domingo, 4 de diciembre de 2016

Opus 32

Él camina con una bolsa de arroz en sus hombros. El camino no es más que dos líneas de tierra que se curvan entre el pasto. A su izquierda, a lo lejos, vería las montañas, si el bambú no bloqueara su vista. A su derecha, a lo lejos, vería el mar, si el bambú no bloqueará su vista. Levanta la vista. Sobre él las ramas se entrelazan. El sol parpadea a medida que avanza. Solo escucha sus pasos. Una leve briza hace aplaudir a las hojas. Dobla un trecho y ve un bambú caído en el camino. Ve donde cedió, la cascara del lado del camino aún unida y doblada. Se detiene frente al tronco. Ya no escucha ni sus pisadas. Con solo levantar un pie ya lo puede sortear, pero lo mira. Qué quiebra a un solitario bambú? Qué tiene la fuerza para hacerlo caer? Una grulla canta a lo lejos y rompe el silencio. Él levanta su pie y sigue camino. Ella tiene las verduras picadas y prepara el fuego. Él llega ni un minuto muy temprano. Ella hace una mueca y pone sus manos en las caderas. Él sonríe en silencio y le besa la frente. Deja el saco de arroz en el piso. Ella toma una taza y sigue cocinando. Él se sienta frente a la puerta y cierra los ojos. Escucha el crepitar de los carbones. Escucha como sus expertas manos manejan la cuchilla. Escucha el burbujear del agua. La escucha agregar sal, moler especias en el mortero. Casi puede ver la cara que pone al probar el caldo. Él sonríe. Todo ese ruido y reina el silencio. Él está recostado en una columna de madera mirando el paisaje. Ella está recostada en él. Él la abraza con su brazo izquierdo. No corre viento. Hace calor. La sombra de un árbol rompe las siluetas de las piedras redondas en el camino de entrada. Hay dos tazones casi limpios apilados a un costado. Una chicharra canta a lo lejos, pero no rompe el silencio, sino que lo enmarca. Ella sopor. Él paz. Sonríe. -Así que esto es ser feliz? Él rompe el silencio.

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