domingo, 19 de diciembre de 2010

Galatea, ama y esclava (3/4)

   —Pues que tenga el mio entonces.
   Hausieren Habicht Falke, Duque de Falconia, estaba de pie en la puerta de la oficina del secretario. A su lado el mayordomo sonreia levemente. Sus ropas rotas, su brazo entablillado, su rostro cansado, sucio y sonriente tambien. Unos pequeños seres de unos treinta centímetros de altura, cubiertos con unas capuchas negras y con no mas rostro que uno enormes lentes naranja, deambulaban tímida pero curiosamente. De no estar aun apresado por los guardias, el Conde hubiera saltado sobre su amigo. Lo que permitió al Duque caminar sin obstaculos hasta el escritorio del secretario, apoyado en un burdo baston de acero.
   —Ellos son los Mesianos—Dijo señalando con el baston a sus pequeños escoltas— Debería hablar con ellos. Son quienes construyeron la bestia de la mina. Y antes de que haga algo estúpido, vinieron a dialogar. Sabe perfectamente bien que tienen tecnología capas de matarlos a todos ustedes, incluida su reina, pero no tienen intenciones bélicas. Y hablo en su nombre, pues ellos me salvaron la vida, aun después de destruir su maquinaria de excabacion. Y les asegure que serian recibidos con diplomacia.


   El Duque paso casi cinco dias viviendo con los Mesianos, aprendiendo a comunicarce correctamente con ellos y recuperandose de sus heridas. Tuvo la suerte de que su idioma fuera un derivado de un par de los quince que el hablaba. Ahora se encontraba reposando en una cama que los Borg proveyeran para su bienenestar. El Conde, libre al fin de las ataduras que representaban los enormes brazos bionicos de los guardias, conversaba alegremente con el Duque.
   — ¿Pero no pensaras darle tu corazon a la reina, verdad?
   —Mi querido Harrier, si es a eso a lo que vinimos.
   — ¿Pero no era en un sentido figurado?
   El Duque rio avidamente—Si, lo era. Pero si ella quiere que le entregue mi vida lo hare. Y ademas me aseguran que van a suplantarlo con una bomba bionica. No le veo el riesgo.
   —Pero si es tan facil, ¿porque no se implanta una de esas bombas la reina? Nada de esto tiene sentido.
   —No me importa ver el sentido, me importa verla a ella. Pero ademas me alegra que pueda tener una parte de mi.
   —Tal vez yo pueda resolver algunas de sus dudas. A cambio de que ustedes despejan algunas mias.
Era el secretario de la reina. Su andar delicado y sutil lo hacia aparentar que se deslizaba sobre el suelo en lugar de caminar. Acerco uno de los asientos, blancos, de aspecto elaborado, pero suaves al tacto, y se sentó junto a la cama.
   —A mi algo que me gustaria saver es ¿por qué la reina no accedio a vernos en primer lugar si le era tan importante un humano puro? —Inquirio el joven Conde.
   —Eso es muy sencillo. El mayordomo, al igual que los demás habitantes de esta ciudad, desconocian el interes de la reina, motivo por el cual no le informo de esta peculiaridad a ella. ¿Puedo yo hacer una pregunta ahora?
   —Por supuesto—Contestó el Duque
   — ¿Qué hacia en la mina de criolita? Nos fue muy útil su aporte, no me malinterprete. Incluso estamos llegando a un acuerdo comercial con los mesianos, pero me intriga saver porque motivo entro en primer lugar.
   —Eso también es muy sencillo. Si vencia a la bestia se me concedia una audiencia con mi amada—Y el Duque sonrió—Y hablando de eso me gustaria verla antes de la operación. No es que no confie plenamente en sus maquinas medicas, pero ella es el valor que me impulsa. ¿Sucede algo? Lo noto preocupado...
   —Es simplemente que el mayordomo no tiene potestad para tomar esa decisión. No podia concederles una audiencia en primer lugar.
   — ¡Esa rata traicionera! —El Aguilucho ardia de ira—Usó nuestras vidas como muñecos descartables. Alguien iba a pagar caro por esa traicion, y este ave tenia su presa. Se paro en ese instante, y prestando oidos sordos a las advertencias de su señor y a las palabras del secretario, que les prometia una udiencia de todas formas, salió raudo en busca de cierto Borg mentiroso.
   —Su joven compañero es muy impulsivo. Lo que intentaba decirle era que aunque el mayordomo no tiene esa potestad, yo si la tengo. Y no creo que la reina tenga el mas minimo inconveniente en verlo.
   — ¡Magnífico! Solo dejeme ponerme presentable.
   — ¿Pero no esta usted en recuperación? ¿Deberia levantarce así como si nada?
   —No se preocupe por mi, la medicina mesiana hace maravillas. Ahora si me perminte—Y al tiempo que pronunciaba estas palabras se alejaba en dirección al tocador.
   — ¡Un momento, porfavor! Una última consulta antes. ¿Por qué vinieron a nuestra ciudad en primer lugar? ¿Por qué llama a mi reina 'su amada'? ¿Y por qué es tan importante conseguir una audiencia con ella?


