martes, 8 de noviembre de 2011

El comienzo

   Todo empezó cuando mi novia me dijo que no le alcanzaba el tiempo del día para cumplir con todo lo que tenía que hacer, así que iba a dedicarme menos tiempo a mi. Yo empecé a dedicar ese tiempo libre extra, pues había relegado todo lo no académico por ella, en más actividad académica... Terminada la secundaria me dediqué de lleno al estudio del tiempo; tanto en la técnica, estudiando ingeniería física; como en la practica, estudiando relojería. Mi objetivo final era lograr condensar un chronión, para poder producir tiempo. Para malgastarlo, perderlo, ganarlo, congelarlo, duplicarlo, extenderlo, suprimirlo, atrasarlo, adelantarlo, y poder disfrutar todo el tiempo, de todo el tiempo del mundo.
    Pero poco a poco me fui obsesionando más con el tiempo en sí, ya no importándome el motivo original de mi obsesión. Y es ahí cuando me especialicé aún más, y me diversifiqué al mismo tiempo. ¿Cómo es esto posible siquiera?  Bueno, me centré más en el tiempo, y no tanto en la mecánica, física, matemática, computación, y todo lo demás que rondaba torno a mis estudios cada vez más obscuros. Adopté al mismo tiempo más y más maneras de interpretar el tiempo. Comencé a meditar, a probar drogas que aumentan la velocidad de pensamiento, a experimentar con auto hipnosis, viendo cuan subjetivo era el tiempo personal. De los relojes de cuerda, los de péndulo y los de cuarzo, pasé a diseñar un reloj atómico casero. Incluso me adentré en libros de historia, en bibliotecas esotéricas, a estudiar magia arcana, dándole valor al tiempo que soportaron de existencia por sobre el contenido real.
   Y fue cierto tiempo después, un día que me encontraba en mi laboratorio/estudio/taller, desarmando un condensador de flujo, buscando un repuesto para el proyecto de acelerador de partículas, que ella me dijo que el problema era que no le dedicaba suficiente tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario