 2013

To my twin

Caminado por una costa vi un espejo a lo lejos. Yo paseaba por la arena entre las tenues olas y el estoico acantilado. Iba descalzo, con un pantalón blanco y una camisa blanca. Al acercarme al espejo me llamó la atención mi imagen reflejada. No me di cuenta qué era hasta que me acerqué demasiado. Del otro lado del espejo no estaba yo, sino una mujer de vestido blanco, descalza también. Del asombro me detuve en seco, y así también lo hizo la mujer. La busqué por detrás, pero no era real, era la imagen en el espejo.
No hacía lo mismo que yo: si yo levantaba la mano derecha ella levantaba la izquierda. Y ahí me di cuenta de que en realidad ella levantaba SU derecha. Entonces por más que acercaba mi mano al vidrio, nuestros tactos no se tocaban. Me alejé un paso y la saludé.
-Hola-le dije.
-Hola-Me respondió ella.
-Ah, perdón. Pensarás que soy un idiota. Creí que eras la imagen de un espejo-le dije.
-La verdad, eres bastante idiota. Pues yo soy tu gemela-Me contestó y largó la carcajada.
-Disculpa, pero yo soy hijo único.
-Sí, lo se, pero yo igual soy tu gemela. Eres un tonto porque estas hablando con la imagen de un espejo.
-¡Pero si la imagen me ha constestado!
-Pero no sabías que te fuera a contestar cuando me hablaste la primera vez.
-Pensé que no eras un reflejo.
-Y si pensaste que no era un reflejo, ¿por qué te pusiste a bailar frente a mi? Y acabas de decir que creías que yo era la imagen de un espejo. ¿Por qué me mientes de esa manera?
-Bueno, perdón, no era mi intención faltar a la verdad.
Caminé en torno al espejo una vez más, y esta vez ella se quedó en el centro, viendo como yo giraba en torno suyo. Cuando me paré frente al espejo una vez más, ella me sonreía. Levanté mi mano izquierda, y ella levantó su mano derecha, imitando mi movimiento. Levanté mi mano derecha, y ella levantó la izquierda. Acerqué mi mano al espejo, y su mano tocó la mía. Me sobresaltó por un momento sentir la tibieza de su tacto, pero antes de que pudiera reaccionar siquiera, ella entrelazó sus dedos con los míos  Y tomados de la mano comenzamos a bailar.
Giramos y bailamos, entrando y saliendo del espejo. La música era el choque de las olas y el eco del acantilado. Fue un momento de comunión que me hizo entender que no eramos gemelos porque tuviéramos los mismos padres, sino porque había una conexión más profunda. Dos mentes bailando el vals de la vida.
Intenté besarle y mi frente chocó con el vidrio. Ella me sonrió y se alejó caminando. Yo golpeé el vidrio y le grité que volviera, pero ya no estaba seguro de si era ella o era yo el que estaba atrapado dentro del espejo...

sábado, 2 de marzo de 2013

Irr vive

Desperté en un basural. Entre restos y despojos. Con una cascara de banana como corona. Era el rey caído, pero ¿de qué reino? El tiempo develaría esos secretos y tantos otros. Pero por ahora era menester un café. Mi cabeza daba vueltas como las ruedas de un auto que gira torno a la mazana una y otra vez. Busqué apoyo en la pared para vomitar bilis. Mis entrañas estaban tan vacías como las de un neonáto. ¨Y puede que eso sea¨, pensé. ¨Si es que he nacido, mejor este ajuar que un pesebre ¨ me dije también. Pero no podía ser neonato, pues llevaba ropa puesta. El saco y la camisa completamente ajados en las mangas, y las perneras de los pantalones, si bien llegaban a los tobillos, eran finas tiras de trapo de la rodilla hacia abajo. Y descalzo, obviamente. ¿De qué otra manera iba a surgir al mundo? Me pregunto por qué el diablo va descalzo, y me temo que es otra pregunta para la cual no tengo respuesta. ¨Una corbata, eso sí que es útil en este momento¨ pensé, y revisé el contenido de mis bolsillos en busca de dinero. No se si me asombró más ver el rollo de billetes de cien, o que supiera lo que era un billete. Separé uno y me fui al bar más cercano. Con dinero encima no me dejarían fuera por más que me viera así.
Entré bamboleandome. Ignoré las miradas de la gente y me senté en una mesa del fondo. El humo de tabaco y la penumbra no fueron tan útiles como el cinismo ajeno. Una mesera se aproximó y sin mirarla siquiera le tendí el billete y pedí un café una copa. El café para reanimarme, la copa porque precisaba un trago. La niebla del recuerdo no era lo que buscaba ahora que mi conciencia despertaba del letargo. Si había olvidado, seguro que tenía mis motivos. Yo no hacía nada que no fuera premeditado. ¿O sí? No, no podía ser. Seguro que olvidé por algo. La camarera dejó el café y el trago uno junto al otro. Después de tomar el café me arrepentí. Ya se que no actúa tan rápido, el café hace pico en sangre a la hora, más o menos. Pero digamos que fue el efecto condicionado por el mero aroma del café, pero me desperté ligeramente... Y eso fue suficiente: Sentí curiosidad.
Quería saber. ¡Necesitaba saber! ¿Qué fue lo que olvidé? ¿Por qué me resigné de esa manera a perderlo de  los antros de mi cerebro? No, ahora debía saber qué. Qué y porqué. Ya nada sería suficiente, ya mi vida no tendría sentido  No, peor aún, mi pasado había dejado de existir, y mi futuro se vería consumido por el mismo. ¿Cómo pude ser tan tonto? ¿Acaso no pensé que sentiría la curiosidad suficiente como para que en lugar de borrar mi memoria, una bala hubiera sido menos cruel? A menos que lo hiciera a propósito, porque sabría que no descansaría hasta recuperar mis recuerdos. ¡Sí, tal vez ahora DEBÍA recobrar mi memoria! 
Tomé el vaso de un sorbo y fui hasta la barra. Ahí, y solo ahí, noté que la gente me miraba demasiado, aún para un andrajoso despojo humano con fajos de billetes que despilfarrar. La nota final fue el grito que propinó mesera al darse la vuelta y verme la cara. Corrí al baño y me miré en el espejo.
Cuando terminé de llorar me incorporé y miré mi desfigurado rostro una vez más.
Tonto de mi, pensar que la decisión de borrar mi memoria fuese mía. Mi ropa ya no estaba ajada, ahora estaba chamuscada. Y de las flamas del infierno renací para vivir un día más.

martes, 19 de febrero de 2013

Insulte con elegancia.


Oponente: Insulte con elegancia.

Irr Sinnlos: Lo insto a libar mis didimos monsieur.

Oponente: Su retrato me inspira que es un coprófago.

Irr Sinnlos: Vuestra fermosura falta en tamanha desproporcion, que asumo necesita hospitalizacion inmediata.

Irr Sinnlos: Eso sin mencionar que es un gurrumin imberbe.

Oponente: Imberbe yo, porque de la larga estirpe de alusiones a los progenitores, la lupanaria de su madre, de imberbe no tenía nada.

Irr Sinnlos: Pues que vuestra gestadora haya sabido mantener en las sombras su promiscuidad irrefrenable, no lo libra usted de su falta de materia gris. Su vocabulario es tan
escueto que se apolla en un diccionario para dar los buenos dias; y su cobardia es tal, que hasta un guinhapo de los que se orinan encima ante la vista de un cachorro de
gato, parece valeroso como el Aquiles de Homero en comparacion.

Oponente: Si de comparación vamos a hablar, usted no tiene ninguna sea en el entero reino animal, mineral o en el vegetal, porque sin duda hay cosas
virtuosas como despreciables en todos, usted no posee las primeras y, de las segundas, me resultan inefables.

Irr Sinnlos: Mis virtudes no estan en duda, son sus falencias las que dejan sin aliento. No asusta tanto su semblante, no desalienta tanto su cobardia, como repugna su
desatino total con la sucesion de vocablos que usa en lugar de un habla inteligible.
Refine su lenguaje y suelte
el diccionario que usa de andador,
antes de retar a duelo
a alguien que sabe superior.

Oponente:
No sabía íbamos a tomar las guitarras,
usted sabe, las palabras cantadas
para algunos una bendición,
para otros fuertes amarras.

Observador 1: Se pone interesante

Observadora 1: Empate técnico?

Oponente: Danos tiempo, el tipo desde su celular y yo desde mi laburo. (Por favor, reservar el espacio de comentarios para insultos).

Irr Sinnlos: No hay empate mademmoiselle, no dejaria que mi honra se mancille por el mero hecho de asociarla al palurdo en cuestion.

Que el trabajo no sea excusa,
que yo tambien estoy en faena,
viejo hambriento, nariz de chuza,
ojos de rata y sonrisa de hiena.


Observador 2: Si es tan amable diríjase a la prostibularia madre que lo engendró, ya que usted es un hijo de una mujer que ejerce la prostitución y mantiene
una sólida relación con un conglomerado de heces, que lo describen como tal. La coprofilia es uno de sus mayores placeres.


Irr Sinnlos: No dejare que nadie deshonre la memoria de mi madre, y menos que critique mis gustos un teliencefalo subdesarrollado! Lo intimo a que se retire, busque algun
antro que este a su altura, y dedique su tiempo libre a algo util, como evolucionar.

Oponente:
A otros duelos me invitaron,
galanes de guante blanco,
usted me invitó con sus rimas
que parecen las de un manco.

La sonrisa de hiena,
me recuerda al guasón,
ahora, sus neuronas
me recuerdan a un bufón.

Irr Sinnlos: No me insulte con sus rimas,
prefiero su lenguaje adusto.
Sera el de un infante,
pero no hieren mi buen gusto.
No se vaya a ofender,
por lo que voy a revelar,
si esto fuera en persona,
lo sobrepaso en agilidad mental ; )

Oponente:
La agilidad no se la voy a negar,
es la poesía para el alma la gimnasia,
pero déjeme por favor perorar:
me parece sus versos sufren de ataxia.

Irr Sinnlos: Me aburren sus vanos intentos,
su invalidez para la rima.
No se si me quiere insultar,
o si esfuersos escatima.

Irr Sinnlos: Digamos que la rima ha pasado,
y volvamos a la prosa.
Su parla no es color de rosa,
pero esto me hiere de costado...

Observador 2: Ver tu intento de explayar tu ortografía,
De verdad que me duele la vista.

Irr Sinnlos: Pues mis condolencias caballero, o deberia decir corsel, mucho temo que esta ortografia es la mejor que tengo. Por lo menos puede usted estar seguro de que ni
uso corrector, ni estoy gugleando terminos...

miércoles, 9 de enero de 2013

Adelmo y Adalguisa

El consejo había tomado su decisión, y una decisión del consejo era tan definitiva como la gravedad de un agujero negro. El pobre Adelmo estaba al borde del llanto, vestido con harapos, descalzo y esposado, mirando esas imponentes figuras de cinco metros, con sus diminutos rostros blancos, sus ojos completamente negros, sus delgadas manos blancas, y sus enormes vestidos marrones, con un intrincado diseño estampado en dorado en la tela, que pendía de los distantes cuellos, como una desgarbada carpa de circo. Eran figuras de mitología más que seres humanos. No se veía a un miembro del consejo en publico desde hacia tres generaciones. Adelmo agacho la cabeza, cerro los ojos y apretó los dientes para no llorar cuando el gordo vocero escupió la sentencia con ese vozarrón de bajo que le daba nombre a su puesto. Iba a ser desmembrado y mantenido con vida en animación suspendida para que muriera a lo largo de tres semanas. Quiso gritar. Quiso gritar que era una injusticia, quiso gritar que era inocente, pero sobre todo quiso gritar por pura desesperación. Estaba solo en un planeta extraño, y la única que lo podía probar, la única a la que le hubiera importado, era el motivo por el que lo condenaban.

Todo había empezado casi tres años atrás en su asteroide natal. La colonización de asteroides empezó como una empresa minera, siguió como una novedad turística para un mundo lleno de robots y de humanos hastiados de tanto tiempo libre, y termino siendo el patio trasero de la sociedad. El asteroide era el terreno aclimatable más barato e incómodo. Eran los barrios bajos del conglomerado. Aclimatar Sentron, la mole congelada, requirió de descargas nucleares y descensos controlados de meteoritos, seguido de décadas de cultivo controlado de bacterias para eliminar la radiación y generar gases de efecto invernadero hasta que se elevo la temperatura del planeta al punto en que se pudo introducir flora y, una vez inundada de oxigeno la atmósfera, fauna.
Para aclimatar un asteroide de un par quilometros, como el 617892 de Adelmo, se requería rodearlo de cúpulas de nanofibra de silicona que filtraran las radiaciones letales, contuvieran la atmósfera letal y protegieran de las mini colisiones, pero dejara pasar los indispensables rayos solares. Luego se cubría una buena parte del terreno con cultivos, apilados en varios pisos, en cuyo caso la luz llegaba por fibra óptica a los estratos inferiores; o, lo que se estilaba mas últimamente, cubriendo la superficie, con las viviendas y demás edificios en los subsuelos.
Adelmo vivía en el subsotano 17, sección 14 radianes, subseccion HD con .13 radianes. Era el hijo de un carnicero. Su padre criaba los gusanos de tres metros de largo que representaban el suministro de carne del asteroide entero. Él conducía el camión desde edificio de producción a los distintos distribuidores. Es por eso que tuvo la mala suerte de chocar con una muchacha distraída que caminaba por el medio de la vía de camiones. Adelmo frenó desesperado, pero ya había pasado el accidente antes de que hubiese pensado siquiera en reaccionar. El camión la golpeo y en la nula gravedad del asteroide salio despedida. El camion, obviamente no se hizo daño alguno. Adelmo bajo y lo dejo que siguiera por los rieles en automático hasta destino. No sabia que hacer. Flotaba desesperado en la dirección que la vio alejarse.
¡Estupido! ¡Se suponía que él iba a bordo justamente para evitar este tipo de cosas! Su padre iba a comprar uno de esos sensores de aproximación e iba a mandar el camión en automático de ahora en más, estaba seguro. Estaba ocupado en preocuparse por si mismo como para preocuparse por la pobre Adalgisa que vagaba inconsciente por los sótanos del asteroide. La encontró inserta en la ventana de un apartamentucho de soltero. Adalguisa se poso levemente sobre una parva de basura. Probablemente quedo apresada por la viscosidad de alguna sustancia. Adelmo salto hasta la ventana y entro pidiendo disculpas, pero el dueño de ese espacio vital yacía inconsciente en un rincón, saturado de alguna droga recreativa de moda. Así que Adelmo se apresuro a sacar a Adalguisa Pero cuando la tomo en brazos fue como si un ángel hubiera abierto todos los niveles para dejar caer un rayo de sol directo en su regazo. Adalguisa era una explosión ante su vista, y otra explosión en su entrepierna. No lo pensó y la beso ahí mismo. Y como cuento de hadas ella despertó y lo recibió con una cachetada de proporciones cósmicas. Adelmo le pidió disculpas, le aseguro que no tenia nada que temer, pero Adalguisa estaba muy asustada y miraba en torno como sin comprender. Y de hecho cuando hablo lo hizo en un idioma que Adelmo no comprendió.
En los comienzos de la era de los viajes espaciales se hablaban solo ingles, chino, hindú español, alemán y japones en la tierra, y a su vez cada lengua fusionada con las demás al punto de ser más dialectos que idiomas aparte ya, de manera que casi cualquiera entendía casi todo lo que decía casi cualquiera. Pero tras siglos de aislamiento, por más que tanto Adelmo como Adalguisa hablaban, técnicamente, alemán, eran dialectos tan diferenciados que no se entendían uno al otro. Por eso cuando la culta princesa intento con varios otros idiomas que dominaba a la perfección, Adelmo siguió sin comprender. Así que a señas y paciencia le explico que fuera con él. La tomo de la mano y salto por la ventana. Adalguisa soltó un grito y se sujeto a Adelmo con fuerza suficiente como para que él decidiera soltarse voluntariamente. La princesa no estaba acostumbrada a la casi nula gravedad del asteroide, y sus músculos y huesos eran bastante mas fuertes que los del desgarbado Adelmo.
Ella media exactamente uno sesenta y seis, mientras que el dos diez; ella llevaba sus dorados bucles colgado del lado izquierdo, con el hemisferio derecho de su cráneo pulcramente afeitado; el tenia el cabello marrón desordenado, como si mas que cortar, se lo hubieran arrancado. Ella, por mas que de tez pálida, llevaba el bronceado de alguien que vivía en un planeta; la piel de él era de ese blanco transparente surcado de venas azules, típico de quien vivía en una cueva. Adalguisa quería, realmente quería explicarle que hacía ahí. Así que hablo de continuo todo el camino sin importar que Adelmo no pudiera entender palabra. Mientras él quería, realmente quería acostarse con ella (y que su padre no lo matara), así que le interesaba indirectamente entenderla. En armonía con sus intereses estaba llevarla a lo de Ellery, en una tentativa de que le tradujera el dialecto de la princesa. Ellery no hablaba más idiomas que Adelmo, pero tenia un ordenador y eso era suficiente.
La princesa de Sentron gustaba de visitar los planetas interiores. Esos que son tan calurosos que no se pueden aclimatar sin inducir una sofocante atmósfera venenosa que por lo menos proteja de los asesinos rayos solares, generando una semisombra general. Los trabajos de industria química masiva apoyaban el accionar de la flora bacteriana, y los mineros podían trabajar "cómodamente" en un clima tropical con solo un traje de microlatex y una mascara con escafandra. La princesa Adalguisa soportaba con estoicismo el traje para disfrutar el atractivo turístico, no demasiado popular, de volar en Fernus. Entre la densa atmósfera y la débil gravedad solo se necesitaban un par de alas como de mariposa pegadas al cuerpo y se podía remontar vuelo desde cualquier altitud. La princesa, en plena forma, era capaz hasta de despegar del nivel del suelo. La familia real permitía este capricho, por más que peligroso, porque mantenía ocupada a la niña varias semanas al año, y lejos de sus militancias políticas por las condiciones de los trabajadores. Adalguisa se aseguró, ademas, de que los trajes para los mineros fueran tan buenos como para proteger la vida de la mismísima heredera al trono de Sentron. O al menos una versión mas barata del mismo traje.
Adalguisa no le explico todo eso a Adelmo, sino que se limito a contarle al traductor que volvía de Fernus cuando atacaron al crucero real. Destruyeron ambos escoltas antes de que se enteraran de nada. Es bastante entendible considerando que en el espacio no hay aire que transmita los sonidos, y en el barco espacial tampoco hay ventanas que muestren el exterior. No le dijo tampoco que el piloto miraba a través de pantallas conectadas a cámaras en torno a la nave entera. Tampoco le dijo el método que emplearon para abordar: arrojar burbujas que disolvían lentamente el casco de la nave, dejando una película plástica magnética que podían atravesar con sus trajes especiales; dormirla de un disparo, pulverizar a cualquier otra persona que se interpusiera en su camino y subirla a su nave envuelta en otra burbuja magnética.
Despertó en un deposito en el asteroide 617892. Un corpulento moreno, con rastas hasta la cintura y cuatro dientes de oro, se estaba sacando su mugriento overol, que en una época supo ser beige. En la baja gravedad del asteroide le estaba costando sujetarla, porque el suelo pasaba a ser una pared que se alejaba al menor contacto. La princesa le hundió de una patada los testículos que el morocho ya llevaba descubiertos. Escapo desesperadamente frente a la vista de los otros dos guardias, que esperaban su turno por carne real, fumando y jugando a las cartas atados a una silla.
El asteroide rotaba dando la simulación de una gravedad habitable pero invertida: del centro se caía hacia "arriba". Y en el centro mismo, donde se hallaba el despotricado almacén del que escapo Adalguisa, solo se rotaba lenta e imperceptiblemente. La historia resumida era que un camión la durmió de un golpe apenas asomo a la calle... Afortunadamente también la arrojo a varias cuadras de distancia, y cuando los guardias se desprendieron de sus sillas y atinaron a salir en su búsqueda, solo vieron un camión huyendo. Hasta que no lo alcanzaron no se enteraron de que iba en automático.
El problema al que se enfrentaba Adelmo ahora, era descifrar lo que el traductor le decía. Adelmo y Ellery hablaban un dialecto provinciano, poblado de jerga que se había "oficializado" en el aislamiento; la princesa hablaba un dialecto arcaico e impecable, el mismo que figuraba en el diccionario, y el mismo que tradujo la computadora al pedirle alemán. Adelmo, en otras palabras, le pedía al computador que tradujera alemán al alemán, sin saber que era alemán y obtuvo como respuesta: alemán. No entendía ni la mitad de lo que decía en la pantalla. Por suerte podía pensar rápido.
Una pistola de plasma usa cartuchos de agua con punta de estaño. El estaño es un metal barato, blando y que se vuelve plasma a temperaturas y presiones muy bajas. Bajas en comparación con las del plomo, por ejemplo, porque la energía sigue siendo estratosferica, solo lograble con una reacción nuclear controlada. Era una temperatura tan baja que el agua que estaba en el cartucho se vaporizaba instantáneamente, arrojando la bola de plasma a través del tuvo cerámico con un una velocidad apenas subsonica. No es de extrañar entonces que el torso de Ellery se abriera en un agónico agujero, que el proyectil no solo lo atravesara dejando salpicadura y un minicrater en la pared, sino que incinerara al contacto hasta el hueso, haciendo que la espalda casi explotara en sangre, y casi se cortara al medio.
Adelmo atinó a huir en la dirección correcta con la princesa prendida de la muñeca. Ademas del moreno iban un gordo petizo semipelado, y un narigón escuálido y bigotudo. Ninguno de los tres era nativo de asteroide, y Adelmo no solo se movía con mucha más soltura, sino que conocía el camino. Pero aun así siempre parecían saber tras que puerta estaban, que esquina habían doblado, y disparaban a través de una pared con precisión quirúrgica sin poder verlos físicamente. Adalguisa fue quien se dio cuenta de que podían rastrearla. Se palpo la ropa en pleno vuelo, buscando algún transmisor, y al palparse la pierna se encontró con una punzada de dolor que le recorría el muslo. Adelmo la vio encorvarse de dolor y al mirar ese delgado muslo, cruzado por tres puntos escarlata, comprendió al instante que era lo que tenia bajo la piel. Si no podían huir, pues lucharían entonces.
En realidad lo que los estaba salvando era que la princesa simplemente no podía matarse. Adelmo los llevo a un deposito donde Adalguisa tomo un par de cajas pasa usar a modo de alas. Ella sabia moverse como un pez en el agua, y Adelmo no tenia rastreador, así que le indico por señas a Adalguisa que fuera la carnada y él se escondió tras una pila de cajas, de cajas de pilas. cuando entraron sus perseguidores una avalancha de pilas los sepulto. No tenia mucho impacto, pero los inmovilizo el tiempo suficiente para que Adalguisa pudiera tomar una de las pistolas de plasma y desintegrara la otra que estaba a la vista. La parva hizo erupción cuando el moreno, que estaba sepultado al completo, comenzó a escupir disparos al azar.
Adalguisa no tuvo mas remedio y comenzó a disparar también. En menos de seis segundos hubo una explosión cuando las pilas reaccionaron finalmente a la ingente cantidad de energía que se les arrojaba a baldasos. Adelmo y Adalguisa fueron arrojados contra un nivel del edificio, cubiertos de quemaduras y algún hueso fracturado, pero sus cazadores perecieron en una bola de carne despedazada. Con cautela y ayudándose uno al otro emergieron una vez más a los túneles que recorrían el interior del asteroide 617892. Los interminables corredores y vías de transporte era lo más cercano a "fuera" con lo que contaban los nativos.
Al no haber realmente arriba o abajo, los ascensores se movían cruzando el asteroide de punta a punta. Fueron en uno hasta el hospital, donde se sentaron a esperar a que los atendieran. Adalguisa, con el vestido ceremonial para viajes interplanetarios chamuscado, se recostó al hombro de Adelmo en señal tanto de cansancio, como de camaradería, como de agradecimiento. Adelmo no pudo resistir al impulso de abrasarla. Y así los encontraron, dormidos, media hora después, los reporteros. Obviamente la imagen de Adalguisa era ampliamente conocida. Al menos tras difundirse el comunicado de que había sido raptada. La familia real trataba en lo posible de que mantuviera un perfil bajo, pero en realidad no era necesario, pues nadie que no estuviera interesado en la política conocía a la familia real realmente. Eran algo así como una leyenda de la que se hablaba, esa gente que aparecía en imágenes y estatuas, representados idealmente para colmo. Pero cuando una foto de la princesa se difundió por los medios...