   El mayordomo se preocupo al enterarse del increíble interés que había presentado la reina en el par. Era el, después de todo, quien casi los mata a ambos sin informarle nunca de que fueran humanos puros. Pero hasta la reina tenia que reconocer que no había manera de que el mayordomo supiera su interés, y que el SI le informo de su presencia, siendo ella quien los mandara despachar sin ponerles siquiera un ojo encima.
   No obstante una reina es una reina. Así que estaba casi que nervioso, si no estuviera completamente a merced de lo que la reina dictaminara. Ya ni morir le importaba. Solo la voluntad de la reina lo obligaba a seguir, así que en definitiva si ella determinaba que se había terminado el tiempo que le regalara tantos siglos atrás, no iba sino a agradecer.
Consolandoce poco a poco con la idea de la muerte desde que llegara a sus oidos la peticion de la reina, habia llegado a desear este destino, harto de una vida vacia de servidumbre. Ahora esperaba impaciente su muerte.
   —¡Hey tu! Si, tu, maldita reptante criatura del fango—El conde acudia iracundo a al encuentro del meditabundo mayordomo—¡Nos mentiste desde el momento en que nos viste!
   —Yo meramente transmiti su peticion a la reina, y les comunique su postura frente al hecho.
   —¡Nos prometiste una audiencia en caso de derrotar a la bestia! ¡A ambos! Sabe usted bien que no tiene tal potestad. Hemos hablado con el secretario.
   —Yo meramente le intente dar una utilidad a un par de dementes. No hay daño alguno hecho ahí.
   —Que no hay daño. ¡Que no hay daño dice! ¡El único motivo de que mi amo este con vida aun es por su capacidad en el combate!
   —Y en caso de su defunción daño alguno hubiera recaído sobre nuestra comunidad. Es mas, la raza humana es obviamente imperfecta y los supervivientes que permanecen obstinadamente con vida, es obvio que están locos.
   Nunca sabremos si fue por la manera desinteresada en la que el mayordomo se refería a la muerte de su amigo, probablemente mas significativa para el Conde que la suya propia; el hecho de que no pensara que hubiese error alguno en su actuar; la mentira que pendia sobre su honor; los nervios por perder denuevo a su bienamado amigo en una operacion que era por demas absurda; o todo lo anterior junto. Lo que si sabemos es que fue en ese instante que salto sobre el cuello del anciano Borg garras por delante.


   El Conde no era mas que un niño junto al anciano Borg. Que, a pesar de sus tantos siglos, seguía teniendo una fuerza descomunal, obviamente. Algo no funcionaba bien. Su sistema, ya dañado por la incoherencia del Duque, había comenzado a ser dominado por su mitad humana, y las emociones empezaron a prevaler... La ira comenzó a aflorar, y el Conde solo pudo llorar ahogadamente mientras el Borg le arrancaba un trozo de garganta con la mano limpia. Mientras se ahogaba en su propia sangre manoteaba desesperadamente hacia el rostro del mayordomo, que momentos antes atacara adolecentemente. Y con las lagrimas en los ojos intento murmurar las palabras Mi Señor inutilmente...

   Técnicamente eso fueron tres preguntas, no una última. Vaya forma poco especifica de expresarse proviniendo de un Borg. Pero el Duque le explico igual. Era tan simple que el Borg no le veía sentido. Pensó que le estaba mintiendo, le pregunto de nuevo, el Duque le respondió lo mismo, le aseguro que era eso, y el Secretario comenzó a encojare. Si hubiera sabido porque era que la reina quería el corazón, no hubiera cuestionado al Halcón. Pero aunque ya le había prometido una audiencia, se apoyo en que el Comité tenía que ratificar su decisión. 
   No era así, por supuesto, solo se recurría al Comité cuando un Borg quería resolver un problema con otro Borg, demasiado insignificante como para que la reina le dedique esos escasos segundos que precisaba para resolverlo. El Comité eran todas mujeres Borg. La sociedad Borg era básicamente matriarcal, así que no era de asombrar que un jurado interino fuese de mujeres. Su función dentro de la comunidad era básicamente eso, así que no necesitaban cosas inútiles como brazos y piernas. Sus cuerpos estaban construidos en torno a un sistema de soporte de vida. En definitiva era una esfera con cabezas que brotaban como hongos de los costados. Estaban conectadas a través de unos cables que salían de sus nucas, y subían hasta una entrada en la parte superior de la estructura. Hablaban todas al unisono.
El Halcon se hallaba con el torso desnudo y vendado, apoyado aun en su primitiva muleta. Fue guiado por el secretario, y ahora se erguía gallardamente ante la abominación que pretendía juzgarlo. 


—Buen día, estimadas señoras. Vengo a aquí-
—NO HABLE FUERA DE LUGAR—Las dos docenas de bocas diciendo exactamente lo mismo, con apenas fracciones de segundo de diferencia, causaban un golpe en el subconsciente. Era perturbador. Pero el Conde ya habia visto muchas cosas en su vida.
—SOLO HABLARA CUANDO SE LE DIRIJA LA PALABRA. RESPONDA: ¿A QUE VINO A NUESTRA CIUDAD?
—Vine a conseguir una audiencia con mi amada Galatea.
—RESPONDA: ¿CON QUÉ FIN REQUIERE ESA AUDIENCIA?
—Solo quiero hablar con ella.
—RESPONDA: ¿DE QUÉ TÓPICOS HABLARÍA CON ELLA?
—De nuestro amor.


La reina se paseaba en su jaula de hielo. Ida y vuelta, ida y vuelta. Como una gata acorralada. Tenia poder absoluto sobre su pueblo, por lo que no podía confiar en que se hiciera lo que ella quería. Como no le habían informado de la presencia de un humano en sus dominios. ¡Eso era inaudito! Y con lo que lo precisaba... Fue hasta una de las paredes de la sala y abrio el panel. No quería estar comunicada todo el tiempo. Eso era para los Borg. Ella no era un Borg se repetía una y otra vez. Ella era humana. Era la única humana que quedaba con vida. No, eso no era verdad. Este humano. Sí, si el estaba con vida, puede que hubiera mas. ¡Quien sabe! ¡Podría haber toda una comunidad entera de humanos viviendo en algún lado! Quería saber donde estaba. TENÍA que saber donde estaba. Busco la mente del mayordomo, pero no la encontró... Eso no era posible. Solo en caso de que muriera podía- ¿Muerto? Busco en las interconexiones, y vio que su secretario había estado buscando a su mayordomo justamente, y vio que ahora corría raudo hacia uno de los salones del palacio.
   "Habló" con él. Él le mostró las imágenes que tomo del mayordomo... ¡La reina le preguntó por que no le habían avisado! El mayordomo le aseguro que todo estaba bajo control. No creía que el joven fuera capaz de someter al mayordomo, y ya había enviado un par de guardias a apresarlo. Habían sido capaces de someterlo esa misma mañana- ¡Pero como podía ser tan idiota! ¿Y si el chico fingió dejarse apresar? ¿Por qué no había registros ni comunicación posible tras el ataque del chico hacia el Borg? Era obvio que había algo que no estaba tomando en consideración. ELLA se haría cargo PERSONALMENTE. 
   El secretario paro en seco en el pasillo. La sola noción que se asentó en su cerebro ambivalente lo shockeo. La reina no podía salir de su recinto... ¿Iba a salir por ESO? Si bien el sistema de soporte de vida en realidad lo que hacia era evitar una falla del sistema, también podía usar un sistema portátil que consistía en un arnes ajustado al pecho por encima del vestido. El armazón de metal traqueteo, los cables chasquearon, y Galatea salio de su recinto libre... Normalmente le habría pedido a su mayordomo que trajera el arnés portátil, no es que fuera normal que lo usara tampoco. No estaba precisamente probado. Solo tenia un intento después de todo.
   Si bien la reina había logrado perfeccionar el arte de traer de nuevo a la vida cadáveres inanimados, no era la misma persona... Era como despertar un día y tener recuerdos de una vida, pero no haberla vivido. Y en sus filas solo contaba con muertos revividos y gusanos formados en torno a una carcasa de acero. Ella era la única humana real. El resto de sus creaciones eran abominables. Pero en algún lugar de su palacio había un humano real, un humano puro, y había atacado a su mayordomo minutos antes.

1 comentario:

  1. Bueno, humildemente, yo creo que lo que a Galatea le hace falta es una buena... compañia masculina, jeje.

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