domingo, 19 de diciembre de 2010

Galatea, esperanza lejana (2/4)

   El Duque apuraba su paso por la mina pues no disponia de mucho tiempo. La droga que tomara momentos antes lo ayudaria a mantener el calor, además de potenciar sus musculos. Pero como perdiera mucho tiempo seria la temperatura ambiente y no la bestia ignota lo que lo derrotaria. A cada paso que daba pensaba en su amada Galatea, en como se vería, en como se oiría su voz, en que color de cabello tendría, si algun día podria amarlo a él con la intensidad que la amaba en ese momento, antes de conocerla aún...

   El joven Conde y el mayordomo volvían a la metrópolis calladamente. El mayordomo pensativo; el Conde desesperanzado.
   — ¿Puédo vivir en su ciudad señor?
   El mayordomo se detubo un instante a mirar al pequeño aguilucho: un niñato, sin un siglo cumplido siquiera, casi sollosando por la más que probable muerte del otro demente, abrazando banamente la funda de la espada.
   — ¿Que beneficios le daria a nuestra comunidad el mantenerte? ¿Podrias llegar a pagar de alguna manera los servicios que les prestamos hasta ahora, sumado a los que estas exigiendo a futuro? Honestamente lo dudo.
   — ¿No podria por lo menos darme una oportunidad como la que le dio a mi señor?
   — ¿Crees poder tener éxito donde tu amo fracaso?
   —No es- No era mi amo, sino mi señor. Y si, creo poder lograrlo- “O almenos podre unirme a el si no lo consigo.” Penso el aguilucho...
   —Bien, te dare una semana como al otro. Lo máximo que tengo que perder es un poco más de comida, y si fracazas me librare de tu molestia de todas maneras.

   Galatea deambulaba por la sala del trono. Como una gata encerrada daba vueltas por sus aposentos. Si no fuera por el sistema de soporte de vida que llevaba a cuestas moriría instantaneamente, con su corazón en un estado tan frágil. Se acerco a un panel y al aproximarce se abrió. El sistema de comunicación usado por los Borg venia incluido en sus cabezas de fabrica, y con enchufar un cable a su nuca la reina tuvo acseso a todas las mentes de su reino. Comunicación instantanea y directa con las mentes, sin necesidad de un idioma siquiera. Normalmente solo daba ordenes dos o tres veces al día, pero su mayordomo personal le llamo la atencion... Sus musculos faciales, debiles por el desuso, tuvieron problemas para contorcionar su rostro en esa mueca de asombro, al ver que tenía un humano puro viviendo en sus dominios. Un humano vivo, con un corazón funcional...

   El Duque estaba desistiendo casi de su tarea, pensando en volver al día siguiente, pues no encontraba señales de la bestia, ni nada que le diera a entender que fuese algo más que una alucinacón colectiva, cuando escucha un sonido casi imperseptible. Fue como escuchar el aire salir de un pistón. Quieto. Perdia el tiempo, lo sabía, tenía que estarse dirigiendo de nuevo a la salida en lugar de quedarce- ¡Ahí! Se dirigió en la direccion de la que provenia el sonido, pero la camara de resonancia que significaba el túnel de la mina, amplifico más de lo que pensaba el sonido, y pronto se encontraba corriendo. No podía estar tan lejos, pero talvez si lo estuviera, y a medida que se acercaba lograba sentirlo aun por encima del ruido de las botas contra el suelo congelado.
   De roca desnuda las paredes, y de polvo y roca molida, apisonado y congelado el suelo. Con puntales de tanto en tanto manteniendo la integridad del precario tunel, pues los Borgs no se preocupaban demasiado por la seguridad de sus obreros, y al no tener madera tenian que usar el preciado acero para hacer arcos y tabiques. Y en este ambiente es que el Halcón encontro su presa.
   La criatura era rosa, cuadrupeda y con pesuñas; no tenia cuello ni nariz, y uno de los cuartos traseros era una maraña de cables, cajas metalicas, engranajes, pistones y tenia una especie de chimenea de donde salia periodicamente un vapor blancusco con un silvido. Era el silvido lo que escuchaze el Duque. Tenia costras en la piel aquí y alla, y los colmillos, que asomaban asimetricos del hocico, tenian una apariencia rocosa, como si cobre, magnecio, hierro y niquel se hubiesen cristalizado en su superficie. Eran estos ultimos los que usaba para frotar la roca madre en busca de la criolita, y aparentemente se alimentaba de este material... El Duque podia pasar caminando bajo su vientre agachando un poco la cabeza...
   Cuando el asombro se hubo disipado se dio cuenta de que perdia preciosos minutos y la oportunidad de tomar por sorpresa a la bestia. Al salir una bocanada de vapor de la chimenea una onda movio el aire alrededor suyo ligeramente. No sintio fuerza alguna, pero percivió un toque invisible en su espada, y la vio largar un chispaso. Era el pulso electromagnético. Y la criatura, que en su fuero interno bautizara Dragón, vio las chispas tambien.

