viernes, 17 de julio de 2015

Profeta II

"Considere que hace unas horas la tierra estaba en otra posición, por el simple hecho de que gira torno a su eje. Si lo hicieramos volver en el tiempo solo unas horas, aparecería no solo fuera de este edificio, sino a varios kilometros, y puede que en el aire, o bajo tierra, dependiendo de hacia donde se ha movido la tierra. Sumele la traslación torno al sol, la inclinación del eje, la inclinación de la órbita, el desplazamiento del sol por la galaxia y de la galaxia por el espacio, y lograr que usted aparezca en el lugar correcto sobre la tierra es una tarea titánica Coronel.
"Pero tenemos la mejor computadora que nos queda (no se preocupe que es de las mejores de la tierra) a nuestra disposición, y los datos que usamos son lo más preciso que hemos recabado hasta la fecha. Con lo que ha avanzado la tecnología, se podría comparar lo que vamos a hacer con lo que hicieron los americanos en los sesenta, al poner la capsula del Apolo en la luna. Pero solo para estar seguros, porque uno nunca sabe donde hubo desplazamientos de tierra, o simplemente un árbol, lo haremos aparecer a unos cinco kilómetros de altura y le daremos un paracaídas. Esto tiene la ventaja de que le permitirá ver el terreno, avistar algún posible asentamiento humano, etcétera.
Hay un margen de error, de todas maneras debería tener más que tiempo suficiente para abrir su paracaídas de aparecer más abajo de lo esperado, pero por si las dudas le daremos una mascarilla, un tanque de oxígeno y un altímetro, por si aparece más arriba. Usted ya sabe todo lo que necesita sobre paracaidismo por su entrenamiento Coronel. ¿Cree que sea necesario empacar un paracaídas suplementario o con un riguroso exámen del primario se siente seguro?

Mientras caía lentamente el Coronel se alegraba que realmente no hubiera habido falla alguna. Si bien hubiera sido un desperdicio de carga que trajera un paracaídas secundario, también podría solo haberse desprendido de él al aterrizar. Si bien hubieran precisado más energía para enviar el paracaídas secundario junto con él, tampoco era que importara cuanto gastaran de energía en el futuro, si total estaban perdidos. Pero él sabía bien que inspeccionando apropiadamente un paracaídas la probabilidad de fallo es casi nula, como se hace con los de salto base, una disciplina que implica un muy corto tiempo desde que se salta hasta que se tiene que abrir el paracaídas, lo cual muchas veces no daría tiempo a un paracaídas secundario en caso de fallo. La posibilidad de que apareciera a quinientos metros de altura, justo sobre una montaña, porque apareció no solo más abajo, sino más a la "izquierda" fue lo que lo hizo prepararse con la mentalidad de salto base: la confianza lo es todo. Solo que en el salto base uno prepara el salto...

-Bueno, al menos no necesité la mascara de oxígeno- se dijo a si mismo mientras examinaba el entorno por un largavista.
Había aparecido a unos tres quilómetros de altúra. Considerablemente más abajo de lo que planearon, incluso fuera de los "quinientos metros de margen de error", pero tampoco nada preocupante dadas las dificultades de los calculas.
El Coronel no podía evitar sentirse levemente impresionado de la hazaña del Doctor.

Ahí había humo. Sí, podía ver incluso tres o cuatro casas creciendo como setas en la pradera que había entre el río, las colinas y el bosque. También parecían haber más casas donde el río desembocaba en el mar. No veía más casas, ni más plantaciones, pero un camino apenas visible se perdía en el bosque, río arriba, hacia la meseta (no era precisamente una montaña, como las moles que se divisaban en el horizonte, pero era descomunal junto a las colinas circundantes)
Ya estaba apuntando a las chosas de barro y pasto seco, rodeadas de plantíos y animales pastando. Ellos lo habían visto a su vez, y lo señalaban con la mano. Algunos, niños probablemente, corrían a su encuentro. Parecía una aldéa tan apasible...

Respiró hondo mientras se preparaba para aterrizar. Estaba nervioso. La primer impresión era importante, y esta misión era inapreciablemente importante: ¡El destino de la humanidad dependía de él! Pero ahora debía concentrarse en correr, desengancharse, y aplastar el paracahídas. Mientras lo aplanaba le calló una piedra cerca. Era entendible que tuvieran miedo, Obviamente iba a ser gente muy impresionable y supersticiosa. Tenía que jugar la carta de "el hombre mágico que calló del cielo" al menos hasta que ganara su confianza y se pudiera comunicar con ellos.
Se irguió y caminó hasta la comitiva lenta y calmadamente. No se decidía si asustarlos y ganar su respeto, o tratar de que NO tuvieran miedo. Se terminó decidiendo por tranquilizarlos, porque podían tomarlo tanto como un angel como por un demonio, así que mejor que supieran desde el comienzo que no representaba peligro algúno.
Levantó las manos a medida que se acercaba lentamente, esperando que comprendieran, y que ese no fuera un gesto de sumisión solo desde que la policía empezó a pedir que los detenidos mostraran que no tenían armas...

-Hola! Yo amigo!- Gritó el Coronel, con ese mismo nerviosismo que todos los turístas usan para hablar a alguien que no saben si les entiende, como si gritando tradujeran sus palabras. Pero el Coronel no había sido elegído al azar precisamente, así que se dió cuenta al instante que gritar como imbésil no tenía utilidad a la comunicación.
Bajó las manos y preguntó "Alguien entiende lo que digo?"

Frente a él habían unas quince personas, la mayoría niños de diversas edades. Tenían un aspecto "celta" por las ilustraciones que había visto en libros de texto. Un hombre con apariencia de autoridad, pelirrojo, de barba y cabello largo, con ropas sencillas y sucias, que portaba una extraña herramienta de mango largo (o tal vez fuera un arma aún más rara) le gritó algo ininteligible. Es más, probablemente no fuera una palabra, sino solo una especie de gruñido amenazador. El hecho de que le "apuntara" con su arma/herramienta lo inclinaba en esa dirección.
El Coronel bajó las manos lentamente y dejó de acercarse. Estaba a unos diez metros de ellos.
-Alguien me endiente? Does anybody understand me? Hat mir jemand verstehen?
-Jeman?
"Ok, tranquilo. Repitió la palabra en alemán para alguien. No hablo alemán suficientemente fluído como para comunicarme con un alemán, pero más que probablemente no hablen alemán. Tranquilo y deciles palabras en alemán a ver si cazan algo"
-Da! Ich. Freund.
-Hamen sine do freund?
"QUÉ??? Ok, ok, no entres en pánico! Repitió amigo, pero lo que sea que me dijo no es alemán! Solo repetí amigo una y otra vez"
-Ich-y se golpeó el pecho-Freund -y los señaló -Ich. Freund. Eh?
"Uno de los niños me sonrió. Eso es bueno, no?"

El hombre con apariencia de autoridad bajó su arma(herramienta?) pero no dejó de mirarlo con la misma sospecha. El Coronel entendía perfectamente. Después de todo eran tiempos crueles, no había nada que se acercara siquiera a lo que son las leyes actuales o la policía. Ellos no solo no tenían idea de quién era él ni qué quería, sino que se vería EXTREMADAMENTE raro a sus ojos. Con su barba afeitada, su ropa camuflada, y todos los cachibaches colgando. Eso sin mencionar que calló del cielo, no? El Coronel le regaló una sonrrisa para tranquilizarlo. Lentamente se sacó el casco y lo dejó en el suelo, y empezó a sacarse el arma, la mochila, el correaje, y demás objetos que lo hicieran ver extraño o amenazador. Un par de minutos después los niños, demostrando la inconciencia propia de la niñes, se acercaron a mirarlo de cerca. A lo que el hombre se aproximó también, pero para alejarlos denuevo. Al verlo acercarle el Coronel extendió sus manos, mostrando que estaban vacías, y sonrrió una vez más. El hombre miró a la que probablemente fuera su mujer, que se acercó y empezó a llevar a los niños. Estos amagaron a protestar, pero la mujer no se dejaba pisotear presisamente. Con la ayuda de las demás mujeres se llevaron al resto de los niños. Quedó el Coronel solo con el hombre de aspecto autoritario y cuatro más, presumiblemente hijos o tal vez hermanos menores.

