miércoles, 20 de abril de 2011

Las vueltas de la vida

Hay cierto CD, de cierta banda, de cierto país, que solo cierta gente conoce. Este cierto CD, de cierta banda, de cierto país, que solo cierta gente conoce, tiene cierta canción, que causa que un payaso verde y rojo, caminando sobre una pelota de playa, de vueltas sobre tu cabeza, una y otra vez, tocando el violín, hasta que esa cierta canción termina. No, no es un payaso tamaño familiar. Es más bien uno tamaño muestra gratis. De unos, digamos, veinte centímetros de altura. Veintisiete si contamos el bonete.

Yo, lamento informar, tuve la desgraciada idea (desgraciada para el pobre payaso) de escuchar esa cierta canción, una y otra vez, hasta que el pobre se bajó de la pelota y me dijo, así de una: "Bo, pelotudo. Dejame descansar que me tenés los huevos por el piso. Hace como catorce horas de corrido que estás escuchando la misma parte. Y como no te alcanzaba, para parecer un completo idiota, ¿no se te ocurrió mejor idea que gritar ¡¡¡OTRA VEZ!!! cada vez que se terminaba? ¡¡Empieza sola banana!!"

Es un payaso porteño lo que pasa. Fue lo que pudieron contratar por ese sueldo. Y yo, no le iba a pagar la fisioterapia, ni el psicoanalista, para recuperarse del trauma de dar vueltas y vueltas al rededor de mi cabeza. (Como todos sabrán, al rotar en un sentido, se desfigura la columna en el sentido opuesto, o sea, que como el daba vueltas en el sentido de las agujas del reloj, se le curvó la columna hacia la izquierda, y ahora camina chueco, y los otros payasos se ríen de él.)

Lo mandé por correo aéreo a cierto país, donde cierta banda, saco cierto CD, que tiene cierta canción, que si la tocas los jueves por la tarde, parado bajo un roble, una bailarina de ballet ucraniano (tamaño muestra gratis) gira y gira sobre tu hombro derecho. No, no salió como todos esperábamos: son primos.

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