   El Conde dormia placidamente en sus apocentos. No era una cama comoda, sino el mismo saco que trajera consigo, pero despues de pasar todo el dia ejercitandose a la intemperie desnudo, cualquiera duerme placidamente, aun dentro de una caja. Pero su sueño fue perturbado por la irrupción en la habitación de guardias armados.
   — ¿Qué sucede? —Pregunto en vano.
   Fue sacado en silencio, y practicamente arrastrado fuera de la recamara. El Conde casi gritaba pidiendo explicaciones, pero un Borg puede ser muy silencioso si asi lo desea, y de hecho estos guardias, de la ultima generación, no contaban con boca siquiera. Por lo que el Aguilucho se resigno a acompañar los mudos pasos hasta la oficina del secretario. El mayordomo era el sirviente personal de Galatea, pero el secretario era su mano derecha.
   Era de los primeros que la reina creara, por lo que era humano en apariencia pero con casi dos metros de altura. La camisa de cuello y puños floridos ablandaban un poco la aperiencia del secretario, pero el abanico de acero, de apariencia afilada, la endurecia de nuevo. Sus movimientos metodicos no dejaban de ser fluidos y graciles.
   —Ah, gracias por venir tan pronto mi querido.
   —No me han dado elección precisamente. ¿Qué desea de mi persona?
   —La reina lo ha mandado llamar, aparentemente.
   No cabia en sí de su asombro. Vinieron expresamente a verla y lo dejaron en claro apenas llegaron, y a ellos les dejaron en claro inmediatamente que la reina Galatea no tenía intenciones de verlos. ¿Y ahora resultaba que la reina lo manda llamar? No tenia sentido, pero Harrier estaba más agradecido de poder cumplir el sueño del Duque en su nombre de lo enojado que estaba de que no pudiera hacerlo él en persona. Cerro su boca, limpio un asomo de lagrima de su ojo derecho, y sonriendo le pregunto al secretario cuando, donde, como y porque.

   El Dragón giro su enorme ser hacia el Duque. Este salio de su pasibidad y, espada en mano, cargo contra la bestia. Pero fue correspondido. La carga de la bestia era desigual, pues solo tenia tres patas y la cuarta era un peso muerto que arrastraba. El Duque golpeó hacia arriba y rodo. La criatura con el cuello cercenado se removió inquieta y dio la vuelta. El halcón repitio la estrategia de cargar contra el Dragón, tirar un golpe y esquibar en el ultimo instante, pero a pesar de lograr clavar la espada en el pecho de su oponente, no logro evitar un manotazo que lo lanzo contra una pared, rompiendole un brazo y unas costillas en el impacto, y privandolo de su arma. Pero la bestia, ya derrotada, derivaba y chocaba con las paredes, derribando un puntal y cayendo bajo una lluvia de escombros en la unica salida del túnel. El Duque recobro el conocimiento, y el dolor le hizo desear haber quedado inconciente, y al ver la salida bloqueada por el enorme cadaver moribundo lo deseo aun más.
   Se levanto para ver la sangre negra derramada por doquier, que lentamente derretía el suelo, creando un barrial. Y pudo ver también como una ultima bocanada de vapor salia del aparato, una ultima pulsada magnetica que lo recorria y allí mismo ceso de existir el Dragón. Lamentablemente su espada seguia en el pecho, el cual estaba fuera de su alcanze. Tomo un trozo de hojalata y empezo la ardua tarea de trocear un camino a travez del... ¿animal? Pero después de cosa de una hora, con poco más de un metro cabado en las entrañas de la criatura; el dolor, el cansancio, el cobro con impuestos de la droga y el frío lo hicieron caer rendido en el cobijo que le proveyera su antiguo rival. Se giro y se sento.
“¿Así he de morir? ¿En una cueva olvidada, en las entrañas de la montaña, exitoso pero derrotado, extinguido por el frío y sin haber visto nunca los labios de mi querida Galatea?” Penso desesperanzado. “Talvez si duermo un poco en el resguardo que me da la tiviesa del cuerpo de este ser...” Y el sopor lo termino por vencer.

   Todos en la metropolis sabian que el corazón de la reina era fragil, pero como la mayoria tenian una sencilla bomba sintetica en lugar del trozo de carne, no comprendían que fuera importante. De hecho pensaban todos que la reina era inmortal y que cuando quiziera podía cambiar su corazón natural por uno artificial. Por eso el mayordomo nunca pensó que fuera importante decirle a la reina que los visitantes inesperados eran dos humanos puros...
   —La reina desea su corazón.
   — ¿Mi qué? Asumo que es una metafora, pero no entiendo porque habria la reina-
   —No, ninguna metafora, la reina lo que quiere es extirparle su corazón. Ese organo que tiene usted en el pecho, que sirve para bombear sangre, e implantarlo en el suyo.-Que el secretario sonriera no solo no lo tranquilizo, sino que lo puso mucho más nervioso, puesto que significaba que realmente le iban a extirpar el corazón.
   — ¡Pero no me pueden sacar el corazón asi como si nada!
   — ¿Y por qué no?
   — ¡Pues porque moriría!
   —Dos cosas tengo que decir al respecto: Uno, si la reina a tomado una decisión que implica tu muerte, no es impedimento alguno para llevar a cabo sus designios; Dos, vamos a reemplazar tu corazón con una bomba mecanica, asi que no tienes de que preocuperte.
   — ¿Por qué no usa una bomba mecanica la reina entonces?
   Y el secretario no supo que contestar. Asi que se remitio a los hechos.
   —La verdad es que no lo se, pero mi reina quiere un corazón, y un corazón es lo que tendra.

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