sábado, 15 de diciembre de 2012

Sin miedo

—Pero han pasado años ya Robert.
—Y pasarán aún varios más.
—¿No puedes solo usar un clon para ahorrar tiempo?
Los dos hombres caminaban como paseando por los pasillos del hospital. Charles no usaba la estereotipada bata de laboratorio. "No hay nada de qué proteger nuestras ropas, ¿cuál es el punto? ¿Estatus?" decía cuando los demás doctores le preguntaban.
—Ni tu, ni yo, ni nadie tiene un solo estudio hecho para saber si la mente de un clon se desarrolla, si bien más rápido, igual a la de un original.
Robert pronunció la palabra sin miedo a quedar xenofobia. Charles lo conocía desde hacía más de dos décadas y sabía que no tenía nada contra los clones.
—Pero Robert, el suero está listo desde antes que el muchacho naciera. Ya se han hecho cientos de pruebas.
—¡Y todos los sujetos se suicidaron!
—Solo tenían curiosidad por saber como era el más allá. Si no les hubieran hablado tanto de la muerte tratando de asustarlos, ni se les hubiera ocurrido. Era obvio que iba a pasar.
Robert paró en seco, se dio media vuelta y miró a Charles directo a los ojos.
—Podría decirte que ese es justamente mi punto, podría decirte que ese era el objetivo original de las pruebas, podría decirte varias cosas más, pero solo tengo una pregunta: si era obvio para tí, ¿por qué lo permitiste?
—Vamos Robert, el suicidio no es ilegal desde el siglo veintiuno. Ni puedo cuestionar la voluntad de esas personas, ni puedo evitar que la cumplan. Además no es el papel de un doctor el de salvar vidas.
—Solía serlo—Le respondió Robert al tiempo que seguía caminando.
—El miedo es necesario Charles. No solo el miedo a la muerte, sino todos los miedos que tu suero elimina.
—El miedo no es necesario, está obsoleto. ¿De qué sirve tener miedo al rechazo? Solo para evitar que se entablen más relaciones humanas. ¿De qué sirve el miedo a fracasar o a perder a un ser querido? Solo para torturar a las personas. ¿De qué sirve el miedo a ser discriminado? A reprimirse inútil e innecesariamente.
—Bueno, tal vez no todos los miedo que tu suero elimina, pero no es selectivo. ¿Qué hay del miedo a las represalias? El primer sujeto golpeó al examinador más cercano con una sonrisa en la cara y casi viola una enfermera.
—En su defensa Steve es un patán, y Elize tiene un par de-
—SEA COMO SEA—lo interrumpió Robert—no podemos suministrar ese suero a la población libremente.
—Para eso se hicieron todos esos estudios.
—Y los estudios demostraron que una persona que creció con miedo no puede seguir funcional si se lo quitan de repente. Es como quitarle el tanque de oxígeno a un buso bajo el agua.
—¿Y acaso tu muchacho tiene agallas?
—No, pero aprendió a bucear sin tanque.
Charles y Robert, doctores en quimica y psicología respectivamente, miraban por la pequeña ventana de vidrio a un infante de apenas seis años. La habitación era colorida, y tenía telarañas, y monstruos de peluche. Una pequeña broma interna de las niñeras. Bruno, pues ese era su nombre, no había tenido contacto con humanos fuera de la pantalla gigante que era una pared entera de su pequeña jaula de ave. Por ella se le mostraba el mundo exterior, con todos sus peligros, vergüenzas, y posibles fallos.
—El es Bruno. La idea es que no viera la reacción de temor de un humano jamás, pero que vea los peligros. Queremos saber si desarrolla la respuesta de temor por si mismo.
—Pensé que estabas criando un chico al que se le inyectó mi suero antes de desarrollar conciencia.
—No son cobayos Charles. Pero sí, estás hablando de Janie, la chica sin miedo. Ya tiene doce Charles. Y adivina qué.
—¿Qué?
—Tiene miedo.
—Pamplinas. Tal vez lo finja para sentirse parte...
—Pero eso demostraría miedo al rechazo, ¿no?
—Tal vez no sea miedo, sino añoranza. Añoranza por ser aceptada. Mi suero no controla emociones como la soledad, el desasosiego, el apego, ni nada que no sea miedo. ¿A qué letiene miedo?
—A las arañas por ejemplo. Tu estás completamente seguro de que el efecto de tu suero no se va con el tiempo, ¿no?
—Me temo que debo admitir que, como tu bien dijiste, todos mis sujetos humanos cometieron suicidio. Pero aún tengo mi primer rata sin miedo.
—Bueno, pues entonces aprendió a tener miedo socialmente. Y es por eso que Bruno está siendo entrenado sin miedo natural. A donde va a ir nadie tiene miedo y no podrá aprenderlo.
—Pero ya hace casi dos décadas que descubrimos el plano sin miedo Robert.
—Hace veintiún años el trece del mes que viene. Y el plano sigue ahí, y va a seguir ahí hasta que estemos preparados. No podemos permitir otra invasión, hay que enviar a alguien que los estudie primero. Y ese será Bruno.

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