Cinco contra uno y no había niños o mujeres cerca. Eso les debería dar la confianza suficiente para que el Coronel se pudiera explicar.
"Bueno, es ahora o nunca" Empezó denuevo a intentar comunicarse. Pero los hombres solo se miraban entre ellos. Intentó con palabras como ayudar, comida, amigo. No quería entrar en detalles, al menos no por ahora. Solo quería dejar asentado que no era una amenaza, pero sin decír la palabra amenaza o nada que despertara intenciones de acuchillarlo. Los hombres empezaron a hablar entre ellos, y el Coronel agarró palabras sueltas que identificó con lenguas nordicas como el noruego, lenguas germánicas como el alemán, e incluso un poco de frances o ruso. En definitiva no terminó de entender, pero estaba casi seguro que era protogermánico. La raíz de las lenguas de los vikingos y celtas. Los descendientes de estos hombres poblarían eventualmente lo que hoy es Europa occidental, desde Noruega hasta España. O mejor dicho, lo que hubiera sido.

En ese momento, mientras los hombres aún deliveraban, el Coronel sintió una punzada en el estómago. Habiendo pasado la emoción de la caída y el encuentro, habiendo pasado el alboroto desde que tuviera la reunión con sus superiores apenas el día anterior... No, miles de años en el futuro. Esas personas no existían más, y no existirían nunca. Se sacrificaron para salvar a la humanidad.
El Coronel estaba arrodillado mirando el piso cuando una mano se posó en su hombro. Levantó la vista y vió al hombre de apariencia autoritaria que le sonrreía a través de la barba. Se golpeó el pecho y dijo "Olaf. Frend" El Coronel sonrrió. Ahora entendía. Seguramente las pronunciaciones variaron con los mileños, pero más o menos le entendieron. En realidad lo que ellos entendieron era que el Coronel era el que necesitaba ayuda y comida. Así que lo llevaron a la chosa más grande y la mujer de Olaf le dió un tazón de madera con sopa. El Coronel sonrrió ampliamente. Se hizo entender lo suficiente, y se mostraban hospitalarios! Eran grandes noticias! Llevaba todas sus cosas sueltas en la mano. Las dejó junto a la pared y se dispuso a comer mientras pensaba.
"Bien, bien! Podemos comunicarnos aproximadamente! Esto es genial! Muy bien, ahora voy a tener que aprender lo básico de su idioma para poderme comunicar. Por lo que escuché ya se una buena cantidad de palabras por mis conocimientos de las lenguas que deríban de la suya, pero voy a tener que aprender cuales de cual lengua, y las pronunciaciones correctas."

Los hombres lo dejaron y se fueron. Probablemente iban a terminar lo que fuera que habían dejado a medio hacer antes de que él callera del cielo. Quedó solo con las mujeres que lo miraban nerviosamente. Bueno, las más jovenes. La mujer de Olaf le sonrreía amablemente, y una mujer con apariencia de 70, pero que el Coronel asumía de no más de 45, lo miraba con extremo recelo. Un niña de unos cinco años se acercó sonrriendo con lo que parecía una especie de muñeca de trapo. Era muy bonita y el Coronel se asombró del trabajo artesanal de la muñeca. Gon gestos se hizo entender, y la niña le dijo "Puppe!" y se la cedió. Era una bonita muñeca de tela, con ojos de hueso pintados de azul y pelo rubio y trensado. De hecho todos los que había visto eran o rubios o pelirrojos. Definitivamente el Coronel resaltaría con su pelo negro, por más que tuviera ojos azules. "Pensaran que soy mujer porque no tengo barba?" se dijo. Y se acordó que probablemente no se iba a volver a afeitar en su vida. También se acordó de que no iba a volver a usar shampoo o papél higienico, pero bueno, después de todo había tenído entrenamiento militar y hasta había ido al espacio. Estaba preparado para la incomodidad.

El Coronal llegó a media mañana, en lo que parecía ser verano. Pasó el resto de la mañana sacando las palabras que necesitaba para comunicarse de las madre e hijas mientras estas hacían sus tareas. Los niños aparentemente se fueron con los padres. El Coronel se puso a ayudar a medida que veía qué era lo que hacían, como hacer pan o lavar ropa. Para cuando se pusieron a cocinar el almuerzo el Coronel ya podía hablar rudimentarias frases con ellas. Pero todabía no terminaba de captar la gramática. Las mujeres seguían hablandole en palabras sueltas, como "cuchillo" u "olla" cuando él las señalaba, pero no le enseñaban como conjugar verbos, o artículos. Lo que captaba era cuando ellas se hablaban entre ellas, así que lo primero que aprendió fue "Konten?" que quería "me pasas eso?" aparentemente, seguido por el objeto deseado. Asombrosamente las mujeres no eran muy habladoras, pero rápidamente el Coronel se dió cuenta de que el idioma que usaban era increhiblemente rudimentario. Por ejemplo no tenían tiempos sino que todo era presente. Eso iba a ser un problema cuando finalmente se decidiera a eplicar que venía del futuro. Así que se decidió que les iba a enseñar esperando. Por si no lo saben, el esperanto es una lengua artificial. Tiene la enorme ventaja de ser extremadamente simple, sin complicaciones gramaticales. Se puede aprender a hablarlo en un par de semanas. Pero tiene presente, pasado y futuro, por lo que iba a tener que enseñarles esos conceptos de alguna manera. Lo bueno es que a medida que fuera enseñandoles cosas, podía enseñarles las palabras asociadas a esas cosas. Por ejemplo la palabra "papa" no estaba en su idioma porque nunca habían visto una papa, así que cuando les mostrara la primer papa solo les tenía que decír el nombre.

Más o menos cuando la comida estuvo lista llegaron los hombres. El Coronel se dedicó a intentar hablar con ellos lo que había aprendido de las mujeres. Olaf le sonrrió. Era obvio que lo había asombrado ligeramente. Pero el Coronel estaba decepcionado con lo poco que hablaban entre ellos. Era evidente que el idioma para ellos era la manera en que pedían que les alcanzaran algo y no mucho más. Pero tenían que tener una cultura, canciones, religión, cuentos, no?
El Coronel empezó a escupir esas palabras en todas las traducciones que conocía, a ver si alguien entendía lo que decía. El silencio se hizo en la mesa. La mujer mayor se paró y lo miró fijo... Y empezó a hacer un cuento. El Coronel no entendió todo, pero entendió lo suficiente. Y lo más importante, aprendió. El cuento era sobre un hombre enorme que luchaba con alguna clase de enemigo monstruoso, y de la lucha se creaba algo que no entendió, puede que el mundo mismo. Los demás guardaron silencio y pararon de comer hasta que ella terminó. Cuando la mujer terminó solo se sentó y los demás siguieron comiento. Sin ceremonia alguna, sin un aplauso, sin persignarse ni nada. Solo terminó tan abrupto como empezó.

Terminaron de comer. Las mujeres juntaron la mesa y después todos los adultos se acostaron a domir y los niños salieron a jugar. El Coronel obviamente se fué con los niños. Estos le enseñaban todo lo que sabían con extremo orgullo, lo cual era invaluable para él. Pero decidió que era hora que él les empezara a enseñar a ellos. Así que les empezó a enseñar como decir árbol, casa, suelo, planta, cielo, agua, etc. Los niños estaban encantados. Era algo nuevo e interesante. Ellos le enseñaban al Coronel como le decían a las cosas, y el Coronel les enseñaba como se decían en esperanto.
Antes de darse cuenta estaban sentados a la sombra de un árbol y el Coronel les enseñaba cosas más complejas y conceptos abstractos. Los niños lo miraban con reverencia y escuchaban cada palabra que decía. Era su oportunidad. Fue a buscar sus cosas para enseñarles algo. Y se cruzó a la mujer mayor que había estado cuidando que era lo que había con los niños. La saludó y la invitó a venir. A esta altura se podía hacer entender.

El Coronel se arrepintió más tarde de haberles mostrado la computadora. Los niños miraron completamente asombrados. Probablemente cualquier cosa con colores que no fueran verde o marrón los hubiera asombrado, porque eran los únicos colores que parecían verse hasta donde alcanzaba el horizonte, con la excepción del azul del cielo, obvio. Pero a la mujer mayor no le cayó tan bien el cachivache... El Coronel debió preveér que ella se asustara. Debió preveér que iba a pensar que era un enviado del demonio o su equivalente en su cultura, y que iba a intentar destruír la computadora.
Afortunadamente era una mujer mayor. Pero había dado un enorme salto atrás en términos de confianza. Así que juntó todas sus cosas y se fué de la aldéa mientras la mujer le gritaba, despertando a todo el mundo. Decidió que era más importante proteger las cosas, las cuales no iba a poder reemplazar. Especialmente la electrónica. Ya recuperaría la confianza, o en su defecto encontraría otra aldéa.

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